Con la edad se pierden facultades, pero se ganan otras que facilitan el aprendizaje. Ganas capacidad para relacionarte, sentido común, pausa y paciencia. Lo que también es indiscutible es que las mujeres entre 40 y 50 años hoy en día nada tienen que ver con las mujeres de esa misma edad, pero de hace 40. Antes, debido a nuestra actividad solitarias como amas de casa, dedicadas a los hijos y a los maridos, con una vida que se limitaba a la casa, a ser cuidadoras de los mayores, los colegios, hacer disfraces y quedar para tomar ese café con amigas, a muchas las empobrecía cognitivamente. No había más temas de conversación que niños, hogar, padres mayores, la profesión del marido y los problemas sus amigas. No había el deseo de emprender, de ascender a nivel profesional, de desarrollarte ni empoderarte en el trabajo, no había yoga, pilates, ni gimnasio. No había la idea de quererte, respetarte, tener tu tiempo. Porque una esposa y una madre era una persona entrega a los suyos. Ella era invisible. Por cierto, animo a ver la campaña #soyinvisible de @malasmadres.
Menos algunas privilegiadas, atrevidas, aquellas que apostaban por un sueño y que sus padres las impulsaban para que lo lograran, las mujeres de antes eran señoronas a la edad de 50. Pero hoy, hoy seguimos siendo invisibles, sí, basta con leer las historias de las mujeres que han participado en la campaña- Pero hoy tenemos ganas, actitud, nos sentimos empoderadas, fuertes, sembrando para que nosotras y nuestras hijas pueden vivir, sentir, trabajar, disfrutar y cuidarse de otra manera. Hoy somos mujeres con ilusión, optimistas, serenas, con una escala de valores clara, muchas, económicamente independientes, que valoran el nido vacío como la oportunidad de experimentar con actividades que cuando cuidaban a sus hijos no podían realizar. Antes que tus hijos se fueran de casa, era un drama, era perder toda tu vida porque toda tu vida se la habías dedicado a ellos. No tenías más vida que la vida de tus hijos. Hoy tus hijos se van de casa y tienes una vida alternativa que hemos ido construyendo con el espacio que nos dedicamos, con nuestra profesión que nos llena, estando solas o en pareja. Hoy tenemos y disfrutamos de diferentes roles que nos permiten no sufrir el nido vacío y sentirnos plenas a pesar de la ausencia de los hijos. La mujer de hoy a partir de los 40 cuida su peso, su imagen, se atreve con peinados atrevidos, se viste de forma desenfadada, anda con bambas y, sobre todo, anda segura y empoderada. La mujer hoy quiere vivir de forma plena y aprovechar sus momentos. Y también es una mujer serena, confiada y con experiencias. No necesita a sus hijos al lado ni siquiera a un hombre para ser feliz. Porque lleva mucho tiempo cuidando su interior, estableciendo sus prioridades, tomándose tiempo para ella, practicando deporte, pilates y yoga. La mujer no quiere marchitarse, todo lo contrario, quiere sentirse llena de energía independientemente de su edad biológica.
La juventud y el entusiasmo no están en la franja de edad, sino en cómo encaramos el día a día, en los objetivos y metas que nos planteamos, en la ilusión de querer seguir viviendo nuevas experiencias que nos enriquezcan por dentro. La juventud está en atreverse a ser una misma, sin miedos, sin limitaciones, sin juzgarse y sin importar lo que otros puedan pensar. Atreverse a ser una misma es ser valiente.
¿Qué circunstancias permiten que la mujer adulta se sienta así?
Tenemos a nuestro favor la independencia económica que nos permite viajar, conocer, salir, vestirnos de la manera en que elegimos, realizar actividades de ocio, apuntarnos a nuevas formaciones. La independencia económica es libertad, así de sencillo.
El conocimiento personal. Entre los 20 y los 30 años tienes dudas hasta de lo que estás estudiando, afloran tus complejos, tienes miedo al rechazado, a no encontrar trabajo, a no tener pareja, a que se te pase el arroz y no tener hijos, al que dirán, a separarte o a no hacerlo. En cambio, a partir de los 40, te has asentado, has elegido tu camino profesional, normalmente has tenido reconocimiento y prestigio, tus hijos empiezan a ser más independientes, se visten solos se duchan solos, hacen los deberes solos, algunos ya son incluso adolescentes y esto permite que entres y salgas sin miedo a que les pase nada si los dejas solos, tienes clara tu escala de valores, sabes lo que te gusta y lo que no, y sabes con quién quieres compartir tu vida o quién te resta más que suma. El conocimiento personal nos permite tomar decisiones que mejoran y enriquecen nuestra vida.
La seguridad en una misma. A esta edad has metido la pata, has tenido éxito, han hablado bien y mal de ti, es decir, estás de vuelta. Empiezas a relativizar, le pierdes miedo a lo que sabes que no es grave y empiezas a decidir qué te hace sentir bien y a qué tienes que dedicarle tiempo. Incluso desarrollas un sentido del humor que te ayuda a dar valor a lo que tú decides que lo tiene. Te sientes segura de tus decisiones, de tus actividades y de tu vida. Y esta seguridad lleva al atrevimiento, a inventar, a probar actividades que quedaron pendientes. No solo reconoces tus prioridades y relativizas, sino que empiezas a desarrollar la cultura de aprender a ser pasota con lo que no controlas.
Conoce dónde está su atractivo. Lee, ríe, ve series, trabaja, se relaciona. Cada una de nosotras tenemos aficiones, temas de conversación, deportes, metas, distintas personalidades, estilos diferentes. Tenemos temas que compartir. A pesar de que el físico sigue siendo en esta edad nuestro punto más vulnerable, ahora sabemos cuidarlo para nosotras, sabemos mimar nuestro cuerpo y nuestra mente y empezamos a tomar distancia con querer gustar a los hombres o a las mujeres, para empezar a gustarnos a nosotras mismas. Y esto, libera. Empezamos a creernos, por fin, que el atractivo sí está relacionado con nuestro estilo y apariencia física, pero que también lo está en aspectos mucho más importantes en la vida: la generosidad, el tiempo, el trabajo, la empatía, las conversaciones, las experiencias, cómo reímos y disfrutamos de los momentos. El atractivo está en vivir en el momento y permitir que este nos deje huella.
Disfruta de la serenidad que lleva cumplir años. Las mujeres a partir de los 40 encuentran su plenitud. Han superado con éxito varias etapas, la de la maternidad, la consolidación como profesionales, su independencia económica y muchas de ellas han descubierto que no se trata de vivir a la sombra de un hombre, sino que se puede ser protagonista de sus propias vidas. A partir de los 40 podemos disfrutar de todo el tiempo, amor y esfuerzo invertidos. Podemos dedicarnos más a nosotras mismas, el gimnasio, las amigas, consolidar las relaciones personales y disfrutar sin prisa.
Tenemos tiempo para nosotras y eso es innegociable. Ahora ya no tienes la prisa por seguir promocionando o por correr a casa a dar la cena a niños pequeños. Tenemos tiempo y el tiempo es vida. Es genial poder disponer de vida propia.
Llevas media vida siendo una atrevida, tomando decisiones valientes para que otros puedan ser felices y haciendo concesiones por el bienestar de la familia. Pero ahora, ahora es tu momento. ¿Os atrevéis a ser vosotras mismas?
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