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Blogs El lunes empiezo por Patricia Ramírez

Cuando te saboteas a diario te conviertes en tu peor enemigo

Cuando te saboteas a diario te conviertes en tu peor enemigo
Self sabotage and self defeating mind state concept.Flat tiny person vector illustration.Do not cut the branch you are sitting on.Wrong mental action and problem solving.Business or personal failure.
Patricia Ramírez el

¿No te parece que la vida ya tiene suficientes trampas como para ponerte tú las tuyas? ¿Eres de esas personas que antes de intentarlo ya han fracasado? ¿Te suenan estos pensamientos “no podrá ser”, “yo no suelo tener suerte”, “no estoy preparada”, “a mi edad lo veo complicadísimo”, “siempre he sido torpe”? Si te sientes familiarizado con esas ideas, quédate conmigo. Este es tu artículo.

Lo primero que me gustaría hacer es animarte a la reflexión. ¿Por qué has decidido ser tu enemigo? ¿Por qué has decidido limitarte? ¿Por qué te anticipas sin probarte? Todo lo que hacemos en esta vida suele mantenerse gracias a las contingencias. Así que, ¿cuál es tu ganancia con esta forma de pensar? Es importante dar con ella porque nos ayudará a entender nuestro estilo cognitivo.

Una de las razones por las que las personas se sabotean a si mismas es el miedo al fracaso. La idea de anticipar que pueden fracasar, que pueden no estar a la altura, que algo puede fallar, les ayuda a relajarse. Es como partir de una certeza tan negativa que todo lo que puedas hacer a partir de ahora es mejorar. Y esto les quita presión. Quita presión, pero añade inseguridad, frustración y muchas veces lleva a que ni siquiera se comprometan con objetivos nuevos porque anticipamos que no somos capaces. En este caso el autosabotaje funciona como un sistema de protección de la autoestima.

Otra de las razones radica en la baja autoestima. Hay personas con una imagen tan pobre de sí mismas que de verdad creen que no van a ser capaces. Incluso habiendo tenido éxitos en sus vidas, no son capaces de darles el valor suficiente como para modificar la visión que tienen de ellas. Así que siguen limitándose y diciendo que no pueden.

En otras ocasiones no hemos sido nosotros. Ha sido el entorno el que nos ha hecho ver lo poco que valemos. Nos han etiquetado, menospreciado, comparado y hemos terminado asumiendo esa visión que tienen de nosotros como una visión verdadera. Y nos comportamos en función de lo que nos han hecho creer que somos.

Sea cual fuere el origen de tus pensamientos limitantes, tienes que saber que no te ayudan. No suman, no te dan valor, no te protegen, no te previenen, no te solucionan. Nada. Sólo te limitan. Y Así que hoy vamos a darles carpetazo.

Nuestros pensamientos y nuestra forma de interpretar el entorno son los que generan nuestros estados emocionales incómodos. Perderse en las rumiaciones, anticipaciones y preocupaciones es emocionalmente agotador. El miedo, la ansiedad, la tristeza, la falta de ilusión impiden vivir la vida que deseamos tener. Impiden que nos comprometamos con nuestras metas. Este estado emocional afecta incluso a nuestras aficiones, a las relaciones que mantenemos con los demás, al autocuidado…

Si tus pensamientos limitantes hasta ahora no te han ayudado a alcanzar tus propósitos, seguir pensando de la misma manera tampoco es la solución.

Rumiar, anticipar y limitarnos genera más sufrimiento que alivio. Aparentemente te sientes protegido y aliviado. Pero al rato te sientes de menos por reconocer cómo tu cabeza limita tu vida.

Equivocadamente tratamos de volver buscar falsas soluciones, razonar… y nada. No sirve. Seguimos sufriendo ansiedad y malestar. Y lo más importante, seguimos sin implicarnos y sin protagonizar la vida que deseamos. Muchas personas creen que están condenadas a vivir así, con esa inseguridad, con sus limitaciones, comparando su vida con la de otros. Piensa que su vida va a ser limitante, un sufrir, un no parar, un no poder ser lo que de verdad anhelan.

Así que aprendamos a tenernos de amigos en lugar de rivales.

  1. No todo lo que piensas es verdad
    Somos nuestras acciones, no nuestros pensamientos. A pesar de que tu mente trate de protegerte y limitarte… ¡No tienes por qué escucharte! No hables contigo mismo cuando aparezcan estas ideas. No le des respuestas.
  2. Ponte a prueba, sin más
    No necesitas la aprobación de nadie. Ni siquiera la propia. Tampoco necesitas sentirte seguro antes de implicarte con algo. Solo tienes que implicarte. Ya aparecerá la seguridad a la postre.
  3. Estate presente. Cuando te autosaboteas solo provocas anticipar un futuro en el que no tienes ni idea de cómo te va a ir. Empecemos por aprender a estar en el presente y a tener pensamientos que sumen. No se trata de forzar pensamientos súper positivos que nos hablen de una realidad que no es. Pero sí a dejar de anticipar todo lo negativo y catastrófico. Pensamientos que nos ayuden a estar bien con nosotros.
  4. Pon distancia emocional contigo mismo. Al igual que tratamos de alejarnos de personas toxicas, trata también de poner distancia con esa parte tóxica que tienen todas las mentes del universo. Se trata de dejar estar aquello que nos altera, sobre lo que no podemos hacer nada.
  5. Centra tu atención en lo que suma. De lo que tienes que iniciar, ¿qué es lo más que te gusta?, ¿qué crees que vas a disfrutar?, ¿qué crees que se te va a dar bien? Vete con el firme propósito de sacar una lección de vida, un momento bonito. Vete con la idea de disfrutar, aunque constates que no eres el mejor.
  6. Acepta tus preocupaciones. No puedes controlar lo que llega a la mente. Pero sí puedes decidir no dar respuesta a lo que te preocupa. Fíjate, respondemos más a la emoción, que al propio contenido del pensamiento. Deja marchar aquello de lo que no te puedes ocupar ahora.

Si no te ayudas tú a ti mismo, ¿quién lo hará por ti? No podemos esperar continuamente el rescate de otros. Si somos capaces de autolimitarnos también somos capaces de automotivarnos. Porque sólo se trata de cambiar la narrativa.

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