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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Entrevista a Ana Galvañ, diseñadora gráfica

Murciana afincada en Madrid, trabaja como freelance para editoriales, agencias de publicidad y medios de comunicación impresos de relevancia internacional

Entrevista a Ana Galvañ, diseñadora gráfica
Pablo Delgado el

Diseñadora gráfica, ilustradora, y autora de cómics, Ana Galvañ (1957) tras estudiar Bellas Artes en Valencia, se dedicó al diseño gráfico, y de ahí, a crear ilustraciones en las que descubrimos mundos fascinantes de color y geometría. Una psicodelia gráfica muy atrayente, que la caracteriza por tener un estilo propio y diferenciador, y por el que los grandes de la prensa internacional como The New York Times, The New Yorker o The Guardian, van en su busca para llenar sus páginas de color y mensaje gráfico.

Su trabajo está influenciado por su etapa como diseñadora gráfica en referencia a la composición visual de los elementos y por las líneas geométricas y circulares utilizadas, en una clara alusión a la Bauhaus, el constructivismo ruso y las vanguardias de principios del siglo XX, así como, al cómic independiente contemporáneo; sin dejar de lado un maravilloso empleo de colores suaves, profundos y luminosos que dan como resultado trabajos vibrantes de un estilo temperamental y evocador. Su manera de jugar con la trinidad compuesta por la forma, el color y la línea, se entrelazan y solapan para crear una claridad y una profundidad cautivadora.

Además, sus cómics han sido publicados por editoriales como Fantagraphics, Nobrow, Ultrarradio, Vertigo DC, Off Life, Autsáider, y Fosfatina. Hace unos meses publicó el cómic Tarde en McBurger’s, una historia preadolescente editada por Apa-Apa.

Háblenos un poco de usted ¿cuándo y cómo surge su interés por el dibujo?
Dibujaba a corta edad, como la mayoría de niñas, de esa forma desenfadada y natural. Enseguida comencé a dibujar cómics imitando primero el estilo de algunos cómics de Bruguera y de Quino, y después el de mis animes favoritos. Tras la adolescencia dejé de dibujar durante varios años y me dediqué al diseño gráfico.

¿Qué significa para usted dibujar?
No significa mucho en sí. Quiero decir que no obtengo placer al dibujar sin tener una idea en mente, o como un medio para narrar o comunicar algo. Lo he intentado, he llevado libretas encima pero no da resultado. Nunca dibujo sin más.

¿Cómo definiría la figura y qué requisitos considera necesarios para ser un buen ilustrador?
El concepto «buena ilustradora» es muy relativo porque puede someterse a un sesgo por criterio personal. Preferiría definir la idea de «ilustradora profesional» refiriéndome a alguien que consigue hacer de ello su profesión. En ese caso, ayuda mucho que tenga cierta trayectoria (puede que no sea larga, pero sí fuerte), que sepa adaptarse bien a los encargos y que esté al día de las demandas de la industria en su campo concreto (prensa, editorial, libro ilustrado, etc)

Y usted ¿cómo se define? ¿Cuál diría que es su mayor habilidad y cómo la ha ido perfeccionando a través de los años?
Soy una persona transfeminista y de izquierdas que se dedica profesionalmente a la ilustración y al cómic. Mi trabajo tiene influencias del cómic y el diseño, más que de la pintura; por eso, los factores narrativos y compositivos son mi fuerte. También el deseo constante de evolucionar y el gusto por la experimentación, me han llevado a lugares (antes) impensados.

¿La capacidad de dibujar se tiene o se adquiere?
Hay muchos matices en esa idea. Se puede entender la capacidad de dibujar como una forma de interpretar la realidad y el espacio de forma naturalista. Después, están la capacidades creativas y de conceptualización, que a mi juicio, son más importantes. Defiendo la idea de que toda habilidad se puede adquirir con trabajo y dedicación. Y está demostrado que finalmente, quien se dedica a esto no es la persona virtuosa de nacimiento, sino la que ama este medio.

¿Tiene ilustradores de referencia que puedan llegar a inspirarle? ¿Quiénes son?
Mis referencias no son claras, ya que no tengo nada concreto en mente a la hora de afrontar un proyecto, sino que son una amalgama de todo lo que he consumido a nivel gráfico y narrativo a lo largo de mi vida; y supongo que las reproduzco de forma inconsciente. Pero para poder dar una idea general, más que ilustradores concretos, mis grandes influencias han sido el manga y el anime de los años ochenta, la Bauhaus, el constructivismo ruso y las vanguardias de principios de siglo XX. Todo esto sumado a la influencia del cómic independiente contemporáneo.

Ha conseguido un estilo muy definido y expresivo, de gran alcance visual. ¿Cómo llegó a el?
Una de mis bazas es haber aprovechado mis carencias en cuanto al dibujo, en lugar de mejorarlas. En un momento dado decidí que prefería aprovechar mis conocimientos de diseño, composición y conceptualización, en lugar de formarme hacia un estilo más ortodoxo. Creo que parte de lo que me identifica tiene que ver con eso.

 

«Mi principal propósito al dibujar cómics es el de entretener»

 

¿Por qué esa utilización tan llamativa del color en su obra?
Como mi estilo de dibujo, tal como está planteado, ha de ser algo frío y hierático, es a través del color con lo que consigo transmitir sensaciones y emociones. La psicología del color me interesa mucho. Por otra parte, la gama cromática siempre termina de definir la composición y los volúmenes. Además, lo uso para dirigir la mirada hacia sitios concretos de la página.

Cuando empieza un proyecto nuevo ¿cómo es el proceso?, ¿cómo afronta el día a día?, y ¿qué aspectos de ese trabajo llegan a apasionarle más?
Cuando empiezo a plantear una historia de cómic, escribo el guión. Suelo partir de una idea previa a la que llevo tiempo dando vueltas. Lo redacto para mí con anotaciones sobre cómo deben ser los personajes, los planos y las secuencias. Esta es la fase que más disfruto, la más ilusionante. Después hago unos ensayos de estilo, tanto de personajes como de viñetas y fondos. A partir de este momento sigo un proceso clásico: hago los bocetos de todas las páginas, entinto, doy color y texturas. Suelo trabajar hasta la noche, haciendo varias pausas durante el día. También trabajo los fines de semana pero con más calma.

¿Cómo debe ser un mensaje, una imagen o un diseño para que cobre vida, sea fascinante y perdure en el tiempo?
En teoría, y según los manuales de diseño, la imagen debe ser clara y sencilla. Pero también depende mucho de a qué medio y público esté destinada, por lo que a veces, imágenes y conceptos más complejos funcionan a la perfección. No tengo claro que mi trabajo sea fascinante o vaya a perdurar en el tiempo (risas), así que no sé si soy la persona adecuada para definir esa idea. Personalmente, lo que me impacta es la conexión emocional con una obra o composición gráfica. Cuando algo te representa de alguna forma, te «arrebata» para siempre. Suele suceder en la infancia y en la primera juventud, que es el período de formación intelectual. Todo deja más impronta en esos años.

¿Se necesita una agilidad creativa especial para producir ilustraciones editoriales?
Se necesita porque los tiempos son muy cortos. Todo va rápido y hay que tener recursos, principalmente en prensa. Sin embargo, eso es algo que se entrena, e incluso se aprende a medida que pasan los años.

Al abrir un libro o un periódico, ¿qué no soporta ver en una ilustración?
No suelo ver grandes desastres en las ilustraciones editoriales, sino trabajos que me gustan más o menos por afinidad formal o narrativa. Aunque siempre agradezco que la imagen aporte algo extra al texto, que no sea una representación literal.

Realiza trabajos para medios impresos de la talla como The New Yorker, The New York Times… ¿cómo es ese proceso y experiencia cuando ilustra para ellos? ¿Cuándo y cómo le apareció la oportunidad de realizar ilustraciones para dichas publicaciones?
Hace no muchos años empezaron a contar conmigo para estos medios. Comencé aceptando encargos ocasionales para El País y algunas revistas nacionales, y después vino todo lo demás. Los directores de arte son unos ávidos buscadores de material nuevo a través de las redes y tuve suerte de que se fijaran en mí.

 

«Es a través del color con lo que consigo transmitir sensaciones y emociones»

 

¿La «libertad creativa» debe ser una condición sine qua non para el ilustrador?
La libertad creativa, si hablamos de la esencia de la ilustradora, sí. Pero, al menos en mi caso, muchas veces tengo que seguir pautas y directrices. En ocasiones las directoras de arte me piden modificaciones para acercarse a lo que quieren comunicar. Por lo que tengo claro que en esos casos estoy trabajando en equipo.

También destaca por realizar carteles. ¿Cómo entiende la relación del significado entre ese cartel y el motivo que anuncia? ¿Dónde está la eficacia del cartel?
La imagen de un cartel debe representar al máximo a su anunciante, al evento, debe reflejar su esencia. Por otra parte, tiene que comunicar claramente la información. Y si es atractivo visualmente, ya tenemos el combo completo.

¿A través del dibujo podemos despertar cosas invisibles como emociones, sensaciones y sentimientos?
Totalmente. La capacidad de lo visual para transmitir lo inefable, lo que no se consigue contar con palabras, es clara. A través de este medio es posible llegar a lugares psicológicos tan inquietantes como bellos e íntimos.

De los proyectos que ha realizado, ¿hay alguno del que se sienta más orgullosa?
De mis dos últimos cómics publicados con la editorial Apa Apa. «Pulse Enter para continuar» y «Tarde en McBurger’s».

Y ¿se arrepiente de haber hecho alguna ilustración que se haya publicado? ¿Por qué?
Hubo unos años en los que me arrepentí de haber recopilado mis primeras historias de cómic porque la edición tuvo mucho recorrido en el tiempo, y mi trabajo ya había evolucionado mucho, el libro se seguía vendiendo como novedad. Sentía que ya no me representaba, pero tenía que seguir dando la cara por él.

Volviendo a los cómics. ¿Cree que haciendo obras ilustradas es una forma amena de llegar a un público más amplio y conseguir así que se acerquen a temas que les puedan resultar «complicados» de entender?
Puede que sí, aunque mi principal propósito al dibujar cómics es el de entretener. Y lo intento de la forma en que me entretienen a mí las cosas, intentando aportar una experiencia narrativa y visual interesante, y haciéndome pensar un poco. Espero haberlo conseguido. Después, en segundo lugar, me doy cuenta de que me estoy expresando y de que el proceso, aunque arduo, es algo terapéutico.

 

«Agradezco que la imagen aporte algo extra al texto, que no sea una representación literal»

 

En las últimas décadas ha habido un renacimiento del cómic ¿a qué cree que es debido? ¿Es más acertado hablar de cómic o novela gráfica? ¿Por qué?
Sí, hubo un auge del cómic adulto nacional en los años 80 con revistas como El Víbora, pero vivió un hundimiento y ese público se perdió. El cómic adulto resurgió más tarde, en los 2000 impulsado en parte por el concepto «novela gráfica», pero nunca con la fuerza de antes. Personalmente, el concepto no me parece acertado por sus connotaciones. En lugar de ensalzar el cómic como un medio artístico con entidad propia, se lo relaciona con la idea de «novela literaria» para ser tomado en serio. Además, tanto el formato como el concepto dejan fuera otras formas de hacer cómic igualmente válidas como los relatos cortos, el humor o los fanzines.

¿En una sociedad como la actual en que todo es imagen, debería estar más reconocida la labor de los ilustradores por parte de esta? ¿Qué papel juega la ilustración en la cultura visual actual?
La profesión no está tan valorada como debería por el gran valor que representa. La ilustración está viviendo un buen momento porque se ha asentado como forma de expresión y transmisora de mensajes poderosos. Sin embargo, a los profesionales se les intenta timar y explotar por parte de algunos clientes con artimañas como el pago en visibilidad, concursos falsos, presupuestos ridículos, contratos abusivos y pagos a noventa días o más. Por eso es importante asociarse y conocer bien las leyes que nos protegen. Las asociaciones de ilustradores como APIM, APIC y APIV están haciendo un trabajo importantísimo para dignificar nuestro trabajo.

Parea terminar, ¿qué tres libros recomendaría leer a todo ilustrador?
«Lo que más me gusta son los monstruos» de Emil Ferris;  «Arsene Schrauwen» de Oliver Schrauwen; y la última trilogía de Charles Burns.

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