El ayer es historia, el mañana es un misterio, sin embargo, el hoy es un regalo, por eso se le llama presente. Esto le decía el maestro a Kung Fu Panda. El ahora es un presente, incluso confinados.
Se nos hace difícil vivir el presente porque estamos muy preocupados con la situación que estamos viviendo. Un virus que nos ha sometido. Ha conseguido encerrarnos en casa, cambiar nuestra forma de trabajar para quien pueda trabajar, los niños, adolescentes y universitarios sin clases, nos ponemos mascarilla para salir a la calle y mantenemos el distanciamiento social en farmacias y supermercados. ¿Cómo vamos a vivir un presente que no deseamos vivir? ¿Cómo estar presentes y disfrutar de un momento que nunca en la vida hubiéramos elegido?
Vivir el pasado nos genera tristeza… Aquellos tiempos, ¿verdad? Aquellos tiempos en los que nos sentíamos sanos y libres. Incluso cuando fantaseamos con el futuro «cómo me gustaría estar de terracitas y con una cervecita en la mano», lo hacemos para volver al pasado y sentir esa añoranza y nostalgia que nos ayuda a seguir siendo lo que éramos.
En cuanto al futuro… si anticiparnos al futuro, sobre todo en lo que concierne a lo negativo, de alguna manera lo predijera, sería genial. Tenemos menos control sobre el futuro de lo que imaginamos. Nos hemos acostumbrado a que tener control nos da seguridad y es cierto, pero esto solo es posible un porcentaje muy pequeño de nuestras vidas.
Mientras miramos al futuro con miedo e incertidumbre, dejamos de vivir el presente… nuestro presente de ahora nos guste más o nos guste menos. Sin saber cómo nos vamos a desenvolver en el futuro, cuánto tiempo exacto estaremos confinados, cuánto tardaremos en volver a la absoluta normalidad, vivamos el ahora, que ya bastante tenemos.
Para vivir el presente en tiempos de confinamiento:
¿Y si empezamos por aceptar lo que tenemos?
No puedes disfrutar del momento presente si no aceptas el momento en el que te encuentras. Cuando la cabeza vuela al pasado y al futuro, no estás en lo que estás. Si deseas quejarte, despotricar de lo que está ocurriendo, hazlo. Pero sólo una vez. Coge una libreta y apunta todo lo que detestas, lo que te asusta, lo que te tiene en un «sinvivir». Anótalo y acepta que esta es ahora nuestra situación.
No huyas de la situación, trata de vivir en ella. Dicen que cuando una ola te arrastra en el mar es mejor dejar de luchar para que no nos revuelque. Lo ideal es dejarnos llevar dentro de ella y en cuanto rompa en la orilla, salir. Algo así debes hacer, déjate llevar, fluye, actúa con lo que es controlable por tu parte, pero no trates de estar todo el día preguntando y contestando a cuestiones cómo «¡pero cuánto tiempo va a durar esto!», «¿nos estará diciendo la verdad?», «esto empieza a ser demasiado» …porque no tenemos respuestas.
Cualquier tiempo pasado… no fue mejor
Si nos agarramos a este refrán no conseguiremos vivir el presente. Siempre querremos volver al momento en el que salíamos de tapas, a cuando éramos más jóvenes o a cuándo todavía estaba una determinada persona en nuestras vidas.
Podemos pensar y fantasear con el pasado por revivir momentos en familia, por ver fotos antiguas y ubicarlas, por hacer partícipes a nuestros mayores con sus batallas, pero no para sufrir pensando lo felices que éramos antes.
Si no te gusta tu presente, ¿qué puedes cambiar de él?
No podemos cambiar la incertidumbre, ni adelantarnos al futuro, pero sí podemos hacer pequeños cambios en el ahora para poder disfrutarlo mejor. Una cosa es aceptar y otra, resignarse. Te resignas cuando decides no levantarte de la cama, cuando vives todo el día en pijama, cuando te quejas de todo a todo el mundo pero no actúas para sentirte mejor, cuando metes miedo a los demás buscando esa complicidad que justifica tu inactividad.
Puedes cambiar aspectos de tu presente para vivir y disfrutar mejor. Aunque no sea la situación soñada. Si te hicieras la pregunta, ¿qué podría hacer hoy para vivir con más conciencia, con más propósito?… ¿qué harías? Puedes empezar por contestarla a diario y ponerte en acción.
La vida es en gran parte la que nos toca y en otra parte la que uno elige. No elegimos muchas de nuestras circunstancias, pero si la manera en cómo deseamos vivirlas.
Otros artículos de Patricia Ramírez:
- Qué hacer si me abruman y estresan las noticias sobre el coronavirus.
- Cómo hacerles la vida más fácil a los otros en tiempos de coronavirus.
- Por qué es inútil anticipar lo negativo en tiempos de coronavirus.
- Cómo cuidar la convivencia en pareja en tiempos de coronavirus.
- Qué hacer cuando el miedo y la incertidumbre por el coronavirus se apodera de nosotros.
- Cómo dejar de hacerse la fuerte de la familia y no sentirse culpable.