Guerra en Gaza, segunda parte

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El equipo del entonces presidente electo Donald J. Trump (DJT) y Catar mediaron entre Israel y la organización terrorista Hamás para alcanzar en Gaza un alto el fuego, cuya fase primera de las tres acordadas comenzó a aplicarse el 19 de enero pasado y concluyó el 2 de marzo.

Los combates fueron suspendidos durante esos 42 días, Hamás liberó 33 israelíes secuestrados, entre vivos y cadáveres, e Israel entregó cientos de palestinos encarcelados por delitos de terrorismo, algunos de ellos condenados a cadena perpetua.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se replegaron a una zona tapón en la frontera norte de Gaza, los habitantes de la Franja regresaron al norte de ésta y a la ciudad de Gaza y 600 camiones de ayuda humanitaria entraron diariamente en Gaza.

Las negociaciones sobre el periodo segundo del acuerdo comenzaron el decimosexto día del primero con el propósito de liberar al resto de los secuestrados israelíes y encontrar una solución a la gobernanza de Gaza, una vez liberada del yugo de Hamás.

La fase tercera tendría como objetivo planear la reconstrucción de la Franja.

Esta etapa última implicaría que Hamás intercambiaría los cuerpos del resto de los rehenes que quedan en Gaza a cambio de un plan de reconstrucción de la Franja bajo la supervisión internacional y de un periodo de duración de 3 a 5 años.

No obstante, el alto el fuego se encuentra en el limbo porque, tras haber finalizado el ciclo primero, las negociaciones para que Hamás libere a más israelíes secuestrados están estancadas.

Israel aceptó la propuesta de Steve Witkoff, enviado especial para el Oriente Próximo del presidente de EE. UU., para extender dicha fase inicial hasta la conclusión del Ramadán musulmán y de la Pascua judía, que finalizan el 29 de marzo y el 20 de abril, respectivamente.

Asimismo, Israel demanda a Hamás que libre, antes del fin de esas fechas festivas, a la mitad de los 59 secuestrados israelíes restantes, de los que sólo 20 estarían vivos, si no, se suspendería la entrada de ayuda humanitaria en Gaza.

Hamás, en cambio, quiere que el alto el fuego pase directamente a su etapa segunda, en la que, en su opinión, las FDI abandonarían completamente Gaza, Israel finalizaría la guerra, mientras que Hamás no se desarmaría, la que es una línea roja para el grupo terrorista.

Las posiciones están muy alejadas, especialmente, en lo que hace a la entrega de los israelíes secuestrados, ya que el grupo terrorista quiere mantener, vivos o muertos, a un grupo de ellos a modo de salvaguarda macabra.

Por su parte, Israel no permitirá que Hamás siga en control de la Franja y el fin de esta fase inaugural significa para Jerusalén una Gaza sin Hamás.

Hamás tendría que aceptar retirarse del poder -algo que ha insinuado que estaría dispuesta a hacer, aunque de forma poco creíble-, pero, aun así, exigiría seguir siendo un factor decisivo en cualquier estructura de gobierno en Gaza, lo que Israel nunca aceptará.

No obstante, Hamás está reclutando nuevos guerrilleros de forma activa y la Inteligencia israelí cree que todavía cuenta con hasta 25.000 combatientes, a pesar de que carezca de la potencia de fuego que tuvo el 6 de octubre de 2023, antes de su invasión de Israel.

El grupo terrorista ambiciona con la conclusión de este paso inicial del alto el fuego que las FDI abandonen por completo Gaza y que el final de la guerra sea garantizado por Egipto, por Catar y por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Hamás afirma que no liberará a más secuestrados israelíes sin esos garantistas internacionales, que Israel rechaza.

Israel está incrementando la presión sobre Hamás.

Jerusalén cortó el suministro de electricidad a la Franja, avisó de que hará lo mismo con el de agua y activará el apoyo que DJT le ha prometido.

Israel comenzó la ejecución de la Operación Fuerza y Espada durante la noche del 17 de marzo, una ronda nueva de ataques aéreos contra objetivos y dirigentes de Hamás en Gaza, que están siendo los más intensos desde el alto el fuego iniciado a mediados de enero.

La segunda parte de la Guerra en Gaza parece inminente.

Este capítulo nuevo del enfrentamiento será más breve e intenso, la ayuda a la población se entregará en zonas humanitarias del sur de la Franja, nunca en las de guerra, y no concluirá hasta que las FDI hayan destruido por completo la estructura de Hamás en Gaza.

Jerusalén no puede permitirse un resultado distinto del anterior para que, en ningún caso, se presente por los terroristas del “eje de la resistencia” como una victoria.

Este reinicio de la intervención de Israel en Gaza, desde el norte hasta el sur, podría concluir con el establecimiento temporal de una administración militar israelí para alcanzar un doble objetivo.

Esa autoridad impediría la reconstrucción de Hamás como organización combatiente y que, lo que quede de ella, continúe en control de la entrada y de la distribución de ayuda humanitaria a la población de Gaza para que pueda seguir sometiéndola.