En la portada del diario ABC puede leerse: Bildu mete en sus listas electorales a siete asesinos de ETA y otros 37 condenados. Y reproduce las fotografías de seis de ellos.
Por su parte, en su colaboración diaria el director del periódico Julián Quirós, titulada “Sala de Máquinas” señala que Zapatero criticó que se demonice a Bildu, y pone en su boca: “Les dijimos que si dejaban el terror tendrían sitio en las instituciones y eso hay que mantenerlo”.
Lo que antecede me suscita las siguientes reflexiones. 1). Que el abandono de la lucha armada por parte de ETA fue pactado. Es verdad que la banda estaba muy debilitada, pero no lo es menos que hubo conversaciones en la que les dijeron lo que afirma Zapatero. Y eso, mírese como se mire, suena a pacto. 2). Que los que tienen que mantener la palabra de admitirlos en las instituciones son los que se comprometieron a ello. Al no pasar el compromiso por las Cortes Generales que son las que representan al pueblo español, que se sientan vinculados los que quieran, pero el compromiso no afecta a los ciudadanos. 3). Que, como consecuencia de lo anterior, estamos ante un pacto reservado que no vincula a la Nación española. Y 4). Que el compromiso fue que entrarían en las instituciones, pero no -por eso no estamos en el ámbito de la palabra dada- que pactarían con ellos a cambio de benéficos para la banda.
Habrá quien entienda que para que dejaran de matar había que “abrirles las instituciones”. Pero me temo que no serán muchos los que comprendan un compromiso más amplio como es el del apoyo parlamentario para mantenerse en el gobierno a cambio de los beneficios penitenciarios.
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