Desde el siglo XI a.C., la provincia china de Shaanxi ha sido la sede del gobierno de trece dinastías chinas. Durante 1.100 años, 79 emperadores gobernaron desde allí el vasto imperio oriental. Y desde allí partía la Ruta de la Seda que durante 16 siglos unió Oriente y Occidente.
Shaanxi es, por tanto, una región muy importante para la historia y el turismo de China. Y sin embargo allí se le considera como una provincia de tipo medio porque “solo” tiene una extensión de 210.000 km² (España tiene 505.000 km²), y “solo” está habitada por 37 millones de personas (en España somos 47 millones). Por su tamaño y su historia, alberga infinidad de vestigios culturales pertenecientes en su mayoría a las dinastías Zhou, Qin, Han y Tang. En total hay catalogados más de 270 palacios y templos, construidos a los largo de 3.000 años. Más de 4.000 sitios históricos y tumbas han sido estudiados y más de 120.000 reliquias históricas han sido desenterradas. Entre todos los descubrimientos, destaca el mausoleo del emperador Qin Shi Huang y sus guerreros de terracota.
Todo ello ha hecho que a la provincia de Shaanxi y a su capital, Xian, se les conozca en el resto del país como “el museo natural de la Historia china”.
Desde Xian, llamada entonces Chang’an, partieron las caravanas de camellos de la Ruta de la Seda. Desde allí y después de atravesar unos 10.000 km. llegaban hasta Roma y el resto de Occidente los productos más innovadores de la época: seda, porcelana, té, especias, pólvora, papel… y durante 1.600 años sirvió para que de regreso llevaran a todo el Oriente oro, plata, ámbar, marfil, vidrio, perfumes…
Más recientemente, durante la revolución comunista los campesinos de Shaanxi apoyaron masivamente a Mao Zedong y contribuyeron en gran medida a su victoria. En la localidad de Yan’an acabó la Larga Marcha que dio origen a la República Popular, y toda la zona fue el germen de la Nueva China desde 1935 a 1948.
Pero con todo, el imán turístico más poderoso son los Guerreros y Caballos de Terracota que acompañan en su tumba al emperador Qin Shi Huang.
En marzo de 1974, hace ahora 40 años, un grupo de campesinos de Xian, la capital de Shaanxi, estaban escavando un pozo y se encontraron con extraños restos de cerámica que parecían muy antiguos. En efecto, los trabajos posteriores de los expertos revelaron que se trataba de partes de unas figuras humanas de terracota (barro cocido) realizadas en el siglo III AC. Poco a poco se han ido exhumando y reconstruyendo más de 7.000 guerreros y caballos a tamaño natural (o ligeramente superior al natural) que sirvieron de ajuar funerario al emperador Qin Shi Huang (260-210 AC), el unificador de China y uno de los personajes más terribles y apasionantes de la terrible y apasionante historia de ese país.
Con él se interrumpió una sangrienta tradición de enterrar vivos a los sirvientes junto al cadáver del monarca. A cambio, se modelaba un auténtico ejército de barro en el que cada figura tiene sus rasgos diferenciados (no hay dos rostros, bigotes o peinados iguales) aunque se desconoce si se trata de “retratos” de los soldados o si el artista tenía libertad para escoger las facciones a su gusto.
“Bing Ma Yong”, literalmente “Estatuas funerarias de soldados y caballos”, que es como se llama al museo en chino, es uno de los diez lugares más famosos del país, fue incluido en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco en 1987, y sus descubridores fueron galardonados en 2010 con el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
NOTA. Las tres fotografías que ilustran este post han sido tomadas por Pilar Arcos en la exposición “Guerreros de Xian” del Centro Fernán Gómez de Madrid, que se encuentra abierta al público hasta el 30 de marzo.
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