¿Meditar te estresa? Meditar, mindfulness, atención plena, yoga, son términos con los que ahora nos manejamos todos los psicólogos y cualquier persona interesada en cuidarse, quererse y respetarse.
La meditación “mindfulness” o cualquier tipo de meditación se han impuesto como estandarte de la serenidad, de la vida “slow”, del manejo eficaz de las emociones. Incluso son muchos los libros y los artículos con rigor que reconocen ya de manera científica las bondades de la meditación. Mejora nuestras funciones cognitivas, nos permite vivir con más conciencia y plenitud, nos enseña a tomar distancia con nuestros pensamientos y emociones cuando estos nos atormentan, produce cambios estructurales en el cerebro, reduce la activación de la amígdala, nos ayuda a ser más autocompasivos, generosos con nosotros y con los demás, en definitiva, a regular nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con el entorno.
Pero, ¡tachán!, no es oro todo lo que reluce. Muchas son las personas que dicen sentirse incómodas y estresadas cuando meditan. Al contrario de lo que predica la filosofía que subyace a la meditación, como es la empatía y comprensión, los instructores en meditación suelen achacar este estrés a la exigencia que uno mismo se pone por hacerlo “bien” o la “falta de entrenamiento”.
Pero ahora existen estudios que demuestran que los motivos no son ni la falta de práctica ni la exigencia, sino que no a todos les sienta igual de bien la meditación. Tendemos a vender aquello que nos gusta como si fuera la única alternativa al tratamiento de problemas de tristeza, ansiedad o de malestar emocional. Pero existen infinidad de técnicas que también pueden aliviar el sufrimiento de forma eficaz. Ni a todo el mundo le vale hacer deporte, ni a todo el mundo le vale meditar.
He oído a muchos seguidores sentirse mal por no ser capaces de encontrar la paz meditando. Como todo, lo que en un principio podría hacernos bien termina generándonos frustración y sentimiento de culpa. Porque oír que la meditación es salud mental, es una bendición, es una maravilla y no ser capaz de sentir todo eso a veces te lleva a sentirte mal.
Así que, a partir de hora, dama o caballero, si usted ha probado a meditar y no disfruta con ella, no se la meta por los ojos. El estudio de Marco Schlosser, así como de otros científicos del Colegio Universitario de Londres, concluyó que a casi el 25 por ciento, ahí es nada, de las personas que trataban de meditar, la práctica les generaba experiencias notablemente molestas.
La investigación ha demostrado, tanto esta de Schlosser como muchas otras anteriores, que, para un tipo de población, la moda de meditar, lejos de relajar, genera experiencias negativas. La idea de centrar la atención los lleva a aflorar su estrés.
No te sientas culpable, no te sientas raro, no sigas insistiendo salvo que te apetezca insistir. Si esta práctica no es para ti, no la metas con calzador en tu vida. Igual en otro momento, otro año. O igual mejor prueba con otros métodos de reducción de estrés. Desde las técnicas tradicionales de relajación muscular, pasando por el ejercicio físico, practicar una afición, acariciar a tu perro, ejercicios de visualización… Todos somos distintos y a todos nos funcionan cosas distintas.
Con las modas pasa esto. Que parece que si no la sigas estés fuera. Y cuando a alguien le funciona, trata de que estés dentro incluso hasta empujándote a ello. A mí meditar me funciona, pero siempre he reconocido que no soy de las personas que después de meditar dice “esto es la bomba”, y otras personas sí experimentan ese cambio.
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