Esta pandemia es una crisis en toda regla. A nivel sanitario nos afecta a todos. Pero también es una crisis económica, crisis de valores, crisis personal, crisis laboral… Ninguno somos la persona que éramos antes del 14 de marzo. Y como en cualquier crisis que se tercie, nuestras emociones andan «patas arriba».
¿Este miedo es normal? ¿DeberÃa sentirme asà de inseguro? No tengo claro que todo el mundo se sienta tan desconcertado como yo. ¿Y esto cuánto va a durar? A mà es que la incertidumbre me mata. Yo no sé ni lo que siento… unos dÃas estoy fenomenal, como si no ocurriera nada y otros ando como alma en pena, con una tristeza encima tremenda. Yo tengo miedo, miedo al contagio, miedo al virus, miedo a la enfermedad, miedo a sufrir, miedo a morir, miedo a que los mÃos lo pillen, miedo a los asintomáticos. Yo tengo problemas de sueño, me cuesta teletrabajar, no me organizo, no conecto ni desconecto.
Estas frases son de mis pacientes, pero podrÃan perfectamente representarnos a todos. Porque quién más o quién menos está sufriendo o viviendo un estado emocional desconocido, desconcertado. No tenemos ajustes, no tenemos pilares, no tenemos anclajes. En cambio tenemos miedo, incertidumbre, pena, desconsuelo, frustración, rabia, inseguridad. En tiempos de crisis todo se tambalea.
No podemos evitar sentir. SerÃa incluso contraproducente. Pero podemos tratar de entender lo que sentimos, ponerle nombre. Y también podemos aprender a responsabilizarnos de esas emociones e incluso realizar actividades que nos ayuden a gestionarlas de manera eficaz. No se trata de no sentir, sino de seguir viviendo a pesar de lo que sentimos. No dejar que nos bloqueen la vida.
Si tuviéramos un botiquÃn emocional para tiempos de crisis, contendrÃa 4 emociones que tendrÃamos que entender para saber por qué se presentan en este momento. En sÃ, todas las emociones que sentimos a lo largo de nuestra vida tienen un por qué, un sentido evolutivo. Si el sexo y el orgasmo están para sentir placer y que tengamos ganas de seguir teniendo sexo y asà poder reproducirnos y que no se extinga la especie, los estados emocionales con los que sufrimos también tienen un sentido. Veamos cuál.
Miedo
El miedo está siendo la emoción estrella de la gala de la pandemia. Todos en algún momento durante estos meses hemos sentido miedo y lo seguimos sintiendo ahora. Enfermedad, confinamiento, pérdida de trabajo, muerte, separación fÃsica de nuestras personas queridas, alarma, crispación económica, polÃtica y social, noticias negativas mañana, tarde y noche…
El miedo es de las mejores emociones que ha configurado nuestro sistema biológico. Gracias al miedo hemos sido capaces de ponernos a salvo de amenazas que atentaban contra nuestra vida. Por eso, gracias al miedo, somos responsables y prudentes y utilizamos mascarillas, el distanciamiento social, nos lavamos las manos, acatamos las normas… Si no fuera por el miedo, nos expondrÃamos al virus poniendo en peligro nuestra vida y la de los nuestros.
El miedo está bien como chivato. Pero una vez que conocemos las medidas que están bajo nuestro control, seguir teniendo miedo con la parte no controlable de esta crisis sanitaria, ya no tiene tanto sentido. Ante el miedo, lo controlable bajo control. Y con el resto de las preocupaciones como son los pensamientos sobre el futuro, tenemos que ser capaces de ponerlos en la distancia. No hablar con ellos, no razonarlos, no juzgarlos. Seguir dando vueltas a las preocupaciones que no puedes controlar es alimentar tu miedo y tu ansiedad.
Inseguridad
Se debe a la incertidumbre, a la incapacidad de poder controlar lo que nos encantarÃa tener bajo control. Y es que el control nos da confianza y seguridad. Y cuando no podemos ejercerlo, nos tambaleamos y nos sentimos inseguros.
La función de sentirnos inseguros es ser más cautos. La inseguridad nos ayuda a ser menos impulsivos y más reflexivos. En tiempos de crisis, en tiempos de pandemia, ser reflexivos es muy importante. PodrÃamos tomar decisiones precipitadas basadas en el miedo que podrÃan tener graves consecuencias. Cuando nos pedÃan que no fuéramos de viaje a las segundas residencias, muchos lo hicieron. También les pillaron y pagaron multas importantes. Pero aquellos que sintieron inseguridad y dudaron entre ir o no ir, los llevó a valorar las consecuencias, a ser más reflexivo. E imagino que muchos tomaron la decisión correcta de quedarse en casa cuando no se podÃa hacer esos viajes.
La reflexión es fundamental para tomar decisiones correctas. Escucha tu voz interior, escucha tu intuición, valora las consecuencias de cada acción y luego decide.
Tristeza
Estar triste parece que ayuda poco, ¿verdad? Porque la tristeza lleva consigo dejadez generalizada. Se nos quitan las ganas de trabajar, de relacionarnos, de cuidarnos…se nos quitan hasta las ganas de divertirnos. La tristeza nos avisa de que estamos viviendo una situación que nos incomoda, que nos da pena, nos dice que no estamos a gusto…y todo para que busquemos dar una solución o decidamos aceptar y poder seguir adelante.
Durante estos meses hemos vivido con pena la enfermedad de muchas gente, la muerte de miles de personas, la pérdida de empleos, el trabajo extenuante de los profesionales que han estado en primera lÃnea. Nos hemos confraternizado, hemos empatizado, hemos sentido su agotamiento. A la mayorÃa de nosotros esa tristeza nos ha ayudado a valorar más lo que tenÃamos y lo que hemos empezado a recuperar. Ahora sabemos el valor de un beso, de un abrazo, el valor de salir sin mascarilla o de la estabilidad laboral que habÃamos conseguido.
Frustración
Es la emoción predominante cuando tenemos la sensación de no poder hacer nada más. No podemos poner más de nuestra parte. No podemos inventar nosotros la vacuna, no podemos actuar con responsabilidad en nombre de quiénes son irresponsables, no podemos solucionar conflictos polÃticos que a todos nos gustarÃa que tuvieran solución…
La frustración nos ayuda a equilibrar lo que damos en función de lo que obtenemos. Cuando inviertes mucho esfuerzo y energÃa en un proyecto y al final fracasa, la emoción que sientes es frustración. Sufrirla nos lleva a decidir cuánto me doy, cuánto invierto, cuánto comparto en un futuro.
La frustración en tiempos de pandemia puede facilitarnos la autorregulación de nuestra energÃa fÃsica y mental ayudándonos a elegir batallas por las que no podemos luchar. Dejemos de enfadarnos por los que se comportan de manera irresponsable y seamos nosotros ejemplo de responsabilidad, dejemos de arremeter contra polÃticos por su incapacidad para gestionar el momento, dejemos de ver tanta noticia negativa y centrémonos en nuestro presente…
Las emociones están para aprender de ellas, ¿qué nos están diciendo? También existen para ser para ser aceptadas y entender que el estado natural de las personas no es la felicidad. Y también nos sirven para movilizarnos y buscar soluciones, cuando las hay, a las situaciones o personas que nos generan ese malestar.
- Acepta lo que sientes, no lo niegues, no te hagas la fuerte, no disimules.
- Expresa tu emoción desde la serenidad.
- Habla con los tuyos, puede que se estén sintiendo igual que tú y no sepan cómo expresarlo.
- ResponsabilÃzate de tu emoción, no eches balones fuera ni culpes a los demás de cómo te sientes.
- Busca actividades, momentos, experiencias que te hagan sentir bien, pero sin forzar.
- Medita, haz deporte, descansa, habla con gente positiva.
- Y, sobre todo, cuÃdate. El autocuidado en estos momentos es importantÃsimo.
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Emociones