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Destruyen antes de inaugurarla una gigantesca estatua de Mao

Destruyen antes de inaugurarla una gigantesca estatua de Mao
F. Pastrano el

Henan es una provincia de China situada en el centro-este del país. Su nombre significa literalmente Sur del Río (Amarillo) y fue la cuna de la civilización china y el núcleo de buena parte de su historia. Por ello atesora gran cantidad de reliquias culturales que atren a millones de turistas cada año.

Grutas de Longmen, Henan.

Una de las más importantes son las Grutas de Longmen (Puerta del Dragón) con más de 2.300 cavernas y cerca de 100.000 imágenes de Buda. La mayor de ellas es una estatua de 17 metros escavada en la roca.

 

Pues en esa misma provincia le había salido un competidor de más altura. Concretamente en la aldea de Zhushigang, condado de Tongxu, donde empezó a erigirse en marzo una colosal estatua de Mao Zedong, quien gobernó en China desde la proclamación de la República Popular (1949) hasta su muerte (1976).

Después de nueve meses de obras la estatua estaba casi acabada, solo faltaban algunos detalles y la construcción de los jardines colindantes, pero el pasado 7 de enero, sin aviso previo, llegó una cuadrilla de demolición y procedió a su derribo. A la mañana siguiente circularon por las redes sociales algunas fotos de móviles en las que se apreciaba que se habían destruído las piernas, buena parte del cuerpo y las manos, y que el busto había sido recubierto con una lona negra.

Era una estatua sedente de hierro y cemento recubierta con pintura dorada. El gigantesco Mao se sujetaba la mano derecha con la izquierda (sabida es su afección de Parkinson al final de su vida), aunque la apariencia del rostro quería recordar, aunque no lo conseguía ni de lejos, al de los años 50 que aparece en el conocidísimo retrato de la Plaza de Tiananmen.

 

Plaza de Tiananmen. (Foto: Pilar Arcos)

La efigie vestía el mal llamado “traje Mao”, que es en realidad el que usó Sun Yat-sen, presidente de la Primera República China (la no Popular) fundada en 1911.

 

Una escultura de dudoso gusto estético, de 37 metros de altura, pintada de arriba a abajo con un color dorado chillón.

 

Hasta hace unos días, a los pies de este gigante hueco aparecía una cabeza de repuesto con una altura similar a una casa de dos pisos.

 

Se calcula que su erección ha costado 3 millones de yuanes, unos 425.000 euros, aportados todos ellos por empresarios y agricultores de la región. Y en un principio las críticas vinieron por ese lado: ¿cómo era posible que en una región que no es de las más ricas de China se despilfarrase tal suma?

 

Es verdad que Henan sufrió mucho durante el llamado Gran Salto Adelante (un intento fallido de modernizar la economía del país a finales de los años 50), pero también es cierto que en los últimos años muchos de sus campesinos se han enriquecido y han llegado a ser empresarios de éxito. A ellos se debe la iniciativa de contruir este coloso y su financiación.

También hay que tener en cuenta que casi cuarenta años después de su muerte (aniversario que se conmemorará en diciembre de 2016), y gracias al apoyo del actual presidente, Xi Jinping, cierto tipo de maoísmo ha vuelto a resurgir. “Fue una gran figura que cambió el aspecto de la nación y llevó a su pueblo a un nuevo destino”, ha dicho Xi de Mao.

 

Tienda con recuerdos de Mao en Pekín. (Foto: Pilar Arcos)

Hoy la mayoría de los chinos consideran que a pesar de sus errores, Mao tuvo más aciertos, por lo que se le venera más que se le critica. No es extraño encontrar sus retratos y efigies en almonedas y tiendas de recuerdos, o sus estatuillas junto a las de Buda o algunos grandes personajes taoístas.

 

Pero esta fantochada faraónica de mal gusto no ha cuajado. Oficialmente los derribadores esgrimieron que la estatua no contaba con los permisos legales que, al perecer, no habían conseguido en nueve meses de aparatosas obras. En las redes se dice que su intrínseca fealdad estética, unida a la torpeza económica, han aconsejado la demolición.

 

Monumento a Chiang Kai-chek en Taipei, Taiwán. (Foto: Pilar Arcos)

Algunos veían en ella una versión esperpéntica (comparable al Ecce Homo de Borja) inspirada en la estatua sedente de Lincoln de Washington (30 metros). Otros fueron más allá y la compararon con la de Chiang Kai-chek en Taipei, el eterno enemigo de Mao, que mide 6,3 metros.

 

Busto de Mao en Chagsha, Hunan. (Foto: Pilar Arcos)

En 2009, cuando se conmemoraba el 115 aniversario del nacimiento de Mao, en Changsha, la capital de Hunan, su provincia natal, se erigió el busto de un joven Mao, de 32 metros de alto. Y aunque hubo quien dijo que más que a Mao se parecía a Beethoven, la verdad es que era una estatua bella. Supuso un record de altura que se vió amenazado durante unos meses por la nonata estatua de Henan. Ahora vuelve a ser la más alta del Gran Timonel.
Hasta que a algún otro chino rico le de la vena y mande construir otra.

 

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