José Manuel Otero Lastres el 04 sep, 2019 En estos años revueltos, en los que miembros de casi todos los partidos políticos se han visto salpicados por acusaciones, presentadas por sus rivales políticos, ante los tribunales por la presunta comisión de delitos, los sufridos ciudadanos hemos tenido que soportar las distintas versiones sobre el asunto en cuestión ofrecidas por los medios de comunicación tanto más escandalosa e interesada cuanto más implicado esté el medio en la lucha política. Esto es lo que sucedió, por ejemplo, con el asunto de la destrucción de los ordenadores del Partido Popular que usaba Bárcenas y que dejó en la sede del partido cuando fue dado de baja en el mismo. En efecto, en octubre de 2013, Izquierda Unida se querelló contra el Partido Popular y determinados empleado del partido por la supuesta comisión de delitos informáticos. De tan jugosa noticia dieron cumplida cuanta, sobre todo, los medios más beligerantes contra el Partido Popular, entre los que destacaron el periodico.com, infolibre.es, y el diario.es. En noviembre de 2013, escribí en ABC un artículo titulado “Opinión popular y verdad judicial” en el que otras cosas decía: “Lo relevante en este primer momento (me refería al momento del salto de la noticia a los medios) en el que se están configurando los distintos relatos de la noticia es que se opina sin pruebas. La inmediatez de lo noticioso impide esperar a que se contraste lo difundido con la realidad de lo sucedido. Basta con ofrecer una narración simplemente posible del suceso, aunque diste de lo que verdaderamente acaeció. A partir de entonces, la ciudadanía creerá mayoritariamente a quien mejor gestione mediáticamente su versión. La opinión popular coincidirá con la versión de quien haya logrado convencer a la mayor parte de los ciudadanos”. Añadía que las cosas no solían quedarse ahí y que si el asunto se planteaba ante los tribunales, la sentencia que se dictase en su día tendría que ajustarse a los hechos declarados probados y a los fundamentos jurídicos que sean aplicables. De tal suerte que la verdad judicial sería no la jalearan los medios, sino la que el juez considere mejor acreditada a la vista de las pruebas practicadas. Y concluía: “Cuando la justicia llegue al final –siempre tarde por lo general– habrá una opinión popular, más emocional que racional, muy próxima al acontecimiento, no basada en pruebas, y tendente a culpabilizar al poder. Y junto a ella, una verdad judicial, técnica, basada en la razón, alejada en el tiempo al suceso, acreditada por las pruebas practicadas y que declarará culpables a los que determinen las pruebas. Y claro, lo frecuente será que no coincidan la opinión popular y la verdad judicial…Esta colisión entre la apresurada opinión popular y la reposada verdad judicial no es inocua, produce víctimas, la principal de las cuales es la propia Justicia”. Pues bien, después de las innumerables noticias sobre el tema de la destrucción de los ordenadores del PP que usaba Bárcenas que nos fueron proporcionando, muchas veces, sesgadamente algunos medios de comunicación, hoy se ha hecho pública la noticia de que el juez ha absuelto al PP y a sus empleados por la destrucción de los mencionados ordenadores. Tengo para mí que la noticia debió producir una gran alegría en el PP. Es probable que cierta consternación en las demás formaciones rivales. Pero estoy por asegurar que no produjo pesar alguno en IU por el resultado de haber “acusado sin fundamento”, ya que de lo que se traba –y eso sí que se logró- era de hacer política con el acceso a los tribunales. Política Comentarios José Manuel Otero Lastres el 04 sep, 2019