ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

¿Réquiem por la OTAN?

¿Réquiem por la OTAN?
Zelensky (i), Rutte (d), cuartel general de la OTAN, Bruselas, Bélgica, 17 de octubre de 2024.
Jorge Cachinero el

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El Economista, 21 de abril de 2025, p. 27.

Los expertos en defensa de la campaña electoral de Donald J. Trump (DJT) elaboraron cuatro escenarios sobre cómo abordar los problemas que los países europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) le generan a Estados Unidos (EE. UU.).

Arriba: Vance (i), Hegseth (c), Waltz (d); abajo: Rubio (i), Miller (c), Witkoff (d), marzo de 2024.

Ninguno de ellos sería incompatible con los otros.

El primero denegaría el llamado paraguas de seguridad a los nueve países miembros de la OTAN, de treinta y dos, que no gastan, al menos, un 2% de su Producto Interior Bruto (PIB) en defensa y a los que DJT califica como “gorrones”.

La Organización discutirá elevar ese límite al 3% o, incluso, hasta el 5%, durante su Cumbre 2025, a celebrar en La Haya el mes de junio próximo.

Otros dos escenarios asumen la reducción del número de soldados estadounidenses estacionados en Europa de los 300.000 actuales hasta 60.000 y el cierre de algunas de las seis bases militares que EE. UU. tiene desplegadas en el Viejo Continente, respectivamente.

Por último, los asesores de DJT han pensado en desmantelar la OTAN o, en su lugar, que EE. UU. la abandone, lo que tendría similares consecuencias prácticas.

No obstante, Marco Rubio, secretario de Estado del gobierno de DJT, afirmó a comienzos de marzo de este año que esta opción, en cualquiera de sus dos versiones, no se materializará.

Varias son las tendencias globales irreversibles que están detrás de este ejercicio de planeamiento por parte del equipo del presidente Trump.

La importancia de Europa ha disminuido de forma dramática dentro del proceso de identificación de las prioridades de la política exterior estadounidense, ya que la atención de EE. UU. por Asia crece de manera inversamente proporcional a la que le presta a aquella.

Esta corriente no es nueva, dado que se inició en la época del presidente Bush hijo, y tiene que ver con la realidad del equilibrio de poder en el mundo, que se inclina hacia el este.

La insignificancia de Europa ante EE. UU. se agrava con la llegada de DJT a la presidencia estadounidense porque éste ve a muchos de los dirigentes de aquella como continuadores de las políticas y de las prácticas de Biden al otro lado del Atlántico y, por ello, los desprecia.

EE. UU. quiere reindustrializar su economía para competir mejor con China o con la India y apuesta por la protección de su mercado y de sus compañías mediante la imposición de aranceles a todos aquellos países que considere que están aprovechándose de ella.

EE. UU. necesita pausar el enfrentamiento entre grandes potencias porque no puede hacer frente a Rusia y a China al mismo tiempo y aspira, por el contrario, a entenderse con éstas para repartirse las áreas de influencia de cada una de ellas en el mundo.

DJT (i), Putin (d).

Algunos dirigentes de Europa son sabedores de estas intenciones de DJT, que detestan, y, por ello, necesitan prolongar la confrontación con Rusia para mantenerse unidos y retener el poder político en cada uno de sus países respectivos.

En definitiva, EE. UU. quiere dejar de ser el “policía del mundo”, aunque, al mismo tiempo, aspira a ser la potencia más fuerte del planeta.

EE. UU. no necesita a la OTAN para conseguir estos objetivos de política exterior, aunque muchos harán lo posible por impedirlo dentro de EE. UU. y en Europa.

Quizás, la OTAN no desaparecerá en su formato y con sus objetivos actuales, pero, si sobrevive, cambiará y será una organización más débil.

La comunidad atlántica puede que no se diluya, sin embargo, la unidad atlántica se evaporará.

Para ello, el miedo a Rusia, objetivo de la contención transatlántica en los orígenes de la Alianza, debe ser agitado y propagado para mantener la voluntad de seguir confrontándola como un rival sistémico, que, además, es aliado de China, de Corea del Norte o de Irán.

Europa no puede permitir que EE. UU. abandone su interés por el continente y trata de atarlo a las necesidades de la seguridad europea, reales o ficticias, porque sabe que su dependencia económica o tecnológica de EE. UU. es enorme.

La Unión Europea no conseguirá, en cualquier caso, convertirse en un centro de poder, mucho menos, en una gran potencia, y será incapaz de competir de igual a igual con EE. UU.

Esos dirigentes europeos quieren ganar tiempo en la esperanza de que la presidencia Trump termine en enero de 2029, sin ser conscientes de que las corrientes descritas más arriba son profundas y de largo plazo.

Asimismo, el trumpismo podría continuar más allá de ese año, bien con J.D. Vance o bien con el propio DJT, algo para lo que su equipo está trabajando y estudiando con detalle la Constitución estadounidense.

 

EconomíaEspañaMundoOtros temasUnión Europea

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes