José Manuel Otero Lastres el 01 nov, 2019 La primera acepción gramatical –debidamente adaptado al caso- de la palabra “privilegio”, según el Diccionario de la RAE, es “ventaja especial que goza alguien por determinada circunstancia propia”. Pues bien, sin que entrara en absoluto en mis planes, ayer, gracias a la generosa invitación de unos amigos, gocé del privilegio de asistir al espectáculo “BILLY ELLIOT. El musical”, que, si bien lleva ya tres temporadas en cartel, presentaba la peculiaridad de que había un cambio parcial del elenco de actores, entre ellos, Jorge Lamelas, que tuvo una actuación portentosa en el papel de Billy Elliot. Había visto, cuando se estrenó en el año 2000, la película y ya entonces me había gustado mucho tanto la historia como la interpretación, sobre todo, de Jamie Bell en el papel de Billy Elliot y el de la actriz y novelista Julia Walters, en el de la profesora de baile, la señorita Wilkinson. Pues bien, la transformación de la obra cinematográfica en obra musical ha sido todo un acierto debido, en una buena medida, a la música de Elton John. La versión española del musical, que puede verse actualmente en el Teatro Alcalá de Madrid, me parece excelente y mantiene en todo momento un altísimo nivel en las prestaciones, tanto musicales como dramáticas, de la generalidad de los artistas. Es, sin duda alguna, una de esas obras absolutamente recomendables. Pero de la representación a la que, insisto, tuve el privilegio de asistir ayer, me gustaría destacar algunos aspectos que la singularizan. Lo primero que he de resaltar es que, al igual que en la película, hay dos intérpretes, el adolescente leonés Jorge Lamelas, de 13 años, en el papel de Billy Elliot, y Natalia Millán en el de la señorita Wilkinson, que sobresalen respecto de los demás. La interpretación de Natalia no me sorprendió porque es un actriz consagrada y su actuación está al nivel de sus grandes participaciones en obras musicales (la recuerdo especialmente en Cabaret). La sorpresa, para mí, es Jorge Lamelas. Y por dos razones. La primera es que posee un talento desbordante tanto para el baile, como para la interpretación dramática y hasta para sus actuaciones musicales. Es uno de esos seres tocados por la “diosa fortuna” que, además, cuenta con unos padres que han sabido guiar perfectamente, y con grandes sacrificios personales, su incipiente, pero ya muy prometedora, carrera. Pero en el caso de Jorge Lamelas hay una segunda razón debe ser destacada. Como sabrán los que han visto la obra, sea la cinematográfica, sea la musical, la historia se desarrolla en el seno de una familia minera que tiene que enfrentarse con las reformas promovidas por la ex Premier Británica, Margaret Thatcher, que provocaron huelgas salvajes y duros enfrentamientos con la policía del Reino Unido. Pues bien, la familia del jovencísimo actor y bailarín Jorge García-Beberide Lamelas, que así se llama, que es oriunda de El Bierzo leonés; por parte de madre es una familia de mineros, toda vez que muchos de sus miembros trabajaron, durante varias generaciones, en la mina. Por eso, si ayer alguien se identificó, hasta la emoción, con la historia que interpretaba Jorge fueron, además de sus padres, sus tíos y su abuelo, que no hace mucho descendían en la jaula hasta las entrañas de las minas bercianas. Y yo -y por eso hablo de privilegio- tuve la fortuna de ser testigo de todo ello. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 01 nov, 2019