José Manuel Otero Lastres el 27 nov, 2023 Las palabras son unidades lingüísticas dotadas de un significado que sirven de vehículos para concebir los pensamientos que intercambiamos cuando tratamos de entendernos. Los diccionarios son repertorios en los que se recogen, según un orden determinado, las palabras acompañadas de su definición, equivalencia o explicación. Pero las palabras no quedan petrificadas en los diccionarios, sino que transitan de boca en boca de la ciudadanía la cual por medio de su uso o su falta las va modelando de tal forma que pueden mutar su significado. Hay expresiones que comienzan significando una cosa y que su utilización en sentido distinto del originario las hace cambiar de significado. Es entonces cuando las palabras sufren una metamorfosis ideológica que las hace inservibles para expresar el pensamiento originario. Pensamiento que por estar enriquecido con nuevos matices aconseja acudir a otros vocablos con el fin de precisar nuestras ideas. Este fenómeno viene sucediendo en los últimos tiempos en política. No creo equivocarme demasiado si sostengo que los binomios: izquierdas/derechas; sus versiones extremas ultraizquierda/ultraderecha; y progresista/conservador, han perdido en la política actual bastante precisión. Pero no tanto con respecto a su significado, que se sigue entiendo sin mayores dificultades, sino en lo relativo a su aplicación a los fenómenos políticos actuales. Hoy carece de la claridad necesaria y de la debida precisión decir de alguien o de una formación política que es de izquierdas o de derechas. Se comprenden mejor las versiones que se aproximan a los extremos: nos representamos mejor mentalmente la calificación de extrema derecha o derecha radical que extrema izquierda o izquierda radical. Pero en este punto hay una batalla ganada por la izquierda que ha logrado imponer una etiqueta mediática a una formación política a la que no le corresponde y evitársela, en cambio, a otra en la que encajaría perfectamente. Me refiero a la indebida calificación del Partido Vox como de extrema derecha o de ultraderecha (según acaba de aclarar en la COPE Cayetana Alvarez de Toledo haciendo repaso de actuaciones extremistas que nunca llevó a cabo Vox y sí , en cambio, los que apoyaron la investidura de Sánchez) y al blanqueamiento de Bildu al que no se califica de ultra izquierda. Lo que también ha adquirido una significación muy vaga e imprecisa es decir de alguien que es progresista o conservador. Que el propio gobierno auto titule su oferta política como “de progreso” y que incluya entre los partidos progresistas al PNV o a Junts es un desvarío terminológico que dificulta seriamente el entendimiento de nuestra realidad política. Por eso, creo que es preciso proponer nuevos términos que nos permitan saber de lo que estamos hablando. Y tengo para mí que el mejor binomio es el que diferencia entre constitucionalistas y anti constitucionalistas. Entre los primeros estarían todos los sujetos y los partidos y formaciones que acatan y defienden la Constitución de 1978, incluidos los que propugnan su reforma, pero por la vía establecida en la propia Constitución. Al grupo de los segundos pertenecerían los que no están de acuerdo con la Constitución o algunos de sus principios esenciales y defienden sus postulados admitiendo su reforma por la vía de hecho. Política Comentarios José Manuel Otero Lastres el 27 nov, 2023