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Galeón San José: el año que perdimos

No entendemos lo importante que es volver a formular la historia común

Galeón San José: el año que perdimos
Pedro Sánchez e Iván Duque, en su encuentro de agosto de 2018, cuando hablaron de salvar el San José
Jesús García Calero el

Un solo año puede parecer poco si se compara con otros 310. Pero es, en este caso, demasiado. Hace un año, el expresidente colombiano Juan Manuel Santos detuvo -antes de abandonar el cargo y apremiado por muchos motivos- un expolio inminente al célebre galeón San José. Con el secreto y los medios del Estado, organizó junto con una dudosa empresa de matriz británica -controlada desde el opaco paraíso de las Islas Caimán, como demostró ABC- una contratación a medida para repartirse al 50% el contenido del navío, hundido en 1708 frente a las costas de Cartagena de Indias.

Santos decía que se trataba de «un patrimonio de los colombianos» pero iba a dar la mitad a sus socios ingleses. Incluso siguen saliendo novedades, como ahora cuando se ha sabido que la supuesta institución científica WHOI mintió sobre el hecho de que sí había cobrado por los trabajos que compartió con los cazatesoros. Dime con quien andas… Personalmente no consideraré a WHOI una institución científica hasta que no aclare su papel en todo esto. Han jugado con fuego y han torcido la ética de tal modo que han quedado invalidados por bastante tiempo para dar lecciones.

Después de 310 años en el fondo del mar, iba a aprobarse la operación cuando el nuevo presidente, Iván Duque, paró tanta locura y pocas semanas después, nuestro flamante Pedro Sánchez tuvo en su mano desbloquear la situación. En agosto de 2018, Sánchez visitó a Duque y ambos acordaron hallar la inteligencia para salvar al San José de su destino crematístico.

Un año parece un plazo razonable. Pero no se ha avanzado. Algún papel ha cruzado el atlántico, pero muchos más errores han logrado atravesar el piélago marino y manchar las costas con argumentos de chapapote: que si los sangrientos conquistadores españoles, que si España quiere el oro, que si nos lo repartimos, que si esto es de Colombia y no hay más que hablar…

Pero no ha habido ni un proyecto alternativo concreto ni un acuerdo como el prometido sobre el camino a seguir. En Colombia esperaban que en un año España hiciera algo más (hay que recordar que Francia había tardado un mes en ofrecer un proyecto detallado cuando vio la oportunidad): el arqueólogo Michel L’Hour puso sobre la mesa una propuesta científica con medios franceses.

Hay que hacer algo más desde España. Hay que lograr una propuesta concreta para un proyecto común en términos de cooperación. No es que seamos tan tontos, aunque lo parecemos. Es que no entendemos -y con el gobierno en funciones y los presupuestos de Rajoy vigentes no parece que haya tiempo para todo lo que no sea politiqueo- lo importante que es volver a formular como algo común la historia compartida, gracias a los restos del galeón. Hace falta una política de Estado en esta materia.

En un yacimiento arqueológico como el del San José se amontonan huellas de la actividad humana encapsuladas con los ritmos digestivos de la geología marina. Rastros perfectamente conservados. Allí, el tesoro no es de oro, sino que brilla en los sueños perdidos de los náufragos. El pecio de esta ciudad sumergida que era el galeón explica lo que fuimos y somos (allá y acá) con evidencias que ya no existen en otro lugar.

La amenaza de expolio sigue en pie y Colombia, en ausencia de propuestas, cederá a la enorme presión económica, política y diplomática que se deja sentir sobre este asunto, que Duque ha ido posponiendo una y otra vez a ver si España movía ficha con inteligencia. Pero no.

España tiene astenia con su Historia, tiene las defensas bajas con la defensa de lo que fuimos. Y una mirada muy corta, muy en funciones. Un año ha sido demasiado esperar, pronto será muy tarde.

Los ministros de Exteriores, Josep Borrell, y Cultura, José Guirao, responsables del futuro del galeón, en enero pasado, presentaron un programa de política cultural exterior que pretendía incluir una solución para el problema del San Josó. Sin novedad hasta ahora
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