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Ucrania, las guerras industriales del s. XXI

Ucrania, las guerras industriales del s. XXI
Factoria estadounidense de carros de combate M-3, 1942.
Jorge Cachinero el

Las Fuerzas Armadas suelen ser entrenadas para librar las guerras del pasado.

Desde el final de la II Guerra Mundial, además, los dirigentes políticos olvidaron principios fundamentales de todo conflicto bélico porque, durante las últimas décadas, todas las guerras han sido enfrentamientos locales.

Así, en la guerra que se está desarrollando en Ucrania, algunos de los contendientes se están enfrentando a desafíos similares a los que hubo que abordar durante las guerras mundiales del siglo pasado.

El problema principal, una vez más, es que las estructuras industriales de algunos países no están siendo capaces de reabastecer las reservas de sus Fuerzas Armadas en combate, dada la naturaleza de alta intensidad que está teniedo la guerra en Ucrania.

En el caso de los países occidentales, Estados Unidos (EE. UU.) y sus socios europeos se habían acostumbrado, durante décadas, a participar en combates, como los de Afganistán o como los de Iraq, que fueron, sin duda, grandes conflictos armados, pero, sin embargo, de una escala mucho menor a los de la guerra en Ucrania.

Soldados estadounidenses, Najaf, Guerra de Iraq, 23 de marzo de 2003.

En la actual contienda en Ucrania, los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que son los que han estado entrenando, armando y financiado a las Fuerzas Armadas ucranianas, han agotado su estocaje de municiones, de armamento y de reservas militares muy rápidamente.

Por ejemplo, los sistemas portátiles estadounidenses de defensa antiaérea –Man-Portable Air-Defense System (MANPADS), en inglés-, FIM-92 Stinger, se agotaron durante los primeros meses de la guerra en Ucrania.

De nuevo, las grandes naciones occidentales llevaban años preparándose y planeando su intervención en grandes conflictos bélicos, mientras que sus reservas de municiones eran bajas.

Tras más de un año y medio de combate, los almacenes militares occidentales tardarán años en reabastecerse para volver alcanzar los niveles de suministros anteriores al comienzo de la guerra en Ucrania.

Tiempo de reemplazo del equipo militar estadounidense, guerra en Ucrania, enero de 2023, CSIS.

En el caso de EE. UU., el vaciado de sus depósitos, con la excepción del mínimo indispensable que se han reservado para sus propias Fuerzas Armadas, les ha obligado a tener que forzar a sus socios europeos o a sus socios asiáticos para que pusieran sus existencias a disposición del gobierno de Kiev.

Corea del Sur lo hizo a regañadientes y sólo después de haber establecido como condiciones que el armamento y las municiones enviadas por los coreanos a EE. UU. no fueran usadas en el teatro de operaciones en el este de Europa y que, en el futuro, aquellas deberían ser devueltas al gobierno de Seúl.

De hecho, la fórmula encontrada por el gobierno estadounidense para cumplir con estas exigencias ha sido enviar sus propios obuses a Ucrania y reemplazarlos por los recibidos desde Corea del Sur.

En resumen, la guerra de Ucrania, en el corto plazo, ha vaciado los estocajes de las naciones occidentales, que, en el largo plazo, están sustituyéndolos con sistemas más modernos y con mayores volúmenes de municiones, dado que, en el fondo, están preparando a sus economías nacionales para una guerra contra China.

La preocupación de los países de la OTAN es de tal calibre que están, en estos momentos, por ejemplo, doblando la producción de la munición para sus Fuerzas Aéreas porque, con los niveles actuales, no darían para mucho más de una semana de combate.

EE. UU. está utilizando un 60% de la producción actual para reabastecer sus arsenales, mientras que el resto se lo está vendiendo a sus socios europeos o se está dedicando directamente a la guerra en Ucrania.

Así, los estadounidenses acaban de adquirir 106 vehículos de combate de infantería nuevos para el Ejército, lo que les ha permitido enviar los viejos M-113, basados en los Bradley, sin la torreta, al conflicto ucraniano.

EE. UU. está aprovechando este tiempo como una oportunidad para reemplazar y modernizar su equipamiento militar, a la vez que se desprende del más antiguo.

Europa se encuentra en una situación más delicada, ya que sus llamamientos reiterados al incremento de sus presupuestos de defensa no se han materializado, con la excepción de Polonia.

El canciller Scholz contrajo el compromiso de llegar a la cifra de €100 millardos de gasto en material militar, que, sin embargo, sigue sin ser aprobado todavía.

La prueba de esto son los problemas que los países europeos están teniendo en suministrar carros de combate al gobierno de Kiev.

La ironía es que Europa se está convirtiendo en una gran oportunidad de mercado para los países que son los mayores productores de sistemas de armas del mundo y, a pesar de que quiere probarse a sí misma que es capaz de producir para cubrir sus necesidades de municiones y de armamento, está comprándolos directamente a EE. UU.

Fábrica rusa de carros de combate T-14 Armata, Nizhny Tagil.

Mientras tanto, la economía y el complejo industrialmilitar rusos han sido puestos al servicio de la fabricación masiva de sus necesidades armamentísticas nada más comenzar el conflicto en Ucrania.

 

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