La Raya, o A Raia, es la frontera más larga (1.200 km) entre dos países de la Unión Europea. Una línea que se ha ido dibujando desde el siglo XII y que en tiempos nos separó a españoles y portugueses, pero que desde hace algunos años sirve para hermanarnos, unirnos, mezclarnos.
El pueblo Rihonor de Castilla, Rio de Onor en portugués, se encuentra entre Zamora y Tras os Montes. Menos de 70 habitantes repartidos en dos barrios, el Pueblo de Arriba (Povo de Cima) y el Pueblo de Abajo (Povo de Abaixo) entre los que corre el río que les da nombre, aunque también se le conoce como río Comtensa o río Fontano.
Calles empedradas en las que todavía hay casas de pizarra y madera que conservan las puertas con caravelhos, unas trancas de madera que sirven de cerrojo. Carteles de “Se vende” por todos lados. En la parte española, la iglesia de Santa María, con una espadaña que alberga dos campanas; en la portuguesa la de San Juan Bautista, muy parecida pero con un reloj que marca la hora portuguesa, una menos que en España. Sin embargo, los viejos del lugar dicen que no le hacen caso, que se guían por el sol, cuando se deja ver. Y que para entenderse entre ellos hablan indistintamente en portugués, español, portiñol y riodonés, un dialecto desgajado de la rama astur-leonesa.
La aldea perteneció al Reino de León durante la Edad Media, pero tras el Tratado de Zamora de 1143 quedó dividida. Ni para ti ni para mi. Y así hasta hoy. Rihonor de Castilla, Rio de Onor, es la única aldea transfronteriza de la península ibérica, aunque allí nunca ha funcionado la frontera, ni antes ni después del Tratado de Schengen de 1991, que suprimió las fronteras interiores de muchos países europeos.
Tras el triunfo de la Revolución de los Claveles (Revolução dos Cravos) de 1974 contra la dictadura de Oliveira Salazar, la autoridad portuguesa puso una cadena con candado de lado a lado de la carretera que une los dos barrios. Dicen que Portugal temía que los franquistas españoles pasasen armas. Los rihonoreses la ignoraron y sencillamente la evitaron. Surgió así con el tiempo un camino que rodeaba la cadena que en 1990 fue retirada por inútil.
Aquí se comparten muchas cosas: los huertos, los pastos, el molino, el lavadero, hasta los pastores. En el Museo Casa do Touro, inaugurado en 2018, explican que compartían un único toro, un semental que cubría a todas las vacas del pueblo y que vivía como un marqués en un establo situado donde ahora está el museo. También cuentan curiosidades locales, como que para que las tormentas cesasen subían a las torres de las iglesias y ponían las campanas boca arriba como si fueran vasos. Aseguran que cuando se llenaban de agua la lluvia cesaba.
Si se llega desde España (Puebla de Sanabria está a 14 km.), se pasa por la calcinada Sierra de la Culebra, devastada por dos incendios en 2022. Si se viene por Portugal (Braganza está a 20 km.), se atraviesa el Parque Natural de Montesinho y es fácil cruzarse con jabalíes, zorros y venados, aunque parece ser que también hay lobos.
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