Vox se ha hecho mayor como fuerza política y empieza a sufrir el mal que ataca a todos los partidos: ambiciones, egos y luchas de poder. Todo existía y se vivía de forma silenciosa, pero ha salido a la luz tras la salida de Macarena Olona, uno de los rostros más visibles junto con el de Santiago Abascal. Y, aunque el líder intente taponar heridas,estos males han venido para quedarse y a ver cómo evolucionan en los próximos meses, un periodo de alta tensión política marcado por las elecciones y la elaboración de las listas electorales, el principal campo de batalla de los personalismos políticos.
Todo lo que ha sucedido está encadenado. Las declaraciones de Olona en ABC denunciando la falta de democracia interna apuntaban directamente a un dirigente con nombre y apellido: Javier Ortega Smith. El secretario general, que ha ejercicio con mano de hierro el cargo expulsando a cargos, muchas veces sin justificación, y manejando las finanzas de los grupos parlamentarios a su antojo.
Todos esos cadáveres que ha dejado en el camino son los que ahora se levantan al paso de Macarena Olona, un ejército de agraviados que están esperando cobrarse su factura. Una amplia estructura provincial que puede servir de base para el proyecto que la exportavoz parlamentaria podría estar ya armando. Tiene la financiación, ella misma lo ha reconocido, y solo está esperando el momento adecuado para lanzarlo. Lo soldados están listos para saltar, y puede haber sorpresas a modo de diputados nacionales, regionales y concejales.
Este movimiento que se ha generado en torno a Olona ha desatado todas las alarmas en Vox. Lo primero que ha hecho Abascal es intentar cortar de raíz el malestar cesando a Javier Ortega Smith, en un intento de aplacar la ira de los defenestrados. Lo viste nombrándolo vicepresidente, un cargo de relumbrón, pero con escaso poder ejercutivo.
Esta maniobra la ha aprovechado muy bien el portavoz nacional y eurodiputado, Jorge Buxadé, el ala dura de Vox, para colocar a uno de sus peones en este cargo tan goloso, Ignacio Garriga. Cuentan que el objetivo de Buxadé es intentar hacerse con la portavocía del Congreso de los Diputados en la próxima legislatura, arrebatándosela a Iván Espinosa de los Monteros.
Pero hay más, en este baile de noticias sobre Vox que se comentan en el partido, y una de ellas afecta a Rocío Monasterio, la portavoz en la Asamblea de Madrid a quienes muchos situaban en el Ayuntamiento de la capital, pero que la confirmación de Javier Ortega Smith como candidato ha venido a desmentir. Cuentan que su destino podría estar en la lista al Parlamento europeo de dentro de dos años, en el puesto que podría dejar Buxadé tras su desembarco en Madrid. Mientras esto sucede, Monasterio se quedaría en la Fundación Disenso, el think thank ideológico de Vox que ya tiene 10 millones de euros en sus cuentas, la mayoría, el 65%, procedente de subvenciones públicas.
PD.- Por cierto, algo de todo esto ya lo conté el viernes en la tertulia polítíca de En boca de Todos, en el que participo dos días a la semana en Cuatro Televisión.
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