El 23 de octubre del pasado 2019 comenzaba mi aventura personal escribiendo este blog. Lejos de demostrar algún tipo de fanatismo hacia la saga de La Guerra de las Galaxias, «Que la fuerza te acompañe» pretendía y pretende ser un rincón en el que defender, bajo muy diferentes perspectivas, el entrenamiento de fuerza como una pieza clave en la protección de la salud. No me corresponde a mí decir si esta defensa ha sido buena o mala, pero sí que puedo asegurar que voy a seguir haciéndolo, porque lo creo y porque eso que llamamos la evidencia científica (ahora tan maltratada) lleva mucho tiempo demostrando que el ejercicio de fuerza es necesario y fundamental. La realidad es que por muchas que sean las voces que hablen de sus beneficios, gran parte de este esfuerzo cae en saco roto y conviene repetirse una y otra vez ¿Por qué es tan necesario entrenar la fuerza? Vamos a darte muchos motivos, pero antes, para las personas que se cierran en banda, conviene recordar que:
- Entrenar fuerza no equivale a ganar volumen muscular desproporcionado. Descártalo ya. No es así. Ganar músculo requiere esfuerzo. Ganar mucho músculo, el suficiente para que se te note a simple vista, bastante más. Conseguir el cuerpo de una persona con aspecto de culturista, exige un enfoque de tu entrenamiento, nutrición y tu vida en general, orientado a este objetivo. No ocurre por accidente.
- Fuerza no es necesariamente fuerza bruta o fuerza máxima. Igual te ha venido a la cabeza la imagen de un forzudo tirando de un camión. Un salto vertical para machacar en una canasta o un saque de tenis es fuerza explosiva. Una bajada esquiando es fuerza resistencia. Que no puedas abrir la tapa del tarro de espárragos es una falta de fuerza de agarre. Todas se entrenan y todas tienen sus particularidades.
- No es lesivo. Para eso tienes a profesionales, para que te ayuden a ejecutar los ejercicios con técnica perfecta y te marquen las progresiones. Las lesiones no llegan por entrenar la fuerza, ocurren por hacer el bestia con los pesos y encima (en la mayoría de los casos) hacerlo mal.
Estas tres simples apreciaciones consiguen que una enorme cantidad de personas huya del entrenamiento de fuerza, cual almas perseguidas por el diablo. A lo largo de este difícil año han sido recurrentes los artículos en los que hemos defendido por qué debes incluir en tu entrenamiento ejercicios de fuerza. Hoy, a modo de cumpleaños, os dejo los que considero claves para entender sus beneficios y cómo trabajarla:
- Es una herramienta clave en la lucha contra la sarcopenia. La conservación de tu masa muscular, es importantísima para tu calidad de vida y evitar muchas situaciones de dependencia en la tercera edad.
- El entrenamiento de fuerza es, por supuesto, adecuado para mujeres. Fuera prejuicios incomprensibles.
- Hay una errónea división entre entrenamiento de fuerza y cardio. Puedes conseguir ambas a la vez.
- Recuerda los dos ejercicios que deben estar siempre en tu entrenamiento y a los que no debes tener miedo: la sentadilla y el peso muerto.
- No todo son pesas, también te contamos cómo los ejercicios isométricos pueden ser un gran entrenamiento de fuerza.
- En estos tiempos de aislamiento social, especialmente de los más mayores, recuerda que también pueden trabajar su fuerza en casa, de manera sencilla y segura.
- El entrenamiento de fuerza es fundamental para combatir la maldición de la delgadez fofa.
- Y por supuesto, ni diez mil ni veinte mil pasos. Caminar no es suficiente.
En la situación actual de pandemia, es difícil saber identificar los retos que esperan a nuestra salud. Pero ocurra lo que ocurra, ser fuertes nos ayudará siempre. No hay que ser trágicos, pero una de las secuelas de este Covid-19 de las que menos se habla, es la brutal pérdida de masa muscular que sufren los pacientes que pasan por la UCI. No creo que debas encontrar la motivación en la enfermedad, el camino que hay que buscar es el de la salud, pero si ese objetivo no te vale, quizás el miedo pueda convencerte. Cualquiera que sea tu circunstancia personal, desde aquí te deseo «Que la fuerza te acompañe».
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