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Blogs A bordo del J. S. Elcano por Gonzalo Jiménez Tapia

Viento largo y mar de popa

Este blog finaliza su navegación tras cinco meses de crónicas A bordo del J.S. Elcano. Llega a tierra firme cargado de historias sobre la dotación, los siete países visitados y los 500 años de la Primera Vuelta al Mundo

Viento largo y mar de popa
Elcano con las velas del palo Trinquete desplegadas. Fuente: Gonzalo Jiménez Tapia
Gonzalo Jiménez Tapia el

El levante fue lo primero que conocí de Cádiz. Lo segundo fue el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano. Nunca había estado en la ciudad y tampoco había navegado jamás. Llegué durante el ocaso al Arsenal de la Carraca para dar mis primeros pasos por el buque, sin imaginarme lo que iba a suponer a nivel personal y profesional esta aventura: había comenzado el proyecto Martín de Ayamonte, una crónica a bordo del embajador y navegante.

Cinco meses y unas 15.000 millas náuticas después ha llegado el momento de desembarcar. Pero juntos, a través de este blog, usted, querido lector, ha podido sumergirse en la vida diaria de la dotación y guardiamarinas en el 94 Crucero de Instrucción para conocer su papel como la universidad flotante más antigua del mundo. Además, a través de las diferentes escalas, ha podido redescubrir la gesta histórica de la Primera Vuelta al Mundo, que consiguió el marino español Juan Sebastián de Elcano hace 500 años, como parte de la expedición que inició Magallanes para abrir una nueva ruta por el oeste hacia la isla de las especias.

Durante las travesías entre puertos por mares y océanos hemos conocido las vidas y el trabajo diario de los miembros de la dotación. Aprendimos cómo navega a vela este bergantín-goleta de cuatro palos y veinte velas con Don Alfonso, el contramaestre de cargo; conocimos la gestión de víveres y de la cocina gracias al intendente Antonio Castillo; y la vida a bordo de los guardiamarinas nos la explicó Pedro Palacios. Pudimos ver la técnica de Antonio, el peluquero, para cortar el pelo al son del vaivén del buque y adentramos en el servicio de máquinas  gracias al sargento José Miguel Hervás, el único mallorquín de Elcano. A través de estas historias personales se reflejan los valores y el esfuerzo diario de las más de 250 personas, entre dotación y guardiamarinas, que forman parte del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano.

Recorrido de escalas del 94 Crucero de Instrucción del Juan Sebastián de Elcano. Fuente: Armada

El bergantín-goleta de cuatro palos ha surcado las aguas de un mar Mediterráneo movido y salvaje, muy diferente al que se puede imaginar cualquiera desde las playas del sur y levante español. El buque siguió la ruta que dominaron primero fenicios, griegos y romanos; hasta llegar a las puertas del mar Egeo: cuna de la civilización occidental, donde redescubrimos la filosofía ateniense a través de sus ruinas y conocimos a los marinos griegos que participaron en la primera vuelta al Mundo, como Francisco Albo. La odisea particular de Elcano dejó Ítaca atrás para adentrarse en el mar Jónico y cruzar el estrecho de Mesina, la puerta sur de acceso al mar Tirreno; que baña las costas de Civitavecchia – el puerto de Roma –, la segunda parada de Elcano. Allí se conmemoró a los italianos, como el famoso Antonio Pigaffeta, que acompañaron a la expedición de Magallanes y Elcano. También pudimos pasear por la ciudad imperial de los césares y adentrarnos en el Vaticano, para descubrir la tumba de San Pedro, el primer papa de una Iglesia que es parte de la historia de España y de Europa.

El viaje por el Mediterráneo continuó en una tormentosa travesía hasta Barcelona, donde el buque tuvo una calurosa bienvenida tras 18 años sin visitar la ciudad condal. Además, los fogones de Elcano se trasladaron por una tarde al Mercado de la Boqueria para hacer un plato en directo y demostrar la comida casera y moderna que se prepara a bordo. El siguiente destino fue Cartagena, cuna de muchos marinos españoles, donde se realizó un acto para renombrar al muelle principal como Juan Sebastián de Elcano. Se desplegaron velas de nuevo y se puso rumbo al estrecho de Gibraltar: una carretera marina de dos carriles que desemboca en el plácido e inmenso océano Atlántico.

El equipo de cocina prepara la comida durante la navegación por el Mediterráneo. Fuente: Gonzalo Jiménez Tapia

Tras una semana con una escolta esporádica de delfines, el buque-escuela llegó a Cabo Verde – un archipiélago al sur de las islas Canarias –, y fondeó frente a la isla de Santiago, en las mismas aguas a las que llegó hace 500 años Juan Sebastián de Elcano y su tripulación, hambrientos y con la nao Victoria muy deteriorada. Intentaron hacer víveres para afrontar el último tramo de la primera vuelta al mundo, pero 13 hombres fueron apresados por los portugueses. El resto de la hazaña ya es historia, y por eso, el buque-escuela conmemoró la figura de aquellos marinos durante su estancia en Praia, la capital caboverdiana.

Los vientos alisios empujaron al bergantín-goleta desde aquellas islas africanas hasta el continente americano, donde nos esperaba el mar Caribe. Durante la travesía del Atlántico se celebró la Semana Santa en la cubierta del buque, que atravesamos sin percatarnos demasiado en 18 singladuras. En el nuevo continente nos esperaba un viaje por el Puerto Rico español que dejó Ponce de León como conquistador y primer gobernador de la isla. Las raíces comunes con España están a simple vista en las calles y edificios de estilo andaluz del Viejo San Juan, que celebra los cinco siglos de su fundación.

La belleza y el colorido de San Juan choca con el desgaste y abandono de los edificios y calles de la Habana Vieja. La visita de Elcano a Cuba estuvo marcada por el luto oficial decretado tras la explosión de gas en el emblemático hotel Saratoga, que mató a 46 personas, entre ellos dos españoles. No obstante, la cercanía y cariño de los cubanos se notó en las 7.000 visitas al buque y en los actos celebrados por la embajada y la comunidad española en la isla. Se realizaron visitas culturales que demostraron la presencia que tuvieron los españoles durante siglos en Cuba. El buque-escuela de la Armada continuó su misión hasta llegar a la Florida que había descubierto Ponce de León en su último viaje. Elcano atracó frente al estadio de los Miami Heat, delante de una ola de rascacielos que rodea un paseo costero lleno de palmeras. Durante los cuatro días que duró la estancia en Miami, la Reina Sofía presidió varios actos culturales a bordo.

Elcano atracado frente al Viejo San Juan, Puerto Rico. Fuente: Gonzalo Jiménez Tapia.

Elcano dejaba atrás el continente americano rodeado por pequeñas embarcaciones con bandera española. Por delante quedaba casi un mes de navegación, que se hizo más ameno con la victoria de Rafa Nadal, un poco de paella los domingos y la práctica de ejercicio en el gimnasio de cubierta.

El siguiente puerto era Saint-Malo (Francia), donde se conmemoró a los 15 franceses que participaron en la expedición de Magallanes y Elcano, entre ellos, al malvinense Bartolomé Prior, que sería contramaestre de la nao Santiago y la Trinidad. Lo mismo sucedió con Juan de Cueto, un grumete cántabro al que se rindió honores en Santander durante la visita de Elcano, tras partir de la Bretaña francesa. Atracó pegado al Centro Botín donde se proyectaron imágenes sobre la gesta de la primera globalización. Durante su estancia en la capital cántabra, varios miembros de la tripulación participaron en una recepción en el Palacio de la Magdalena y la dotación de Elcano recibió la rápida visita de su Majestad el Rey. Se notaba que el bergantín-goleta navegaba por aguas españolas porque a la salida acompañaron al buque numerosas embarcaciones. Sucedió lo mismo en el siguiente puerto: La Coruña, una ciudad hermosa y con carácter marinero que recibió al buque-escuela con los brazos abiertos.

El comandante despidiéndose de los guardiamarinas a bordo de Elcano en la Escuela Naval Militar (Marín) Fuente: Gonzalo Jiménez

El 94 Crucero de Instrucción finalizó en Marín, donde se encuentra la Escuela Naval Militar, hogar de formación para los futuros oficiales de la Armada. Elcano atracó de nuevo en el muelle de torpedos de la Escuela, donde esperaban sus compañeros y la banda de música. El Comandante, se despidió uno a uno de los guardiamarinas antes de que desembarcaran por última vez, después de cinco meses de estudio y aprendizaje a bordo.

Tras vivir esta experiencia única e irrepetible quiero dar las gracias a los lectores por su interés, cariño y paciencia. Pido perdón por los errores que pueda haber cometido, que me han servido para mejorar como profesional. Gracias por la confianza y el apoyo ofrecido por la Armada desde el momento en que presenté el proyecto. Así como la ayuda de la Cátedra Internacional CEU Elcano y la difusión por parte de la Comisión Nacional V Centenario. Mi agradecimiento total a la dotación y guardiamarinas que me aceptaron en su casa durante tantos meses, de los que he aprendido mucho a nivel personal y profesional: Gracias. Buenos vientos y buena mar.

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