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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La impaciencia de los perdedores

José Manuel Otero Lastres el

Dicen que fue el camaleónico Giulio Andreotti quien afirmó que estar en el poder desgasta, pero que consume más estar en la oposición. Y por lo que se ve todo parece indicar que es cierto.

En la España de nuestros días, la alternancia de los primeros momentos entre UCD y PSOE, primero, y después entre PSOE y PP, bien con mayorías absolutas, bien con apoyos de los partidos nacionalistas, ha dejado paso a una situación en la que el gobierno de la Nación, así como los municipales y autonómicos, son el reflejo de una mayor dispersión del voto al aparecer en el escenario nuevas formaciones políticas. Lo cual ha propiciado, entre otros, un doble fenómeno: debilidad e inestabilidad en los gobiernos y expectativas bastante razonables entre de los que están en la oposición de hacerse con el gobierno.

Este fenómeno de la expectativa razonable que tiene la oposición de hacerse con el poder influye notablemente en su modo de hacer política. Para que se vea bien lo que quiero decir, no es lo mismo hacer oposición en Galicia a Feijóo, que tiene mayoría absoluta, que hacerla, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid en la que el PP gobierna en minoría con el apoyo de Ciudadanos.

En efecto, como el presidente de Galicia cuenta con el respaldo mayoritario del pueblo gallego, su actividad consiste, básicamente, en ir cumpliendo a lo largo de la legislatura el programa electoral con el que obtuvo con holgura la mayoría de los escaños del Parlamento gallego. Por eso, en Galicia, por poner un ejemplo de estos días, el falseamiento de su currículum por un dirigente de la oposición es una noticia que no tiene ni ocupado ni preocupado ni al gobierno ni al parlamento de Galicia. O dicho de otro modo: hinchar un currículum tiene escasa trascendencia política en Galicia porque dada la composición del parlamento difícilmente provocará un desalojo del partido en el gobierno. Podrá influir eso sí en los próximas elecciones, pero solo si los votantes consideran tal acción como merecedora de ser castigada electoralmente. Pero nada más.

Las cosas son distintas, en cambio, en los casos de inexistencia de mayoría absoluta en la Asamblea legislativa con la consiguiente conformación de gobiernos inestables. En tales hipótesis, cualquier acontecimiento que pueda sacudir los movedizos cimientos en los que asienta el gobierno se magnifica y adquiere la dimensión de acontecimiento político de primer orden. Con lo cual, el gobierno, además de enfrentarse con la difícil tarea de gestionar a diario los intereses de la ciudadanía, tiene que dedicar una parte de sus esfuerzos a neutralizar tal elemento “desestabilizador”.

¿Y qué hace la oposición? Tengo para mí que viendo que ha surgido algo que puede hacerla abandonar esa desgastadora situación, entra en un estado de impaciencia en el cual sobre actúa y pierde la necesaria mesura. Exagera todo lo que puede el hecho en cuestión para lograr que adquiera el grado de gravedad necesario para desalojar al partido en el gobierno y empieza a repartirse la piel del oso antes de cazarlo. ¡Eso sí, asegurando muy serios, una y otra vez, que no se trata de un reparto de sillones! A veces pienso que están tan alejados de la realidad, tan ensimismados, que creen que el pueblo no se entera de sus ambiciones.

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