Hay personas que por su saber estar, por su sonrisa, por sus temas de conversación, por su manera particular de vestirse, de moverse, de hablar, por su nivel cultural, su sentido del humor, la agilidad mental con la que responden o por sus valores y coherencia con la manera de vivir, simplemente, brillan. Crean admiración y despliegan luz. A otras les ocurre todo lo contrario. Generan rechazo. Hay personas que saben que no caen bien y terminan por aislarse. Esto las lleva a perder oportunidades profesionales y personales. Muchas veces nos hemos dicho “no sé qué tiene Fulanito, pero no me cae bien”. Hay personas antipáticas, maleducadas, exigentes, que hablan alto y agresivo, que no dan los buenos días, que no se ofrecen si te ven en apuros, que están serios todo el día, que solo se quejan y hablan de problemas, que no empatizan, incluso físicamente, llevar el pelo sucio o los dientes con sarro, puede ser una gran barrera en las relaciones personales.
Las personas atractivas son contempladas como personas de éxito. Son personas que gustan, que caen bien, que son admiradas. Muchas de ellas tienen carisma.
Pero ¿qué podemos hacer por aumentar nuestro atractivo?
1. Se tú mismo
Ser atractivos o no tiene mucho que ver con los clichés sociales. Si tu forma de vestir, de peinarte, de utilizar complementos no se ajusta a las tendencias, no cambies con tal de gustar. Si tus ideas no son políticamente correctas, no las cambies con tal de agradar. Lo normal es que no lleves a gusto y con naturalidad lo que no te atrae o que no te expreses cómodamente si no sientes lo que dices. Y si no te sientes cómodo, es imposible ver tu atractivo.
2. Tu expresión facial es tu carta de presentación
La sonrisa y la mirada son claves. Las personas que sonríen tienden a caer bien. Nos hacen la vida fácil. Nos invitan indirectamente a relacionarnos con ellas. Una sonrisa es atractiva, al igual que cuando te miran a los ojos. Porque una sonrisa y una mirada son signos de complicidad, de simpatía y de implicación.
3. Dulzura y amabilidad
La dulzura (y no se trata de ser pasteloso) y la amabilidad permiten relacionarnos con comodidad. Las palabras amables hacen sentir bien a los demás, llegan al alma y al corazón. Cuando después de una reunión de amigos o de trabajo terminas pensando “qué agradable es…” suele ser debido a su trato y a su forma de comunicarse contigo. Son personas con las que apetece estar.
4. La educación es básica
La educación es atractiva de por sí misma porque nos facilita la vida y las relaciones personales. Una persona educada es considerada y respetuosa. No te vas a sentir ridiculizada, humillada, no te va a levantar la voz, no te va a dar un corte…Las personas educadas generan un entorno seguro a tu alrededor.
5. El sentido del humor
El sentido del humor se asocia a la inteligencia. Una persona que nos hace reír es una persona con alto poder de seducción y de atracción. Muchas parejas de hecho se enamoran por cómo se divierten y se ríen juntas.
6. Tu manera de vestirte, de elegir complementos
La manera en cómo nos arreglamos es la manera en cómo deseamos ser percibidos. El atractivo de la imagen depende de la cultura, del contexto, de tu puesto de trabajo, incluso de la reputación que tengas en la vida. Los estudios afirman que tardamos menos de siete segundos en sacar conclusiones sobre el estatus socioeconómico, la religión, la orientación sexual, la inteligencia, el grado de conformidad, la simpatía, etc., de una persona solo con ver su aspecto físico. Esto es una realidad, pero no implica que tengas que modificar nada de ti para gustar.
Tienes que vestirte y arreglarte en función de tu estilo y de tus gustos. Sin más. Pero lo que no debes olvidar nunca es la higiene. Sea la ropa que sea, que esté limpia. Y cuida tu pelo, tus dientes, tus manos. Es muy desagradable relacionarse con alguien que desprende un olor rancio, que lleva las uñas mugrientas o que le huele el aliento. Siento decirlo así de duro, pero no solo no es atractivo, sino que genera un rechazo enorme en las relaciones.
7. La manera de expresarte
Desde el contenido de lo que dices hasta las formas en cómo te expresas. Tus silencios y tu escucha. Hay personas que hablan tanto que si pudieran se pondrían a cantar cuando no tienen nada que decir con tal de no perder el turno. Las personas que hablan mucho suelen ser cansinas, agotan. El silencio es muy atractivo, y escuchar a los demás todavía lo es más. Trata de escuchar con atención, de interesarte por el otro, de preguntar por cómo le va su vida. Y cuando tengas que intervenir, que sea porque tienes que decir algo interesante. Ya sé que hay conversaciones de amigos en las que solo se trata de hablar por hablar. Pero la mayoría de las veces, sobre todo en reuniones de trabajo, no es más atractiva e interesante la persona que más habla, sino la que cuando lo hace, aporta.
Y en cuanto a las formas, trata de expresarte desde la serenidad, con seguridad, con firmeza, pero con amabilidad. No des voces, no hagas muecas agresivas, no ironices. No digas nada que no te gustaría escuchar si el comentario te lo dijeran a ti.
8. Ser flexibles y tolerantes
Las personas dicotómicas e inflexibles son muy poco atractivas. Nadie quiere entablar un debate o una conversación con quien no quiere o no sabe ponerse en tu lugar. Genera mucho rechazo sentirse rechazado. Hay una gama de grises, y a pesar de que no se compartan, tenemos que aprender a respetar. Y el respeto se muestra desde las conversaciones. Hay que aprender a comunicarnos no solo para expresar lo que sentimos y pensamos, sino para poder comprender al otro. Porque la comunicación es bidireccional.
9. Muéstrate relajado
Más que mostrarte relajado, trata de vivir con serenidad. Medita, haz ejercicios de relajación, haz una cosa a la vez, organiza tu tiempo. Las personas relajadas y serenas generan confianza, mientras que las personas estresadas son muy poco atractivas. Nos infunden poca confianza. Nunca dejaríamos nuestros asuntos más importantes en manos de alguien estresado.
Signos que inspiran serenidad es hablar despacio, en un tono conversacional, no interrumpir al otro y dejar que se exprese, sonreír, tener una expresión facial relajada, no ir con prisa, no mostrar gestos agresivos.
10. Estate atento y recuerda
La memoria, nos guste o no, es parte de la inteligencia. Y depende en gran parte de la atención. Y la atención en el trato con otros, es dedicación y respeto. Trata de escuchar con atención el nombre de la persona con la que hablas y llámala por su nombre. Si estás con amigos o conocidos o compañeros, recuerda cuáles eran sus problemas y pregúntales por ellos, si su madre está convaleciente, si su hijo atraviesa una dificultad, si su marido ha encontrado trabajo.
Y en reuniones de trabajo nos suele impresionar ver cómo se recuerdan datos, frases, experiencias de otras reuniones. La memoria no dice que las personas que tienen menos sean menos inteligentes, ni mucho menos, de hecho, hay tantas inteligencias como personas, pero sí que solemos dejarnos impresionar por aquellas personas que recuerdan bien.
Todos tenemos algo de nosotros atractivo, solo tenemos que confiar en ello. Y si de verdad crees que eres de las persona que algo de ti genera rechazo, no te preocupes, puedes entrenar para cambiarlo.
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