José Manuel Otero Lastres el 13 may, 2017 No es difícil conocer lo que piensa Pedro Sánchez a pesar de que su volubilidad ideológica es manifiesta. Alguna vez escribí que el ex secretario general del PSOE militaba en el “Grouchomarxismo”, porque como Groucho Marx muestra unos principios, pero si no le gustan al auditorio tiene otros. Y esto no es solo expresar mi opinión, sino también dar información, porque acaba de efectuar un nuevo viraje en dos puntos importantes de su programa político. Recuérdese que recién dimitido de la Secretaría General del PSOE en una entrevista con Jordi Évole dijo que se había equivocado pactando con Ciudadanos en lugar de hacerlo con Podemos y las demás fuerzas radicales y secesionistas. Ahora, parece que propone distanciarse de su “añorada” unidad con dichas formaciones para desalojar a la derecha del poder. Y, tras elegir como eslogan de su campaña de la primarias “Aquí está la izquierda” (parece que niega que puedan serlo las otras candidaturas), incurre en un nuevo despiste poco disculpable –dado el deteriorado prestigio que tienen actualmente los sindicatos por episodios como el de los EREs y las tarjetas black- al sostener que hay que cimentar una alianza social de progreso reforzando la alianza con los sindicatos. El otro punto en el que ha rectificado Pedro Sánchez es el de concebir España como una nación de naciones. En febrero, en una conferencia en el Círculo de Bellas Artes, propugnó una reforma constitucional en la que se definiera España como una nación de naciones. Anteayer dijo que había sido mal interpretado, que hablaba de naciones en sentido cultural. Para defender lo cual, si hubiera sido eso lo que realmente proponía, no sería necesario, como señala con acierto Luis Herrero en el ABC de hoy, reformar la Constitución. Así que entonces dijo lo que dijo y ahora dice Diego. Ante estos manifiestos vaivenes ideológicos, Susana Díaz reclamó que definiera de una vez su modelo de partido. A lo cual, el que denominé el “doctor No” respondió que su modelo de partido es no ser el de la “abstención”. Personalmente, no me quita el sueño el resultado de las primarias. Y si me apuran, tampoco el futuro del PSOE. Será el que decidan los propios socialistas. Si éstos llevan a su centenario partido a convertirse en la tercera fuerza política del país, dejando a Podemos como primer partido de la oposición, habrá un reajuste del mapa político que no impedirá que se puedan pactar los temas de Estado, porque estoy convencido de que la mayoría parlamentaria, tras la nueva distribución de escaños, seguirá siendo constitucionalista. Lo que, en cambio, me cuesta admitir racionalmente es que la militancia del PSOE puede votar a un candidato que vive en “negativo”, que está anclado en el pasado, cuando, como dijo Ortega y Gasset, “todo pasado es irremediable”. Porque ¿no se darán cuenta los militantes del PSOE de que en la pasada investidura es imposible cambiar la abstención por un voto negativo a Mariano Rajoy? Suponiendo que hubiera sido un error, ¿el futuro político del partido va a consistir en estar lamentándose permanentemente? A lo que antecede me gustaría añadir que tampoco comprendo que a los militantes no les importe que la única “ideología” (?) de Pedro Sánchez sea la de “ganar yo” aunque machaque al partido. Por eso, cambia de programa, halaga a los votantes en las primarias diciendo que su partido será de los militantes y no de los dirigentes (¿es que él no va a tener ningún cargo orgánico? ¿se van a convertir en un partido asambleario?), y les sirve una apariencia de ideal político “ser de izquierdas de verdad” en un envoltorio tramposo que esconde lo único que de verdad el importa que “el elegido tengo que ser yo”. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 13 may, 2017