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La verdad sobre el síndrome premenstrual y lo que hace en tu mente

El lunes empiezo... a entender mi síndrome premenstrual

La verdad sobre el síndrome premenstrual y lo que hace en tu mente
Patricia Ramírez el

No nos engañemos. A las mujeres las hormonas nos traen de cabeza. El síndrome premenstrual puede cambiarnos completamente el estado de ánimo, el apetito y la energía. A muchas no solo les afecta el pre, también el durante y el post. A veces solo tenemos una semana de tregua al mes.

A nivel emocional, el síndrome premenstrual provoca dificultad para concentrarse, estados de irritabilidad y nerviosismo, problemas para conciliar el sueño, agresividad, tristeza, cansancio y altibajos en el estado de ánimo. Hay que diferenciar entre lo que es una sintomatología premenstrual, que afecta a un porcentaje alto de las mujeres, del síndrome que atiende a un patrón más estable. Muchas parejas dicen no entender nuestro estado de ánimo esos días. Es normal, ¡no nos entendemos la mayoría de las veces ni nosotras mismas!

A pesar de que la mayoría de nosotras es conocedora de que existe una relación directa entre las hormonas y cómo nos sentimos, cada mes se nos olvida. Y de repente nos vemos sumergidas dentro de la desesperanza, con ganas de llorar, vulnerables, y nos cuestionamos por qué. Estos días de vulnerabilidad también nos llevan a debilitarnos y dejamos de ser disciplinadas con el deporte y con la alimentación. Sin darnos cuenta, podemos vernos metidas en el bucle de conductas destructivas: teniendo más discusiones con nuestros hijos y pareja, dejando de hacer deporte, comiendo mal y desatendiendo nuestros momentos de relax.

No existe un tratamiento psicológico para despedirnos de las consecuencias emocionales del síndrome de premenstrual, pero sí algunos consejos que nos ayudarán a sobrellevarlo mejor.

Conócete, anticípate y acepta

Conocer cómo reacciona tu cuerpo no hará que los síntomas desaparezcan. Pero sí permitirá anticiparte y facilitarte la vida. Si sabes que esos días tienes tendencia a comer peor porque te apetece mucho el dulce, no tengas la despensa llena de suculentas galletas. Prueba a tener algo dulce más saludable. Frutos secos, un bizcocho casero, fruta cortada en la nevera. Y acepta que durante unos días no te vas a sentir lo fuerte, disciplinada y organizada que eres a lo largo del resto del mes. Y que no pasa nada. Luchar contra estados hormonales es muy complicado. Ya lo has comprobado durante muchos años de tu vida. Es mejor dejarlos fluir con naturalidad. Sin enfadarte contigo cuando no seas fiel a tu orden de vida.

Acepta que las hormonas tienen la capacidad para cambiarte el ánimo. No te enfades con tu estado anímico. Al contrario, déjalo estar. Sé benevolente contigo misma. Cuanto antes dejes de darle importancia, antes podrás centrar la atención en lo que te produzca placer y tranquilidad.

Mímate

Deja para estos días esa sesión de masaje al mes, esa comida con amigas en la que te echas unas risas que te dejan como nueva, el spa, la salida romántica en pareja sin niños… Hay momentos que nos reconfortan y nos cambian el estado de ánimo.

Trata de equilibrar los cambios de humor que generan tus hormonas con actividades antagonistas. Actividades que te relajen y te animen.

No te culpes y haz atribuciones correctas

Sí, las hormonas son tuyas, pero ya quisiéramos tener un “joystick” que nos dejara jugar con ellas y poder encerrarlas en una cajita durante los días que dan guerra. Tampoco tenemos un silenciador que las acalle para que no nos alteren. Tú no tienes la culpa de la virulencia con la que suelen manifestarse tus hormonas. Así que lo mejor en este caso es tener un locus de control externo. Es decir, realizar atribuciones externas del mal humor o de habernos comido ese paquete de galletas, porque no nos suele bastar con una galleta, nos acabamos el paquete entero. No eres tú, son ellas. Verbalizar algo así como “qué cansinas sois chicas, todos los meses igual, ya podría daros por hacerme comer una ensaladita de espinacas” te hará sentir menos responsable de lo que en realidad sí te está pidiendo el cuerpo. Si manejas la situación con humor, puede que se reduzca tu nivel de culpa al romper un hábito saludable, que tu estado de ánimo mejor y que igual no te comas un segundo paquete de galletas.

“Estoy así porque las hormonas me ponen triste, sé que es pasajero. Dentro de unos días estaré como siempre, más feliz que una perdiz”. ¡Échale la culpa a las hormonas! No estás perdiendo la cabeza, solo sufres las consecuencias de unos cambios que en nada habrás superado.

Comparte por qué estás así y no les culpes a ellos

“Sabéis el mal humor que me entra en estos días y aun así me ponéis de los nervios”. Si ni siquiera tú consigues anticiparte, ¿cómo lo va a hacer tu familia? No los culpabilices. No son ellos, son tus hormonas. Si te ves más alterada, avisa. “No estoy de humor, por favor, tened un poquito de paciencia, ya sabéis que estos días del mes me afecta muchísimo cualquier tontería. Os agradezco que seáis más sensibles”.

Tu pareja y tus hijos no son adivinos. Tú puedes saber qué te pasa, pero tu pareja, tu madre o compañero de trabajo, no. Las personas alrededor tuyo pueden no saber que estás en los “días montaña rusa”. Un comentario suave como “no es el momento” o “perdona si estoy más irritable, mis hormonas me están matando”, permitirá que todos tenga más paciencia o que esperen el momento adecuado para plantearte algo. ¿Por qué no vamos a hablar de las hormonas? Dejemos ya los temas tabús.

Arréglate y pone guapa

En estos días se nos hincha el pecho y las piernas, nos vemos más barriga. Si además afecta a tu sueño, te verás más cansada y agotada. Es el momento de dedicarte más tiempo y ponerte guapa. Elige tu ropa favorita, cómoda pero que te favorezca, date el capricho de pasar por la pelu y como dice Cristina Mitre, un labial bonito y rojo anima a cualquiera. A mí el rojo en los labios me queda fatal, pero lo importante es que te tú te veas bien, con labial o con un toto en la cabeza. Dejarte por estar hinchada y verte mal en el espejo todavía desanima más.

Y sí, esto también forma parte de la felicidad

Si te vendieron que la felicidad era estar todo el día happy, empieza a desmitificarla. Aprendamos a estar bien en situaciones adversas, máxime cuando esto va a ser una constante en nuestras vidas. Se trata de darte cuenta de que puedes trabajar, pasear, reír, tomar decisiones sin encontrarte en perfecto estado de revista. Igual puedes aflojar el ritmo, pero no necesitas estar pletórica para seguir con tu vida. La eterna búsqueda de la felicidad y del bienestar permanente a veces nos lleve al rechazo de este tipo de emociones. Pero todos los estados emocionales tienen un por qué, hay que escucharlos, dejar de luchar con ellos y dirigir la atención a lo que depende de ti.

Y caballeros, compañeros de vida, no nos hagáis la pregunta fatídica “cariño, ¿es que te va a venir la regla? Pues sí, hombre, sí. Pero nos irrita que nos lo preguntéis porque es lo mismo que decirnos “qué rarita estás”.

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