ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Sin cobertura por Jesús García Calero

La conversación interrumpida

La conversación interrumpida
Jesús García Calero el

Las Meninas cuchichean entre ellas en el Museo del Prado. Sus soliloquios reverberan en las salas vacías de una pinacoteca tan silenciosa hoy que casi puede oírse, si te acercas, los latidos del corazón del hombre frente al pelotón de los Fusilamientos, o el crujido de las ruedas del Carro de Heno. Tanta belleza pictórica, tantas pinceladas certeras que iluminan un rostro, una mano, tanta luz atrapada en los aceites del pintor y extendida como fuego, como sol por la ventana, como auras de santidad y carne trémula. Tantos paisajes con los montes azulados por las veladuras están hoy para los ojos de nadie, porque nadie camina por las salas ni pisa el mármol de los pavimentos. Podemos ver las obras reproducidas en la web, claro, pero esas salas desiertas… Tal vez resuene allí el goteo de las lágrimas que caerán en soledad desde los rostros del Descendimiento. ¿Y fuera?, se preguntan los personajes. Hay virus.

En la Biblioteca Nacional están los códices miniados que conocieron la peste negra con las páginas cerradas, plegadas durante siglos, acostumbradas a la paciencia que ahora nos falta. Es cuestión de horizontes y mil años dan muchísima perspectiva. ¿Cuándo pasará este aciago tiempo de epidemias humanas? Nunca, nos dicen. Tenemos que acostumbrarnos a esta levedad, a vivir con todo en el aire, a toda la incertidumbre. Sigue quieta el agua en el vaso oculto que nunca podrá ofrecer al Cid «una niña de nuef años», como consignó Per Abbat, y frescos como el agua son también los versos de los trovadores. Allí esperan hasta que pase la cuarentena los manuscritos de Lope o las resmas hológrafas de los Episodios Nacionales de Galdós, expuestas estos días en un museo que nadie puede visitar. Todo el lenguaje, todas las palabras de nuestra milenaria literatura están calladas ahora mismo en interminables anaqueles. La conversación parece interrumpida. Aunque…

José Manuel Ballester hizo un ejercicio maravilloso al vaciar obras de arte, como estas Meninas sin Meninas para el Museo del Prado. Hoy somos nosotros los ausentes

Sin nosotros, cabe preguntarse: ¿qué sentido tiene? Cuando nada importa y se desquicia el rostro de los Picassos del Reina Sofía o se consume la paciencia de los Rembrandt llevados al Thyssen. La cultura es una conversación y el cierre de las instituciones por emergencia sanitaria ha redondeado un infinito soliloquio. Debemos mantenerla entre todos, ahora eso es más importante que el eco de unos pasos que ya no existen por las salas de las instituciones culturales. Ni la música suena en los auditorios, todo está en nuestra cabeza. Todo es, literalmente, producto de nuestra imaginación.

Para que cualquiera de nosotros desee más ardientemente volver pronto a ver todo, a disfrutar de nuevo todo, hay que mantener la conversación abierta. Leyendo, disfrutando, compartiendo.

Buenas noches, dulces príncipes, princesas, palabras, sombras errantes.

Otros temas
Jesús García Calero el

Entradas más recientes