«La comedia del hombre sobrevive a su tragedia» escribía G.K. Chesterton. El Comité Federal del PSOE fue uno más de los entreactos que nos esperan los próximos meses, como si el país se pudiera permitir seguir sin Gobierno. Un tira y afloja de unos y otros. En síntesis, los barones le imponen a Pedro Sánchez una fecha para revalidar su puesto como secretario general y obtienen la posibilidad de que haya otro candidato si hubiera nuevas elecciones. Él desactiva el poder de los barones anteponiendo una consulta a la militancia de los pactos para conseguir llegar a La Moncloa.
Empate técnico. Match point. Como en la película de Woody Allen, esos segundos que la pelota está suspendida en medio del campo decidiendo si cae o continúa avanzando. Así volvemos a estar pendientes de cada uno de los movimientos de los diferentes actores, que ocultan sus jugadas para conseguir otro golpe de efecto.
En su intervención a puerta cerrada no mencionó en ningún momento a Pablo Iglesias, ningún reproche al que se presentó como vicepresidente de Gobierno, solo hizo suyo el revival de «programa, programa, programa» de Julio Anguita, y mantuvo el guion con un no rotundo al PP. «A Rajoy le digo que abandone toda esperanza, no vamos a indultarle con nuestro voto».
Como sabe la desconfianza que despierta entre los suyos, aseguro que «no ambiciono un sillón, sino ideales. No voy a ser presidente a cualquier precio». Y aunque descartó negociar con independentistas, no hay que olvidar los senadores que cedió inexplicablemente a ERC y a Democràcia i Llibertat. En política, los favores pasan por taquilla.
Con el sabor amargo de un Bitter Kas, antes de las tres de la tarde, uno de los miembros del Comité Federal, que conoce los entresijos orgánicos, me resume el partido. «Los dos han cedido. No sería lógico pasar el pacto por un referéndum antes de que se apruebe en un Comité Federal, pero no está escrito. Tampoco Susana Díaz está de retirada». Así lo demuestra siempre la andaluza, que a su salida a la calle Ferraz decía ante los micrófonos: «Mucha transparencia, que los militantes sepan contenido, letra y música».
El desafío a los barones prueba la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez. «¡Más que Borrell!», recuerda mi interlocutor, y me apunta su mayor problema. «Está rodeado de gente muy floja, que son los que de verdad le aconsejan. Pedro Sánchez cometió un error nombrando a César Luena como secretario de organización. Se cree que es Alfonso Guerra, que tiene su autoridad, y lo único que genera son conflictos».
Llegados a este punto, empiezo a creerme más las tesis de Chesterton en «El Napoleón de Notting Hill» (Pre-Textos) y su elogio a la locura: «La democracia más saludable y duradera se basa en el hecho de que todos los hombres son igualmente idiotas. ¿Por qué no vamos a elegir a cualesquiera de ellos? Todo lo que queremos para un Gobierno es un hombre que no sea delincuente ni demente, que pueda atender con celeridad unas cuantas peticiones y firmar algunas proclamas». Lo dicho.
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