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Blogs A bordo del J. S. Elcano por Gonzalo Jiménez Tapia

A malos vientos, bueno es un motor diésel

Elcano además de las velas tiene en sus entrañas un motor de 2070 caballos y tres generadores diésel que dan electricidad a esta ciudad flotante.

A malos vientos, bueno es un motor diésel
La cabo Yaqueline y los sargentos Elías y José Miguel en el puesto de control
Gonzalo Jiménez Tapia el

Una luz blanca y un estruendo uniforme se cuelan en el pasillo de oficiales. Cierro la puerta de madera y me adentro en un mundo lleno de tuberías, pilotos de colores llamativos y chapas de acero que tapan con torpeza infinidad de ruidos provenientes de todas partes. Bajo unas escaleras de metal y descubro las ventanas de la central de máquinas del Juan Sebastián de Elcano.

Frente a los estrechos ventanales y la escalera está el enorme motor diésel de la marca alemana Deutz, de más de dos metros de altura. Al rodear los seis cilindros hacia la popa, se puede ver, bajo las planchas de metal, el eje girando directamente desde la máquina hasta la hélice de buque – sin reducción alguna–.

Siguiendo el eje, hacia la popa, se atraviesa una guillotina, una compuerta hermética, que da acceso a la parte final del buque, donde resguardados en cajas enormes de acero están los dos generadores diésel y dos máquinas de osmosis que se utilizan para producir agua. Hay muchos otros instrumentos y equipos repartidos por el bergantín que se controlan desde la central, a la que accedo por una puerta rígida de acero.

El guardiamarina de guardia en máquinas recibe la novedad para comunicarla al puente, como parte de su adiestramiento. G.J.T

La cabo Yaqueline y los sargentos Elías y José Miguel revisan los niveles de combustible y agua. G.J.T

Nada más cruzar el portalón me encuentro a los sargentos José Miguel y Elías, que hoy están de guardia. Están sentados delante de los controles del motor y las pantallas con los niveles de los tanques de combustible, agua y otros servicios eléctricos de Elcano. A su izquierda está la cabo Yaqueline, frente a los indicadores de los tres generadores diésel. En el mamparo central, La Galeona, discreta y mínima, preside el cuadro de indicadores y palancas de encendido y propulsión. Es una pequeña estampita de la virgen del Rosario que se ha quedado amarillenta por el paso del tiempo, el resto de la sala se renovó el año pasado.

Antigua palanca de propulsión del motor. G.J.T

Me siento detrás de ellos, en un banco encajado en los paneles eléctricos, en la parte trasera de la estancia. Al ruido monótono de las maquinas se suman las voces entrecortadas que salen de los walkie talkies. En cierto momento se escucha: “máquinas de puente, avante a 190´´, y el sargento repite el mensaje y ejecuta la orden pulsando un botón de forma mecánica. Al zumbido del motor se le suman otros sonidos que Elías y sus compañeros identifican, casi, de forma natural; eso sí, cuando hay un ruido o un silencio inesperado saltan de la silla para ver si hay alguna incidencia.

Motor diésel de la marca alemana Deutz. G.J.T

Pero el motor solo ocupa una pequeña parte del trabajo. La brigada de energía y propulsión se encarga de todo aquello que tenga mecanismo o sea eléctrico, “de la cafetera estropeada a lo más complicado que es que el motor ande´´, comenta el sargento José Miguel. Aunque en la sala sean pocos, por todo el buque hay constantemente gente de máquinas revisando alumbrado, válvulas o aires acondicionados.

El equipo de fluidos se encarga de la planta de tratamiento de aguas residuales, lavabos y de que el agua caliente llegue a las duchas. Los de frio, así los llaman, procuran que las neveras frigoríficas no pierdan temperatura. Como en una ciudad, Elcano tiene bomberos, que pertenecen al destino de seguridad interior y exterior. El servicio de propulsión mantiene el motor a punto y el cargo, el suboficial más antiguo del destino, asesora desde su experiencia para que todo funcione como un reloj. Mientras, los auxiliares garantizan que los motores diésel funcionen. Pero además de todos esos destinos, “los chispas´´, los de electricidad, revisan el alumbrado, reparan enchufes y controlan la giroscópica, un instrumento, con cuarto propio en el buque, que funciona como las antiguas agujas magnéticas para mantener el rumbo del bergantín-goleta.

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