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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

El español que construyó un imperio hotelero en el Sahara

El español que construyó un imperio hotelero en el Sahara
Francisco López-Seivane el

Lo prometido es deuda. Esta es la historia de un hombre singular, que fue al desierto en busca de aventura y terminó construyendo un imperio en la arena. En los ochenta, Luis Pont viajó con su hermano al Sahara en vespa, una marca de la que eran concesionarios en Barcelona, abducidos por esa extraña fascinación que produce en los moteros la arena y los horizontes. Dieron en llamar su expedición la Transahariana. El recorrido les llevó de Barcelona a Argelia, Mali, Niger…, y vuelta. Tan fascinado regresó Luis de su aventura que no paró hasta viajar al desierto de nuevo en 1994. Esta vez, con su familia y en un potente todoterreno.

Luis Pont y su hermano atravesando el Sahara en vespa.
Luis Pont posando sonriente en el jardín del Xaluca Kasba de Erfoud/ F. López-Seivane

Una vez en Merzuga, contrataron a un guía llamado Tayeb, quien les propuso adentrarse en el océano de dunas que se extiende hasta el infinito, un lugar al que jamás podrían llegar en moto. Alquilaron unos dromedarios con sus camelleros correspondientes y marcaron un itinerario que les llevaría a Khamlia. Cuando ya estaban encima de los animales, el guía les pidió las llaves del coche. Pensando que habría olvidado alguna cosa en el vehículo, se las dieron sin recelos. Cuál no sería su sorpresa cuando vieron cómo el todoterreno se alejaba entre una nube de polvo.

La familia Pont iniciando el famoso paseo en dromedario por el desierto.

Se sintieron robados y engañados y apenas disfrutaron de la travesía. Sólo ansiaban llegar a algún lugar para poner el hecho en conocimiento de la policía, pero una nueva sorpresa les aguardaba. Cuando por fin entraron al poblacho de destino a lomos de sus dromedarios, lo primero que vieron fue su coche esperándoles reluciente y aparcado a la sombra, junto a un Tayeb sonriente. Ahí nació una inquebrantable amistad. Al término de la estancia, Tayeb le contó su sueño de abrir un modesto establecimiento turístico, un albergue de cuatro habitaciones. Luis le ofreció participar como socio, un pretexto para facilitarle la financiación que precisaba. No era una gran cantidad, el equivalente a 250 euros, así que Luis se los dio a cambio de disponer de una de las habitaciones gratis cuando volviera cada año. El pacto se selló con un apretón de manos al estilo bereber… y hasta hoy.

Luis Pont y Tayeb repiten el apretón de manos que selló un imperio

El diminuto albergue fue dando lugar paulatinamente a una cadena hotelera, Xaluca, que hoy cuenta con siete hoteles y campamentos, todos a oriente del Atlas, en tierra berebere, con una capacidad superior a las mil camas. Quizá os extrañe, como a mi, el nombre tan exótico que dieron a su empresa, pero Luis me lo aclaró con una sonrisa, junto a la piscina del Xaluca Erfoud, el más antiguo de todos: “En mis años mozos formé una sociedad con dos buenos amigos para explotar un restaurante en Sabadell, que dimos en llamar Xaluca, juntando las primeras sílabas de nuestros nombres: Xavi, Luis y Casellas. El negocio fue bien, pero al cabo de un tiempo decidimos dejarlo y yo me quedé con el nombre”. Xaluca (pronúnciese Chaluca) es ahora un pequeño imperio, que incluye también una agencia de viajes, en Barcelona, organización de eventos y hasta alquiler de aviones particulares para viajar directamente al desierto.

Xaluca Kasba, el primer gran hotel del grupo en Erfoud/ Foto: F. López-Seivane

Visité por primera vez el Xaluca Kasba, que así se llama el hotel de Erfoud, en 2008. Lo primero que me sorprendió fue que todo el personal hablaba español. Después, la precariedad de los materiales empleados en la construcción, todos muy básicos y obviamente obtenidos en la  región: piedra, madera, ladrillos mal cocidos, cemento basto…, pero, en conjunto y teniendo en cuenta donde nos encontrábamos, ofrecían un confort notable. Luego comprendí lo difícil que debe de ser construir en un lugar tan remoto y apartado, donde todo hay que traerlo desde muy lejos. Entonces califiqué el establecimiento como ‘lujo rústico’ y creo que sigue siendo apropiado hoy. Ahora está muy cuidado. El gran patio interior parece un oasis, lleno de flores y con una gran piscina. Las habitaciones tienen los lavabos en mesas de mármol lleno de incrustaciones fósiles. Los cuartos de baño son enormes y cómodos; las camas, una delicia; la comida, variadísima y muy bien condimentada. Además, todos los Xaluca disponen de Hamman con todo tipo de tratamientos. Una cosa es la primera impresión cuando llegas directamente desde España. Otra, cuando regresas tras un par de jornadas en el desierto. Entonces es cuando aprecias en todo su valor los servicios y la extraordinaria hospitalidad que ofrecen.

El interior del Xaluca Kasba parece un auténtico oasis/ Foto: F. López-Seivane
Detalle del gran jardín interior del Xaluca Kasba/ Foto: F. López-Seivane

Precisamente para atender a quienes buscan una experiencia ‘auténtica’ y quieren pasar una noche en Erg Chebbi, la Gran Duna, Xaluca cuenta con campamentos de jaimas, las típicas tiendas de los berebere, hechas con pelo de camello, que permiten dormir con el mayor confort posible en ese lugar donde la luna y las estrellas brillan como en ningún otro. Nunca olvidaré el sonido de los tambores de los berebere alrededor del fuego, tras una cena opípara sobre las arenas alfombradas.

Xaluca tiene también campamentos de jaimas para experimentar el desierto en grupo/ Foto: F. López-Seivane
… y también lujosas jaimas individuales donde pernoctar como un sultán/ Foto: F. López-Seivane

En animada charla, Luis Pont, un hombre carismático que derrocha simpatía, me confió que la mayor parte de los beneficios de Xaluca se reinvierten en la expansión de la compañía, que ya prepara un nuevo hotel de lujo en Merzuga, y un diez por ciento se dedica íntegramente a obras sociales en la región (escuelas, dispensarios, pozos de agua, etc.). No es de extrañar el respeto y simpatía que Xaluca despierta en toda la zona, donde dan trabajo a más de mil quinientas personas.

Un pozo en medio del desierto puede ser la vida/ Foto: F. López-Seivane

Lo cierto es que Tayeb, aquel guía que le ‘limpió’ el coche a Luis, es ahora el director general de la compañía sobre el terreno y vive como un jeque en su kasba particular, un recinto amurallado con una serie de chalets de alto standing, que acogen a todos los miembros de su familia, con sus respectivas proles. Tayeb, un hombre alto, apuesto y cercano, se echó a reír a carcajadas cuando me referí a su complejo llamándolo ‘Tayeb Village’.

En el grupo Xaluca juega un papel muy importante Elisabet Pont, hija de Luis, una joven muy bien formada y ‘con la cabeza perfectamente amueblada’, al decir de su padre. Eli, que ya participó de niña en la primera expedición familiar al desierto, es una gran amante de esas soledades. Le preocupan los prejuicios que puedan tener algunos acerca de viajar a países musulmanes: “Es normal que, con la que está cayendo en todo el mundo, la gente tenga cierta prevención a viajar a países musulmanes, pero hay que tener en cuenta que hoy en día en cualquier lugar pueden ocurrir cosas. Marruecos es un país muy seguro. A la gente de aquí tampoco le gusta lo que está pasando. Ser árabe o musulmán no implica en absoluto ser un radical”. Y en eso tiene toda la razón del mundo.

Eli Pont es la responsable de Marketing y Eventos de Xaluca/ Foto: F. López-Seivane

Pero que nadie piense que Luis Pont dio por liquidado su espíritu aventurero y trotamundos con la creciente pujanza del grupo Xaluca. Todavía se iría a Mongolia por carretera con su mujer y llevaría a cabo un interesante y original proyecto con su hijo Joan, al que llamaron Pola Road. Estaba patrocinado por las cámaras Polaroid y consistía básicamente en “repartir sonrisas por África”. Fotografiaban a los niños y les entregaban la copia de inmediato. Creo que a nadie le costará trabajo imaginar la cara de aquellos niños. Con las mejores fotos hicieron un libro que Luis prometió enviarme “en cuanto llegue a Barcelona”. Seguro que no tardará, pero ya se sabe cómo son los chicos… Lo importante es que el dinero recaudado con la venta del libro va íntegramente a mejorar las condiciones de vida de aquellos niños.

Foto tomada por Joan Pont durante la expedición Pola Road
Luis Pont entre una multitud de niños durante la expedición Pola Road/ Foto: Joan Pont

Portada: Jaima de Xaluca en pleno Sahara/ Foto: F. López-Seivane

Para este reportaje he utilizado una cámara Fujifilm X – T10

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Francisco López-Seivane el

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