Nada como pasearse ayer por los pasillos del Congreso de los Diputados para darse cuenta de hasta qué punto está el PSOE en descomposición.
Una imagen desoladora, ver cómo algunos críticos, en el caso de Eduardo Madina, arremetía sin tapujos contra los suyos en una sucesión de corrillos con los periodistas que se prolongaron durante toda la tarde en la olla a presión que fue el patio de Floridablanca.
Escuchar de primera mano cómo se desangra el PSOE es una experiencia que, ni los más viejos del lugar, conocían. Yo, que quiere que les diga, es la primera vez que asisto en primera persona a un despellejamiento tan brutal a plena luz del día, con luz y taquígrafos.
Mientras Eduardo Madina impartía doctrina a los medios de comunicación sobre cómo se destruye una organización histórica en unos días, Antonio Hernando, más discreto, organizaba sus particulares corrillos dentro de los pasillos del Congreso. Yo lo ví en una esquina, no precisamente con buena cara, intentando explicar, supongo, cómo todo se les ha ido de las manos
Otros socialistas, los menos mediáticos y desconocidos, fumaban con cara de póker en el patio del Congreso, a escasos metros de dónde Madina lanzaba una y otra vez sus puyas con Sánchez. Reconocí a uno, de mi tierra, Andalucía, que, por la expresión de sus ojos, no daba crédito a lo que estaba sucediendo.
Todo esto sucedía minutos después de que, en la reunión del Grupo Parlamentario Socialista, once, de los quince diputados que intervinieron, criticaran la huida hacia adelante del secretario general del PSOE.
Un espectáculo dantesco.
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