Pedro Palacios Guerrero, 22 años, madrileño, alumno de la Escuela Naval Militar, en Marín, donde se forman los futuros oficiales de la Armada española. En su tercer año, los 73 guardiamarinas embarcan en el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano para completar su formación. A su regreso seguirán su instrucción militar, además de la carrera de ingeniería mecánica que cursan de forma simultánea, durante otros dos años más.
Pedro es el número uno de su promoción. Aunque no tiene una tradición familiar marinera, su padre es militar y pertenece al cuerpo jurídico -que es común a los tres ejércitos. Su hermano es teniente en el ejército de Tierra y su hermana cadete en la Academia General del Aire. Hemos estado hablando en su cámara, en las mismas sillas giratorias donde se sientan todos los días para comer, estudiar y dar sus clases.
Me ha contado cómo es la vida de un guardiamarina a bordo del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano. Mi primera pregunta es sencilla, algo desconcertante para él, por lo básica que puede parecer…
¿Qué es un guardiamarina?
P.P: Es un oficial alumno que tiene como cometido continuar con su formación para convertirse en oficial de la Armada. Pero ya ha dado un paso muy importante que es el hecho de convertirse en oficial y, por tanto, se espera de él que, pese a seguir siendo un alumno, asuma más responsabilidades. No solo de cara a los alumnos de cursos inferiores en la escuela sino aquí embarcados en el Juan Sebastián de Elcano, donde debe ser capaz de ejercer cierto mando sobre los subordinados que se ponen a su cargo.
¿Y para ti que supone estar aquí como guardiamarina?
P.P: Es un sueño cumplido. Al final es el resultado del trabajo de muchos años, antes incluso de entrar en la Escuela Naval Militar de Marín, donde el ingreso es otro pequeño paso para llegar a ser oficial de la Armada.
¿Cómo está siendo la navegación y la vida a bordo? ¿Es más exigente que en la escuela?
P.P: A nivel de conocimientos si es más exigente, porque en las guardias y trabajos relacionados con navegación te ves obligado a usar todo lo que has aprendido de teoría. Un ejemplo, las observaciones astronómicas.
Pero a nivel de régimen interior, como decimos en la Armada, el día a día a bordo sí que es más relajado. Se vive una vida de embarque exigente por su naturaleza y lo que es vivir en la mar. Pero los demás aspectos de la vida en el buque se intentan relajar. Es decir, el trato con los superiores se vuelve más humano, alejado de la típica escena del “recluta patoso´´ tratando con el Sargento de hierro.
¿Y qué horario tenéis a bordo?
P.P: Nosotros tenemos asignado un turno de guardia. El día está dividido en ocho turnos y solo un día a la semana tenemos que cubrir dos turnos, que son de cuatro horas. Además, desde por la mañana hasta las seis de la tarde tenemos clases, con un parón para la comida y un periodo de descanso después. El resto sería libre excepto las horas de estudio que tiene que sacar uno para preparar los exámenes.
Hacemos muchas más actividades, como conferencias sobre temas históricos, de actualidad geopolítica o de interés para la Armada. También hacemos las famosas “recaladas´´, un estudio previo de la zona por la que vamos a navegar para tener toda la información necesaria. Se hizo, por ejemplo, para el cruce del estrecho de Gibraltar.
Además, ahora que estamos terminando el crucero, hemos empezado con los Trabajos de Fin de Crucero (TFC). Por grupos preparamos una proyecto de mejora para los próximos años: habitabilidad, aparejo [palos, velas, cabos, sistemas de seguridad].
El buque está hecho por y para vosotros, además dormís los 73 juntos en un mismo sollado ¿Cómo se lleva compartir, aunque ya os conozcáis, en un espacio tan pequeño?
P.P: Siempre es complicado porque, por fortuna o por desgracia, no todos tenemos la misma forma de ser en casa. Al final hay que adaptarse mucho al compañero y ceder, porque si uno intenta imponer sus normas y su espacio no lo va a conseguir. Hay que acostumbrarse a convivir con más gente. Tampoco es malo no tener intimidad, pero aquí tu intimidad pasa a ser compartida con la gente que vive contigo. Además, si tienes algún problema aquí tienes que recurrir a los compañeros.
Podríamos decir que el único lugar de intimidad es la cama, cuando cierras la cortina.
P.P: En mi caso la cortina es más para protegerse de la luz, cuando hay gente que tiene que levantarse en mitad de la noche para entrar de guardia. De hecho, cuando hace calor quito la cortina.
¿Tienes algún truco para hace más hogareño tu espacio?
P.P: Al final uno tiene siempre sus pequeños recuerdos de casa. Yo soy religioso y siempre me gusta tener alguna estampita. Tengo a la Virgen del Escorial en el móvil y otra de la Virgen del Carmen en mi cama, como la que tenemos a bordo. Otra cosa que hacía mucho en casa era leer y aquí lo hago para relajarme.
Has dicho que la lectura también te ayuda ¿Qué libro te estás leyendo?
P.P: Ahora mismo me estoy leyendo Don Quijote de la Mancha. El comandante nos lo recomendó leer y lo tenía descargado en el libro electrónico. Ya me lo había leído en primero de bachillerato, pero lo tenía un poco olvidado.
¿Por dónde vas?
P.P: Por la segunda parte, cuando el Quijote se marcha de la casa de los Duques.
Aunque mi género favorito es la novela histórica, en especial me gusta Santiago Posteguillo. Me he leído sus trilogías sobre Escipión y Trajano.
La mayor parte del tiempo la dedicáis a trabajar, guardias y estudiar. Porque el crucero, podríamos decir, son unas prácticas remuneradas que pasan por tres fases: una primera de adaptación, otra de aprendizaje y una última de responsabilidad, en la que estáis ahora. ¿Qué es lo más difícil para afrontar el trabajo de oficial?
P.P: Lo más importante es saber atreverse a tomar una decisión, porque nosotros, tanto en los dos años anteriores en la escuela como cuando llegamos a principio de crucero, actuamos según lo que manden desde arriba. E incluso, al principio, cuando queríamos tomar una decisión era más una recomendación que hacíamos al oficial.
Lo que se espera al final de crucero es que uno sea capaz de tomar la iniciativa. Pero lo más complicado es asumir las consecuencias de las decisiones que tomes. Aunque no sean errores que conduzcan al peligro, es muy fácil tomar una decisión incorrecta respecto al aparejo, por ejemplo.
¿Y lo mejor hasta ahora?
P.P: El ambiente que hay a bordo. Las relaciones con oficiales y con dotación son muy buenas. Los oficiales están ahí siempre que lo necesitas, con un trato cercano. En la escuela se marcan más las distancias para crear el concepto de subordinado y fomentar ese respeto.
La Armada siempre es muy exigente al principio. En cuanto al trato son de marcar mucho la distancia, pero luego ya se abren. Elcano es el momento en el cual uno aprende cómo va a ser su relación con el resto de los oficiales. Igual que ahora estamos con compañeros que son del mismo empleo, en el futuro vamos a vivir otra situación donde habrá gente más antigua y más moderna. Tiene que ser algo más parecido a una familia, donde los padres son superiores, pero hay cordialidad.
Naveguemos hacia atrás ¿Qué puerto ha sido tu favorito de los visitados hasta ahora?
P.P: Barcelona, por el recibimiento. Fue increíble ver la alegría de muchos barceloneses durante su visita al barco. Por ese mismo motivo espero con muchas ganas Santander.
Pero lo que más me gusta es ver los restos de la historia de España que quedaron por el mundo, como en San Juan o la Habana; o la influencia hispana, como en Miami.
¿Qué echas de menos? ¿algún capricho?
P.P: Soy muy chocolatero y es una cosa que no se suele tomar a bordo. No es un capricho, pero a mí correr me gusta bastante. Al lado de la escuela tenemos la oportunidad de tirar millas por todas las playas de la ría de Pontevedra – que son preciosas –, y aquí no. Solo hay 20 metros de cubierta para correr ida y vuelta. Se echa de menos.
Hay una frase que he escuchado a bordo: Todo el que pasa por Elcano le cambia. ¿es tu caso?
P.P: Sí. Diría que voy a llegar siendo más decidido y queriendo dar un paso al frente cuando la situación lo requiera. Elcano me ha servido para reafirmarme en mis convicciones sobre por qué estoy en la Armada. También me sirve para hacerme una idea de lo que me espera en el futuro, e ir pensando y preparándome a conciencia en ello.
Diario de a bordo