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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Qué atrae el interés de los lectores de novelas?

José Manuel Otero Lastres el

Según la cuarta acepción del diccionario de la RAE, interés significa “inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración, etc.”. Pues bien, aprovecho la monótona reiteración de la actualidad política para reflexionar sobre una idea que me viene rondando por la cabeza desde hace algún tiempo, a saber: averiguar qué es lo que atrae el interés de los lectores de obras literarias de ficción. Según el Observatorio de la Lectura y el Libro, del Ministerio de Cultura y Deporte, en los hábitos de lectura referidos a 2017 la literatura es el género preferido (74,6 % de los lectores), y hay un 40,3 % de no lectores, un 12% de lectores ocasionales y un 47,7 % de lectores frecuentes. ¿Qué se esconde detrás de estos datos?

Cada uno tendrá su respuesta, pero, con el riesgo de toda síntesis, y situándome en la perspectiva de lo que buscan los lectores en las novelas o lo que esperan de ellas, creo que cabría diferenciar, al menos, los cuatro tipos que se describen a continuación, advirtiendo, desde ahora, que, salvo los lectores ocasionales, los demás no son tipo puros, todos poseen en mayor o menor medida características de los otros grupos, pero su pertenencia a uno de ellos se debe a que es el rasgo predominante. Veamos.

Los hay que toman la lectura como un simple pasatiempos muy ocasional. De las muchas horas que tiene el día, hay personas que dedican alguna vez parte del tiempo de ocio a leer. Es un modo de ocupar el tiempo libre, y suele tomarse la lectura con el objetivo de que transcurran las horas muertas a falta de otra dedicación de mayor interés que no provecho. Por esta razón, más allá de si son muchos o pocos, lo que caracteriza a este grupo es que no puede decirse que sean aficionados a la lectura y que en la elección de la novela influye más la aleatoriedad que ninguna otra circunstancia.

Muy próximo al grupo de los lectores ocasionales está el de los lectores que buscan en la novela una manera de entretenerse, cosa que no es poco. Tal vez por esta actitud se dejan guiar en exceso por las recomendaciones, ya sea en forma de premios literarios comerciales, ya por la propia notoriedad de los autores en campos distintos de la literatura, como es el del “famoseo”. Son, en definitiva, ese grupo de lectores con afición a la literatura que entretiene sin más pretensiones.

Al tercer grupo pertenecen los lectores que buscan en las novelas emociones: les agrada que la historia que le va narrando el autor conmueva su ánimo, ya sea mediante la intriga; esto es, despertando en los lectores una viva curiosidad por el desarrollo de la trama, ya por medio de la identificación con los sentimientos (amor, odio, indiferencia, simpatía, antipatía) que le suscitan los personajes, ya, en fin, porque se sobrecogen ante el miedo, el temor o el terror en el que lo va metiendo el autor al contar la historia. Para este grupo de lectores, la novela es, por así decirlo, un instrumento de interacción: hay un intercambio de emociones entre las que el autor ha petrificado en la obra y las que experimenta el lector al leerla.

Finalmente, hay un último grupo de lectores cuya afición a la lectura, además de por otras razones, viene motivada porque gracias a ella experimentan un proceso personal de formación a través de su implicación imaginaria en otras vidas más o menos reales que constituyen dosis de experiencias que nutren el espíritu del lector. Con esto se quiere decir, que la novela genera el prodigio de que, a través de su propia imaginación, el lector va viviendo otras vidas y con las circunstancias o situaciones narradas por las que van pasando los personajes de ficción aquél va conociendo la vida sin tener que haberla vivido realmente.

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