José Manuel Otero Lastres el 04 abr, 2020 La publicación AME (ASOCIACIÓN DE MILITARES ESPAÑOLES) publicó el pasado 28 de marzo de 2020 un artículo de Alfonso Ussía, titulado “ME QUEDO, QUE SÍ. PERO NI ME OLVIDO NI ME CALLO” en el que este magnífico articulista escribe: “Con ésta barbaridad de muertos, contagiados y de negros augurios, si hoy en España el gobierno fuese de derechas, la oposición habría pedido ya la dimisión de todo el Ejecutivo utilizando términos como “estáis matando gente con vuestras decisiones” o “sois y seréis los culpables”. Mientras, la izquierda más radical, estaría manifestándose en la calle al grito de “asesinos” además saltándose el estado de alarma, igual que se lo saltó el día de reflexión aquel 11-M. No sólo eso, incluso dentro de los propios hospitales eso sí, sin detrimento de su labor, veríamos manifestaciones diarias de sanitarios mostrando su rechazo al Gobierno, a su incompetencia y a su abandono en recursos. Ya no te digo las televisiones. Ahí apaga y vámonos, nunca mejor dicho. Tendríamos imágenes de tanatorios de la uno a la sexta en sesión de mañana, tarde y noche. ¿Habéis visto algún ataúd estos días en alguna tele?, ¿no?. Pues no será por muertos. Pero, este Gobierno es de izquierda, como los medios de comunicación y los sindicatos sanitarios así que todos quietitos y a rezarle a san joderse”. Decir lo que estaría sucediendo si la pandemia del coronavirus le hubiese estallado a un gobierno de derechas es hacer política ficción, y ésta, a veces, conduce a la melancolía. Pero por lo que ha sucedido en España cada vez que, bajo los gobiernos de la derecha, ha habido un acontecimiento gravemente dañoso (natural o provocado) con relevante trascendencia social, no es difícil aventurar que las palabras de Alfonso Ussía, lejos de ser exageradas, se ajustan plenamente a la realidad. La cuestión que surge inmediatamente, al menos a mí, es ¿por qué hay esta radical diferencia a la hora de movilizarse entre la gente de izquierdas y la de derechas? Cada uno tendrá su propia respuesta pero la mía tiene que ver con que las minorías suelen ser activas y la mayoría silenciosa. En efecto, es un lugar común calificar a la minoría como activa y a la mayoría como silenciosa. Y a poco que uno observe con cierto detenimiento la realidad podrá comprobar cuánto hay de cierto en esta doble adjetivación. Lo cual se traduce en que los “menos” se hacen sentir en mayor medida que los que son “más”, dando con ello la impresión de que los “menos” son los portadores del sentir de la generalidad. Escribió Stefan Zweig que la idea es la más inmaterial de las fuerzas que existen sobre la tierra. Razón por la cual, en el plano de la “movilización”, se puede pensar que la minoría, entusiasmada con la idea que la guía, es capaz de manifestar descaradamente su intención de contagiarla, y hasta de imponerla, a los que no la comparten. A lo que habría que añadir que hoy la “manifiestabilidad callejera” se ha convertido en una verdadera profesión de la que viven no pocos ciudadanos que siguen los dictados de los que les pagan. La mayoría, en cambio, agradece que la vida discurra sin problemas, sin nuevas ideas que le obliguen a revisar el pensamiento generalmente aceptado: suele estar conforme con lo que constituye la opinión común del momento. Por ello, en el plano de la movilización se muestra en extremo perezosa. Se limita a contemplar, en muchas ocasiones con una exasperante pasividad, la actividad de la minoría. Pero ¿es acertado confundir la pasividad de la mayoría frente a la movilización de la minoría con un inexorable cambio de opinión en virtud del cual la mayoría acabe enganchada de la bandera de la minoría? Para saber si ha ocurrido esto, hay que esperar a que la mayoría decida en la correspondiente convocatoria electoral. Pues bien, la gravísima situación sanitaria y económica de la pandemia del coronavirus está siendo manejada por un gobierno calificado por el New York Times del pasado 31 de marzo como “comunista”. Gracias a ello, y al sueño de Morfeo con el que la izquierda en el poder adormece a sus seguidores, la peor situación por la que está pasando España en los últimos años no se ha visto agravada -por fortuna- por las agresivas revueltas sociales, que se habrían multiplicado por doquier si gobernara la Derecha. De la grave afectación de la salud, confío en que no tardaremos en salir. Pero el ave rapaz de la ruina económica que sobrevuela sobre nosotros caerá en picado para clavarnos sus garras poco tiempo después de que se supere la situación sanitaria. Y ahí los negativos efectos del desastre económico ya no nos cogerán distraídos con el marketing político que despliega el Gobierno sobre la pandemia. El pueblo español verá a dónde nos ha llevado el “llamado escudo social” que ha puesto en práctica nuestro Gobierno comunista, y me sumo a cómo lo califica el New York Times. Ojalá me equivoque pero hay periódicos económicos del peso de “elEconomista.es” que abre la edición de hoy domingo con el titular “España, camino del rescate”. Sería una lástima que lo que tanto nos costó evitar -por cierto, gracias al Gobierno de Mariano Rajoy-, en la pasada crisis económica, se convierta en los próximos meses en una inevitable realidad. Pero si he de ser sincero prefiero una intervención de nuestra economía por los “hombres de negro” del Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Mundial que nuestra política económica está en manos de comunistas ignorantes, como Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, entre otros. Política Comentarios José Manuel Otero Lastres el 04 abr, 2020