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Blogs Un poco de silencio, por favor... por Israel Viana

Hot Snakes: «No pensamos mucho en si hemos sido una banda influyente»

Hot Snakes: «No pensamos mucho en si hemos sido una banda influyente»
Hot Snakes, durante un concierto de 2018
Israel Viana el

«La razón más importante del fin de Drive Like Jehu fue que yo quería dedicarle todo mi tiempo a Rocket From The Crypt. El ambiente en el último disco, “Yank Crime” (Interscope, 1994), fue muuuuy difícil… Estábamos escribiendo las canciones a ritmo de caracol. Daba la impresión de que todo estaba empapado de tedio. Las canciones se estaban alargando y la memorización se estaba convirtiendo en un problema, cuando anteriormente no habíamos tenido ninguno».

A pesar de estas palabras de John Reis (San Diego, 1969) al fanzine «Buddyhead», lo cierto es que no aguantó ni cinco años sin tocar con Rick Froberg (Los Ángeles, 1968), su amigo de juventud. En concreto, desde que la mítica banda de San Diego se disolvió en 1995, hasta que en 1999 dieron vida al que iba a este su tercer grupo juntos, Hot Snakes.

Cartel del décimo aniversario de La Castanya

Quince años hacía que aquellos dos chavales de 17 y 18 años habían sellado, con el inicio de su amistad, la que sería una de las alianzas más provechosas del punk americano con su primera banda: Pitchfork. «Nos conocimos un sábado o domingo de, creo, 1986. Fue en un picnic organizado por una revista antiautoritaria [anarquista y punk], llamada “Daily Impulse”», recuerda Reis. «John tocaba con su banda, Coitus Interruptus. Aún íbamos al instituto. Fue un día precioso en el que actuaron otros grupos de punk rock, principalmente locales, además de una banda de Los Ángeles llamada Iconoclast», añade su amigo, también guitarrista.

En aquellos primeros meses de 1986, Discharge y los Rites Of Spring de Guy Picciotto y Brendan Canty se acababan de separar, poco antes de formar Fugazi. Sonic Youth fichaba por SST Records y publicaba «Evol». AC/DC vendía cinco millones de copias de su álbum «Who Made Who». Grupos de punk como Die Kreuzen y Wipers giraban con sus nuevos discos y D. Boon moría en accidente de tráfico a pocos kilómetros de allí, justo nueve días después de que Minutemen dieran su último concierto, teloneando a R.E.M. en Charlotte, e incluso tocaran con ellos algunas canciones.

Fueron todas estas influencias las que, junto a los Beatles, el blues o Neu!, tomaron Rick y John para Pitchfork, Drive Like Jehu y Hot Snakes, pero dándoles a todas unas cuantas vueltas de tuerca hasta hacerlas en irreconocibles: «No sé si las canciones de uno de nuestros grupos podrían haber valido para los otros», comenta Reis con respecto a estos u otros proyectos que el dúo ha tenido por separado, como los famosos Rocket from the Crypt y Obits. «Creo que el germen de cualquier idea que tenga con la guitarra es transformado en gran medida por el grupo con el que toque. Es posible que algunas cosas hayan salido de ideas de las otras bandas… aunque no, realmente no lo creo. Todas las canciones de Hot Snakes nacen prácticamente del tiempo que le hemos dedicado a escribir canciones para Hot Snakes», rectifica.

Es como si ambos guitarristas hubieran lanzado al aire todas esas influencias (obvias y no tan obvias, comerciales y menos comerciales) y las hubieran acelerado, en unos casos, y ensuciado en otros. Como si hubieran jugado con ellas hasta convertirlas en riffs entrecortados, cambios de ritmo, subidones de intensidad, melodías desenfrenadas y gritos por doquier tan reconocibles, que han hecho de ellos un dúo imprescindible para entender la escena underground de Estados Unidos de los últimos 25 años. «Yo no diría que nuestros discos fueron esenciales, más bien que han influenciado. Me di cuenta cuando la gente empezó a acercarse para decirnos que les habíamos inspirado. Cuando comenzaron a pedirnos entrevistas y percibimos que la gente respondía. Pero creo que de todo eso nos dimos cuenta más tarde. En el momento de Drive Like Jehu, para mí era suficiente con estar en una banda y hacer música», explica Froberg.

«A mí me alegra saber que a la gente le gustó esa banda o que la música de Rick y mía es una influencia para ellos, aunque realmente no pensamos mucho en eso. Nos satisface más mirar hacia el futuro», subraya Reis. Un futuro que, en 1999, tras dejar huella con Drive Like Jehu, se cristalizó en Hot Snakes, la banda que este fin de semana encabeza la celebración del décimo aniversario del sello La Castanya: hoy viernes en Madrid (sala Barceló) y mañana en Barcelona (sala Apolo), junto a los renacidos The Van Pelt, Flasher y White Magic.

Entre 2000 y 2004, grabaron tres discos con los que consiguieron abandonar un poco el sanbenito del «emo» que arrastraban desde los tiempo de «Yank Crime», para acercarse todo lo posible al rock. «No sé cómo suena el emo. Creo que me etiquetaron así porque gritaba mucho, lo que se debía a que no oía nada de nada», asegura Froberg. Había llegado la hora de la concreción, de no «alargar las canciones», como lamentaron años atrás. Ahora, tres minutos máximo, sin olvidar la tensión marca de la casa y con toda la energía canalizada hacia la boca del estómago y la melodía suficiente como para caiga algún clásico en el camino. «Hay una cronología con respecto a las bandas en las que hemos tocado, la cual ha determinado nuestro crecimiento musical y los cambios de estilo que hemos tenido. Lo cierto es que, con cada nueva banda, siempre hemos tomado la decisión de hacer algo diferente», subraya Reis, fundador y dueño también del sello Swami.

Este año, tras una década y media sin pisar un estudio como Hot Snakes y con sus miembros repartidos entre Nueva York, Filadelfia y San Diego –añadamos al batería Gar Wood y al bajo Jason Kourkounis–, la banda ha publicado «Jericho Sirens» (Sub Pop, 18). Diez nuevos cortes en los que parece que no ha pasado el tiempo. Como si los amiguetes de juventud, ya en los 50, no estuvieran dispuestos a olvidar la mala leche. El mismo veneno bajo la piel de la serpiente e, incluso, con un nivel mayor de velocidad y contundencia. «Teniendo en cuenta la distancia entre nosotros, los ensayos de Hot Snakes no son muy comunes, aunque gracias a Dios existen los aviones. Si todos estamos emocionados con hacer esto, no es complicado. Simplemente lo arreglamos y hacemos los planes lo mejor que podemos», concluye John Reis.

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Otras entrevistas:

– Za!: «Hay que tomarse el cachondeo muy en serio».

Chris Leo: «The Van Pelt rechazamos ofertas de multinacionales que buscaban otro Nirvana».

– Animal Collective: «Con “Sung Tongs” pudimos empezar a pagar las facturas».

– Avishai Cohen: «Supe que tenía talento para el jazz a los diez años».

– Esmerine: música de cámara del siglo XXI.

– Lidia Damunt: «Siempre he querido dejar la música».

– Ainara LeGardon: «Para redefinir la SGAE, primero tiene que desaparecer».

– Bonnie ‘Prince’ Billy: «Nunca leo las críticas de mis discos».

– Sr. Chinarro: «Yo ya no salgo a tocar si no voy a traerme dinero a casa».

– Residente: «Calle 13 se había convertido en algo irritante».

Pedro Iturralde: «En los 50 nadie conocía a Miles Davis en España».

– Pablo Und Destruktion: «Estoy petado de líneas rojas».

– Matt Elliott: «En las giras vivo altibajos emocionales».

– Refree: «¿Miedo al flamenco? Los guitarristas de Pepe Marchena eran unos punkis».

– Forastero: «Es triste que Spotify te dé toda la música del mundo por el precio de una copa».

– Isasa: «A Room With A View fue un grupo muy intenso para mí».

– Santi García: «La primera vez que escuché a Fugazi, pense: ¿pero qué mierda es esto?».

– Steve Gunn: «Hasta el año pasado no me consideré músico profesional».

– Geoff Farina: la delgada línea entre Minutemen y «Mississipi» John Hurt.

– Rick Froberg (Drive Like Jehu): «Vendí mis vinilos para comer».

– Ian Williams (Battles): «Vivir en Malawi coloreó mi visión de la música».

– Alan Sparhawk (Low): «Todos los ingresos de Low son de tocar en directo».

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