Guerra, drogas y negocios en Ucrania

NB: Una versión distinta de este artículo fue publicada anteriormente en El Economista con un título diferente.

El uso de las drogas durante las guerras tiene una historia muy larga.

Durante la II Guerra Mundial, las Fuerzas Armadas alemanas suministraban pervitin, una anfetamina, a sus soldados.

El pervitin era considerada la droga milagrosa de los nazis y fue diseñada para que pilotos, marineros y tropas de infantería tuvieran un rendimiento sobrehumano durante el combate.

Los soldados que tomaban pervitin permanecían despiertos durante días, caminaban kilómetros sin descanso y no sentían dolor, ni hambre.

Los soldados estadounidenses, por su parte, utilizaron, en la II Guerra Mundial, benzedrina para mantenerse despiertos y concentrados.

En 1971, el departamento de Defensa de Estados Unidos (EE. UU.) hizo público un informe, según el cual, el 51% de soldados estadounidenses enviados a la Guerra de Vietnam fumaba marihuana, el 31% consumía psicodélicos, como LSD, mezcalina o setas alucinógenas de psilocibina, y otro 28% usaban drogas duras, como la cocaína o como la heroína.

Al llegar a 1973, el 20% de los soldados estadounidenses en Vietnam eran consumidores habituales de heroína, es decir, se habían convertido en adictos a la misma.

En los años 90, durante la guerra civil en Sierra Leona, el gobierno de la vecina Liberia solía inyectar a los niños soldados con cocaína o los hería en la cabeza y en los brazos para, posteriormente, restregar cocaína sobre sus heridas.

En julio de 2022, Business Insider, la publicación neoyorquina de información financiera, publicó que, de acuerdo con las afirmaciones de Konstantin Kosachev, vicepresidente del Consejo de la Federación de Rusia, y de Irina Yarovaya, vicepresidente de la Duma o parlamento estatal de Rusia, los soldados ucranianos toman drogas para mejorar su rendimiento en combate.

El uso de drogas entre los soldados ucranianos está extendido, especialmente, en las líneas del frente de combate, ya que éstos las utilizan o bien como estimulante o bien como ayuda para gestionar el trauma causado por la experiencia directa de la guerra.

De forma perversa, el conflicto militar en el este de Ucrania se ha convertido en una oportunidad de negocio para el crimen organizado, que se ha encontrado con un mercado potencial enorme entre los miembros de la Fuerzas Armadas de Ucrania.

Este mercado nuevo se compone, fundamentalmente, de dos segmentos.

Uno es el de las medicinas legales enviadas a las unidades en primera línea de combate.

El uso terapéutico de éstas es, obviamente, el de calmar el dolor de los heridos, sin embargo, la realidad es que son consumidas como drogas por los soldados y, por ello, en cuanto llegan a las unidades situadas en el frente de batalla, desaparecen en cuestión de horas.

Otro es el de los cuadros de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

Desde el comienzo de la Operación Militar Especial (OME) rusa en Ucrania, la población local se ha empobrecido, mientras que los recursos disponibles y las ayudas financieras de Occidente están dirigidas a sufragar los gastos de la Institución militar ucraniana.

Los militares ucranianos son, por tanto, los ciudadanos mejor pagados del país.

Los soldados que combaten en la primera línea de los frentes ganan, de media, unos $3.400 al mes, y sus superiores, aún más, cuando el salario medio de cualquier ucraniano, antes de febrero de 2022, era de $400 al mes.

Esta situación está atrayendo a los traficantes de drogas ilegales hacia los militares, sobre todo, aquellos que están destinados en zonas de combate, de un país que, ya de por sí, antes del inicio del conflicto, era considerado como uno de los más corruptos de Europa.

En palabras de periodistas ucranianos, “Ucrania se gestiona como una empresa criminal”.

El nivel de libertad con el que la droga circula a lo largo del teatro de operaciones en el este de Ucrania, al que es tan difícil acceder, es imposible de entender sin incluir en el cálculo la variable de la corrupción.

Los traficantes tienen bien desarrollada su estructura de suministro en el frente.

Antes del estallido de la OME, Ucrania era un país de tránsito tanto para la cocaína procedente de América Latina, que entraba a través del Mar Negro y por el puerto de Odesa, como para la heroína originaria de Afganistán.

Sin embargo, las drogas más consumidas por los soldados ucranianos, en la actualidad, son las sintéticas, conocidas como las drogas zombies o flakka y el alpha PBP, ya que tienen costes muy bajos de fabricación, y el cannabis, que es la más usada por los soldados, a pesar de todos los problemas que la interrupción del suministro de luz y de electricidad están generando para mantener activas sus cajas de cultivo.

Por su parte, el mercado de la cocaína se ha reducido, hasta el punto de su desaparición práctica, ya que es una droga cara y aquellos ciudadanos con los niveles de vida más altos fueron los primeros en abandonar Ucrania al comienzo de la OME.

Asimismo, la ruta logística habitual de entrada de la cocaína, a través de Odesa, ha dejado de funcionar.

Según periodistas ucranianos colaboradores de organizaciones internacionales que están investigando este asunto, las Fuerzas Armadas de Ucrania son parte del problema porque participan de los beneficios de este modelo de negocio y la policía ucraniana sabe lo que está sucediendo porque, también, reciben su correspondiente compensación por este tráfico.

De acuerdo con estos investigadores, el tamaño de este mercado es de unos $20 millones a $25 millones de beneficio neto al mes, que suele ser lavado mediante la inversión en la construcción de hoteles en Turquía o en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), los cuales son vendidos, con un descuento importante, nada más ser terminados.