Dice un sabio refrán que el sentido común es el menos común de todos los sentidos. Escribo esta entrada del blog en pleno auge de la crisis del coronavirus. En estos momentos la cosa se está poniendo fea y nos avisan que queda lo peor. No hay persona que al conectarse a cualquier dispositivo no tenga un audio que va desde lo conspiranoico a lo más sensato y bienintencionado posible. Todo está dicho. Y decir más que médicos especialistas en el asunto es de perfecto idiota, así que escribo estas líneas para que todos nos preguntemos humildemente si hemos hecho todo lo que debíamos, pero no me refiero al coronavirus, me refiero a qué haces tú si no hay nadie persiguiéndote para cuidar de tu salud. Voy a intentar explicarme.
¿Qué ocurre si te metes al mar sin saber nadar?
Creo que es evidente que te vas a ahogar. Supongo que cuando empieces a tragar agua, lo más sensato es que des voces para que venga a rescatarte el socorrista. En ese momento entiendo que no se te ocurre intentar recordar el teléfono de la piscina donde daban cursos de natación. Y haces bien, porque en ese caso necesitas que te salven urgentemente y no necesitas un profesor. No creo que exista ninguna persona en el mundo que actuara de otra manera y para eso están los socorristas precisamente. Pero el socorrista se ha jugado su vida porque tú has sido inconsciente, no podemos hablar de un accidente, estabas jugando a la ruleta rusa. No te ha sido suficiente estar en la orilla mojándote los pies. Has ido un poco más allá.
Hoy todo el mundo está agotando los desinfectantes de manos en los supermercados. Que levante la mano quien no haya visto, no a uno a dos o a tres, a mucha gente salir de un baño público sin lavarse las manos y hablando por el móvil. Móvil que inmediatamente va a posarse en una barra de un bar. Ahora se agotan las mascarillas, pero ayer el que tenías al lado en un autobús te podía toser en la cara como si te estuviese regalando un pedazo de brisa de la montaña. Somos así. Somos de extremos. Necesitamos estar ahogándonos en el mar para darnos cuenta de que debíamos habernos apuntado a clases de natación. En tu caso has estado de suerte, te ha salvado el socorrista. Bien. Resulta que cien metros más a la derecha, un nadador experto ha tenido un calambre, algo que no le ha pasado nunca, pero sí ese día. En su cabeza no se pone a hacer repaso de la técnica de la braza, su cabeza activa la petición de socorro y llama, pero el socorrista está con el imbécil que se metió en el mar sin saber nadar. Y el nadador que objetivamente ha tenido un accidente, muere porque el irresponsable que no sabía nadar ha pensado que el mundo empieza y termina en él… o ella. Algo parecido está pasando ahora mismo en la sanidad española. Puede que una persona que sufre un accidente o un problema serio de salud, fallezca por no disponer de los medios necesarios que están siendo utilizados para salvar a otra persona de algo que hubiese sido perfectamente evitable. No es lo habitual, pero ocurre. Y aquí quiero acabar con todo lo referente al coronavirus y entrar en otro aspecto del debate.
¿Haces todo lo que está en tu mano?
No. No me refiero a que ahora te laves las manos y a que te estés quedando en casa. Lo que está demostrando esta crisis, es que los hospitales están para cuando se necesitan. Que es un bien preciado al que no le damos el suficiente valor, quizás por eso de que es “gratis” (gran mentira, cuesta una fortuna). Te pregunto ¿qué estás haciendo, no ahora sino habitualmente, para que tu salud sea óptima? Ahora es el coronavirus, pero en todos los hospitales de España hay personas que lamentablemente podrían haber evitado su ingreso por enfermedad, si en su modo de vida hubiese habido costumbres más saludables ¿Cuáles? Venga, vamos a repasarlas aunque de lo obvio resulta hiriente ¿Necesitas ir al médico para que te diga que fumar no es sano?¿Necesitas saber el número de hospitalizaciones con riesgo vital que ocasiona el tabaquismo? Vas al endocrino para saber si estás pasado de peso. Hay casos de personas muy complejos en este terreno, pero en un porcentaje muy alto ¿necesitas ir al médico para saber que te sobran kilos?¿Todavía no has escuchado o leído nada sobre los riesgos del sobrepeso?¿Te suena la diabetes por decir algo?¿Conoces sus consecuencias médicas en los casos graves?
Los accidentes van a ocurrir siempre y para ello tenemos los médicos. Igual que los socorristas en la playa. Pero igual que debes tomar clases de natación para nadar, para cuidar tu salud y evitar acabar en un hospital a base de maltratarla o que esté tan débil que cualquier gripe te lleve por delante, has de poner de tu parte.
Teniendo en cuenta la gravedad de la actualidad puede sonar superfluo, pero hacer ejercicio, llevar una dieta correcta, prestar atención a tu equilibrio emocional… En todo ello hay una responsabilidad personal. Cada día que cuides esta parte de ti, estás quitando una bala a la ruleta rusa que gira y gira en la vida de todos y cada uno de los que estamos en este mundo. Igual no te libras, pero quizás en un futuro, en la próxima acometida de la naturaleza como la que nos está tocando vivir, solamente por haberte concienciado estarás más preparado o, al menos, serás un paciente “menos grave” y dejarás libre una cama de UCI que signifique para otra persona la diferencia entre la vida o la muerte.
Cuando acabe todo esto ¿Habrá que volver a decirte lo importante que es lavarse las manos?¿Volverá a verse a la gente toser encima del prójimo?¿Volverás a ir a la oficina con un gripazo en lugar de quedarte en casa teletrabajando si tienes esta opción?¿Es tan difícil hacer lo que está en nuestras manos? Yo os animo a intentarlo. Que la fuerza os acompañe.
También puede interesarte:
- ¿Por qué necesitas entrenar la fuerza?
- ¿Qué hay que hacer fuera del gimnasio para ser cada día más fuerte?
- La sarcopenia. El enemigo silencioso.