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Precio máximo del petróleo, ¿estatismo o libre mercado?

Precio máximo del petróleo, ¿estatismo o libre mercado?
Jorge Cachinero el

Estados Unidos (EE. UU.), los países con las siete economías más grandes del mundo -el llamado grupo del G7, es decir, además de EE. UU., Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido- y la Unión Europea (UE) llevan desde el verano de 2022 intentando imponer a los mercados mundiales un precio máximo al barril del petróleopmbp, por abreviar-.

Esta medida, tasada por la UE en 60$ por barril, quiere ser parte de las sanciones que todos los países anteriores impusieron a la Federación Rusa tras el comienzo del conflicto militar provocado, a partir del 24 de febrero de 2022, por EE. UU., por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y por la UE, a través de su apoderado, Ucrania, contra Rusia, en el este de Europa, y se ha concebido como una herramienta punitiva adicional al resto de las ya utilizadas.

Hasta ahora, como ha sido en el caso de Irán, a quien nunca se le ha obligado a cumplir con la exigencia de un pmbp, las sanciones económicas que se han impuesto habitualmente por una parte de la comunidad internacional contra un determinado país han sido una combinación de controles al comercio y de restricciones a sus operaciones financieras.

Este concepto nuevo del pmbp es un paso intermedio a los dos anteriores.

  • Por un lado, EE. UU. y la UE no quieren prohibir completamente el petróleo ruso comercializado por las compañías petroleras, ya que esta medida causaría un choque inmenso en los mercados, como sucedió, por culpa de una decisión de ese calibre, contra el crudo iraní, en 2010.
  • Por otro lado, UU. y la UE se sienten atraídos por la tentación de que, con la introducción de este pmbp, se puedan reducir los ingresos presupuestarios del Estado ruso -que, para 2022, habían sido elaborados sobre la hipótesis de un precio en los mercados de 40$ por barril de petróleo-, pero, al mismo tiempo, sin que se produzca escasez de petróleo en sus propias naciones.

En otras palabras, EE. UU. y la UE quieren soplar y sorber a la vez.

Además de imponer este pmbp, EE. UU. y la UE quieren prohibir, a partir de enero de 2023, el transporte marítimo mundial del petróleo ruso.

La UE está actuando en este asunto como un mero seguidor de EE. UU. -de sus decisiones, de sus documentos, de sus políticas y de sus calendarios-, que está dejando tirados a sus socios europeos, ya que los estadounidenses son exportadores, competidores de Rusia, de hidrocarburos, también, para el mercado europeo.

La realidad inconfesable es que EE. UU. y la UE sienten temor, al tomar este curso de acción, de que estas medidas produzcan en los mercados un efecto retroceso no deseado, como ha ocurrido con muchas de las restricciones impuestas, hasta ahora, a Rusia.

Un pmbp concebido, originalmente, como una política de castigo contra Rusia provocará, en la práctica, una alteración del funcionamiento del mercado mundial del petróleo:

  • al restringir la oferta,
  • al provocar escasez,
  • al generar una competencia intensa y agresiva por el suministro y, finalmente,
  • al disparar al alza los precios.

En definitiva, el concepto del pmbp es una invención contraria al funcionamiento del mercado, a sus regulaciones y a sus leyes, que, en vez de hacer daño a Rusia, como quieren sus proponentes, acabará por causar perjuicios a todos los operadores y a todos los que forman parte de las cadenas globales de suministro y de valor de este modelo de negocio.

Precios Brent en dólares.

La ironía de este despropósito es que Rusia confía en que las leyes del mercado acabarán imponiéndose, mientras que los países que declaran ser defensores del libre mercado actúan como si sus economías fueran estatistas y no parecen creer ni en el mercado, ni en sus equilibrios internos.

Los mecanismos del mercado se imponen y éste está reaccionando al adelantar y al estimular demandas alternativas y ofertas nuevas.

En lo que respecta a la prohibición del transporte marítimo del petróleo ruso, el mercado da por descontado que Rusia debe tener organizada y bien protegida legalmente una flota grande de buques petroleros para resolver los escollos logísticos que esta limitación le pueda generar.

India y Turquía, por otro lado, han incrementado de forma dramática sus compras de petróleo ruso y, en parte, están revendiendo dichos volúmenes, obtenidos con importantes descuentos ofrecidos por los rusos, a terceros con sobreprecios muy beneficiosos para ambas naciones.

India, además, ha anunciado que no piensa respetar el pmbp de la UE.

Esta estrategia empieza a mostrar señales de debilidad.

  • Japón ha conseguido excepciones para sus proyectos conjuntos con Rusia de extracción de petróleo en las plataformas compartidas en el norte del Océano Pacífico, Sakhalin-1 y Sakhalin-2.
  • Bulgaria y Hungría exigen que se les respeten ciertas singularidades, dado que ambos países se suministran de petróleo ruso que llega a través del oleoducto que cruza Turquía –TurkStream-.
  • Hungría, además, ha conseguido quedar excluida de las obligaciones impuestas por sus socios de la UE sobre el pmbp.
  • El gobierno de Italia ha encontrado una solución imaginativa para salvar la planta de la compañía rusa Lukoil en Sicilia, mediante la creación de un fideicomiso, durante un año, prorrogable por otros 12 meses, para evitar su cierre.
    • En esa planta siciliana se refinan 360.000 barriles de petróleo todos los días, es decir, el equivalente a un quinto de la capacidad total de refino del país.
    • La refinería emplea a 1.000 personas.
    • Las decisiones de la UE amenazaban su futuro, ya que podrían bloquear su suministro de petróleo ruso.
    • Según la decisión del gobierno de Meloni, éste era un “caso de peligro grave e inminente” para la seguridad del suministro energético italiano.
Planta de Lukoil en Sicilia, Italia.

Asimismo, los transportistas marítimos griegos y malteses, que tienen una cuota del 40% del mercado mundial de este negocio, están exigiendo una respuesta a sus inquietudes por la imposición de un pmbp, que va a alterar un sector en el que operan de forma tan decisiva.

Por otra parte, este pmbp amenaza con transformar no sólo la actividad del transporte del petróleo, sino, también, las de su aseguramiento y de su cumplimiento, y con incrementar la burocracia y el control sobre las mismos por parte de los gobiernos de EE. UU. y de la UE.

Irán, Venezuela o Malasia, por citar tres países, observan con atención todos estos acontecimientos y están ya haciendo lo que está en sus manos por aprovechar las oportunidades que este pmbp les abriría, lo que, en algunos de estos casos, serían de una hipocresía insoportable para EE. UU. y para la UE.

La UE tendrá problemas específicos para suministrarse de productores alternativos a Rusia.

  • Algunos de los países africanos son miembros del cártel de la OPEC+Organization of the Petroleum Exporting Countries (OPEC), la alianza de productores de crudo, que, desde 2017, ha introducido correcciones a la oferta en los mercados petroleros y de la que forman parte, además de sus fundadores, Arabia Saudí, Irán, Iraq, Kuwait y Venezuela, países como Azerbaiyán, Bahréin, Brunéi, Kazajistán, Malasia, México, Omán, Rusia, Sudán y Sudán del Sur-, organización que ya ha manifestado su oposición a este pmbp y está reduciendo la producción mundial para forzar el incremento de los precios.
  • Asia se está convirtiendo en un gran suministrador del mercado, en algunos casos, como revendedores del petróleo ruso.
  • Es difícil imaginar que Irán o que Venezuela -en este segundo caso, su petróleo es muy duro en origen y refinarlo cuesta mucho y es tecnológicamente complejo- quisieran perjudicar, en estos momentos, a Rusia.

Las políticas verdes de transición energética de la UE son suicidas y, en el fondo, están ayudando mucho a Rusia, ya que Europa lleva años sin invertir en su industria de petróleo y ha abandonado las energías con orígenes en los hidrocarburos, sin haberse garantizado, simultáneamente, suministros alternativos razonables de otras fuentes energéticas en tiempo, en calidad y en precio.

Rusia ha hecho pública su determinación de no vender su petróleo a cualquier país que quiera aplicarle el pmbp de la UE.

No hace falta haber cursado primero de económicas para saber que, en un mercado cartelizado, como es el del petróleo, es muy difícil que un cliente imponga a sus proveedores precios máximos a su gusto y a su conveniencia.

Los países que producen y que comercializan materias primas, por extensión, no podrían permitirlo o aceptarlo porque estarían dejando que se asentara un precedente que, más temprano que tarde, acabaría dañándoles a ellos mismos.

Este pmbp perjudicará, sobre todo, a los países que lo imponen, especialmente, los europeos, que se quedarán sin petróleo ruso.

Los riesgos de que provoque el caos en el mercado internacional de la energía son inmensos.

 

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