Un chaleco lastrado es como alguna de las opciones de equipamiento que te ofrecen al comprar un coche, apetece pedirla, pero es difícil hacer una valoración objetiva del uso que le vamos a dar. Tras la compra, algunas personas le sacarán partido y otras, con el paso del tiempo, se darán cuenta de lo caprichoso de aquella decisión. Los chalecos lastrados no son una parte fundamental del “arsenal deportivo” de nadie. Dudo que algún propietario de un gimnasio o polideportivo los tengan como una prioridad a la hora de elegir equipamiento para sus instalaciones. Incluso en un box de CrossFit, donde es más habitual verlos, tampoco es un material a disposición de todos y ni mucho menos es algo para el día a día. Si no estás familiarizado con ellos te estarás preguntando qué son y para qué valen.
Utilidad de un chaleco lastrado
No mas que una prenda más o menos rígida con la que nos cargamos un peso adicional a la hora de hacer ejercicio. Sus orígenes están muy ligados con el mundo militar o los cuerpos de seguridad, para quienes es habitual desplazarse con pesadas cargas (mochilas, botellas de oxígeno, chalecos antibalas, etc.) y necesitan entrenar para ello. Como habrás podido adivinar, para sacar todo el partido a un chaleco lastrado, hace falta ser una persona muy fuerte o con un tipo de entrenamientos muy específicos y, en principio, deberías descartar esta opción si eres una persona con sobrepeso.
Por supuesto, añadir un chaleco lastrado a los ejercicios que habitualmente haces con tu propio peso, incrementará el nivel de esfuerzo considerablemente. Fondos, sentadillas, zancadas o dominadas, entre otros, se convierten en ejercicios mucho más exigentes con unos cuantos kilos más encima.
¿Qué tengo que tener en cuenta si quiero comprar un chaleco?
Hasta hace bien poco la oferta de chalecos lastrados era escasa, pero hoy en día los tienes de tantas marcas que pueden surgir muchas dudas antes de dar el paso y adquirir uno. Como te podría pasar con cualquier otra compra, en ocasiones lo barato sale caro, así que te vamos a enumerar los principales aspectos a tener en cuenta:
- Su comodidad. Siempre van a ser incómodos, en este sentido nos referimos a que se ciña bien a cualquier físico. Normalmente el sistema de ajustes se realiza con bandas elásticas de velcro que permiten apretarlo según tus necesidades. Un chaleco que no se ajuste adecuadamente puede ser un calvario de molestias que van desde las ampollas hasta que esté rebotando contra tu barbilla o nariz en cada salto o movimiento brusco que hagas. Siempre que tengas oportunidad, pruébate antes el modelo que quieras comprar.
- Su material. Suelen estar fabricados con tejidos muy duros y resistentes a la abrasión. Dado que se sobreentiende que su uso va a implicar un trato “razonablemente brusco”, mucho cuidado con chalecos fabricados en materiales que a primera vista parezcan delicados.
- El tipo de lastre que llevan. Normalmente puedes encontrar dos tipos de chalecos, los que están rellenos de arena y los que llevan pesos metálicos. En este segundo grupo los hay con una especie de lingotes de medio o un kilo, y los que tienen una o dos placas de gran tamaño que tienen el inconveniente de no permitir ajustes en el peso del chaleco, digamos que son un “todo o nada”.
- La cantidad de peso que admiten. No hay que volverse loco, más peso no lo hace mejor. Lo normal es encontrarlos entre los 9 y los 30 kilos de peso extra. De sobra.
- Mucho cuidado con el precio. Son caros. Normalmente hay una trampa comercial y es que el precio que se anuncia es el del chaleco vacío, al que tendríamos que añadir el de los lastres que pueden costar más que el propio chaleco.
- Diseño. En ocasiones este motivo será lo que te haga decidirte entre uno u otro modelo. Admitámoslo, entrenar con un chaleco lastrado te hace parecer de los boinas verdes y eso tiene su público. Esto “va por barrios”, pero piensa cómo te vas a ver y si quieres añadir los típicos parches para darle un toque personalizado. Aquí hay tantos gustos y opiniones como personas.
Resumiendo, no es un elemento fundamental. Si quieres tener material para entrenar al margen de tu propio peso corporal, siempre pondría un par de kettlebells o de mancuernas por delante de un chaleco lastrado. Son infinitamente más versátiles. Que la fuerza te acompañe.
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