El otro día me preguntaron en una entrevista que si las personas teníamos un imán para engancharnos siempre al mismo tipo de pareja tóxica, demandante, controladora o a esa persona que pasa de nosotros. No, no tenemos un imán. Lo que tenemos es mucha facilidad para caer en las redes de quien nos adula y de ceder a la química sin valorar con cabeza si esa persona nos conviene o no, si su escala de valores coincide con la nuestra o no. Y lo mismo nos ocurre con la elección de amigos o con la familia que tenemos alrededor.
Las personas nos necesitamos. Somos seres sociales. Estar rodeados de otras personas nos ha ayudado a sobrevivir. Así que los demás son necesarios en nuestras vidas. Sí, por muy independiente que tú seas. Pero no siempre tenemos alrededor a personas que nos hacen bien, que suman, que nos aportan. A veces, después de pasar una tarde con amigos, uno tiene la sensación de que se han llevado toda tu energía. Otras veces, después de largos años de amistad, las personas te terminan defraudando o te fallan en asuntos que jamás pensarías que podrían fallarte.
La psicología no tiene una prueba para evaluar quién va a sumar en nuestras vidas, quién va a fallarnos o a quitarnos la energía. Pero sí que podemos establecer unos criterios que pueden ayudarnos a rodearnos de personas buenas.
Lo bonito de la bondad, la benevolencia y de ser una persona de valores, es que los valores no fallan. Si quieres tener una tribu con la que te sientas a gusto, con la que disfrutes y te insufle ánimo y energía, ten en cuenta estas preguntas.
1. ¿Te dedica tiempo?
¿Hace por quedar contigo, por buscar un rato para compartir contigo? Hay familiares y amigos que solo llaman o encuentran tiempo cuando lo necesitan para ellos. Pero cuando tú los necesitas siempre tienen mucho trabajo o están liados.
2. ¿Se alegra de tus éxitos?
Los amigos y familiares que te quieren sin recelo y sin envidias son aquellos que cuando la vida te va bien lo celebran contigo. Apoyar a alguien cuando está mal es sencillo. La comparativa te hace verte como un privilegiado y por pura caridad, nos sale consolar a quién se encuentra en desventaja. Pero dar ánimo y celebrar los éxitos de quién le va bien a veces genera rechazo y envidia. Las personas tienden a compararse y a pensar que por qué no podría ser uno el afortunado.
3. ¿Habla en positivo?
Cuando está contigo y te habla de aspectos de su vida, lo que le ocurre en el día a día, sus miedos, sus alegrías, ¿lo hace en términos positivos? O es de las personas que solo te cuenta problemas, desgracias o te habla en negativo. Estas personas consumen muchísima energía y terminan contagiándonos su apatía y negatividad.
4. ¿Te ayuda?
A veces no basta con palabras de aliento. A veces necesitamos que alguien nos ofrezca ayuda, ayuda concreta. ¿En qué te puedo ayudar? ¿Quieres que este fin de semana salgamos a comer? ¿Puedo ayudarte con los niños para que te organices con esa cita tan importante para ti?
5. ¿Comparte una misma escala de valores?
Los valores que tú has elegido para ti, para vivir tu vida, aquello que tú defiendes, es lo que tú has decidido que está bien. Si te rodeas de personas que se identifican con tus valores te sentirás bien. Si, por el contrario, te rodeas de personas que no entienden la generosidad, la benevolencia, la entrega, el esfuerzo, de la misma manera que tú, lo normal es que vivas en un continuo conflicto, tengas discusiones con ellos y más desacuerdos que acuerdos. Así es difícil tener complicidad.
6. ¿Es agradecido contigo?
Hay personas que creen merecerlo todo. Merecer tu tiempo, tus invitaciones, tu ayuda y se olvidan de dar las gracias. Ser agradecido es una manera de dar valor a lo que hacemos por los demás y de dar valor a la propia persona.
7. ¿Cómo habla de los demás?
Una persona que habla mal de lo más no es una persona de fiar. Hablar mal de los demás dice mucho malo de esa persona. No escuches y pon límites a las conversaciones de quién trata de hablar mal de otros. Puedes cambiar de conversación o decir simplemente que no te gusta hablar mal de otras personas ni escuchar ese tipo de conversaciones. Quién habla mal de los demás es muy probable que también lo haga sobre ti cuando tú no estés.
8. ¿Es discreto?
Nos gusta contar con personas en las que podemos confiar. Las personas confiables guardan tu intimidad y no la comparten, por muy atractivo que sea tu secreto. Tampoco comparten la intimidad de otros. Hay personas que con tal de ser protagonistas de una conversación son capaces de hablar de los problemas y de la vida de los demás.
Rodearte de gente buena y de personas con las que disfrutas es parte de nuestra salud emocional. Estas personas nos sacan una sonrisa, nos apoyan de forma sincera, nos atienden, nos ayudan. Son imprescindibles en nuestra vida. Son luz.
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