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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La partenogénesis del PP histórico no tiene vuelta atrás

José Manuel Otero Lastres el

Como seguramente sabrán, en biología se habla de partenogénesis para referirse a un modo de reproducción de algunos seres vivos que consiste en la formación de un nuevo ser por división reiterada de células sexuales femeninas que no se han unido previamente con gametos masculinos (acepción 1 del Diccionario de la RAE). Como razonaré seguidamente, el PP ha sufrido una partenogénisis que no parece tener vuelta atrás.

En efecto,el PP se formó en torno a 1989 por agregación de otros partidos y políticos procedentes de UCD a un núcleo originario bastante reducido que era Alianza Popular. Y tras alguna refundación posterior se convirtió hasta hace poco en un partido liberal-conservador situado ideológicamente en el amplio espectro que va desde el centro hasta la derecha. Gracias a su extensa anchura ideológica el PP gobernó desde 1996 a 2004 y desde 2011 hasta 2018, siendo el partido más votado por delante, en consecuencia, del PSOE, que fue fundado en 1879.

Pero, aunque las siglas PP designaban a un solo partido, lo cierto es que en su interior albergaba diversas sensibilidades que cohabitaron en los tiempos en que el partido estaba en el poder, pero que empezaron a entrar en conflicto en los últimos años de permanencia en el poder a medida que la “sensibilidad” más próxima al centro político se imponía a la situada más a la derecha.

Hubo, además, un hecho muy significativo, y que no puede ser silenciado, durante la estancia del PP en el poder que fue haber obtenido la mayoría absoluta de 186 escaños por los 110 del PSOE en las elecciones de 2011. Durante esta legislatura, el PP se había comprometido en su programa a hacer algunas reformas, entre las que figuraba la Ley electoral, que no se llevaron a cabo, tal vez porque el Gobierno estaba ocupado por completo en librarnos de la intervención de la desastrosa situación en la que se encontraba nuestra economía. Lo cierto es que en las bases del PP fue creciendo el descontento por haber desaprovechado la mayoría absoluta y, desde entonces, empezó la partenogénesis por sus dos lados: hubo gente que emigró hacia Ciudadanos y otra que acabó integrándose en VOX.

Las elecciones andaluzas con la importante pero sorprendente irrupción de VOX conmovió los cimientos de la sensibilidad de la derecha del PP y, tras el triunfo en las primarias de Pablo Casado, la ejecutiva del partido con él al frente se escoró a la derecha seguramente que para recuperar votos por ese costado. Pues bien, en este movimiento estratégico radicó en mí entender el principal error del  PP en estas elecciones.

Y es que, escindido VOX, era muy difícil, por no decir imposible, hacer que volvieran al redil ideológico los que no solo se sentían independientes de su partido originario, sino que todavía estaban eufóricos por las elecciones andaluzas. Las imágenes de líderes “recuperados” no fueron suficientes para servir de dique a la salida de votos hacia el nuevo partido. Y hoy los votantes del amplio espectro del PP originario se están preguntando no solo qué va a suceder con el nuevo gobierno, sino cómo debe actuar el PP en la oposición y si será posible volver a reunir lo separado.

Yo, que me considero optimista, lo veo imposible. Al menos a corto plazo. Las que el PSOE consideró en la campaña electoral “las tres derechas” son más tres que nunca y, no dando por imposible que cuando pasen las elecciones europeas y locales Ciudadanos pacte con el PSOE para moderar su radicalidad, va a plantearse una lucha feroz en el Congreso entre el PP y VOX por ver quien hace la oposición más firme.

Política
José Manuel Otero Lastres el

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