Si para Pedro Sánchez los resultados del 20-D «son buenos cimientos», es que directamente está construyendo la casa por el tejado, sin contemplar que tocó suelo consiguiendo solo 90 diputados y perdiendo 1,5 millones de votos.
En su empeño de tocar poder, quiere edificar «una alternativa de Gobierno progresista, reformista y con capacidad de diálogo» con cemento aluminoso, a marchas forzadas, sin la consistencia necesaria, agrietándose a la vista de todos. En un tenso Comité Electoral, todos los barones se han pronunciado en contra de aplazar el congreso ordinario con el cual el líder socialista intenta blindarse, desde que anunció la misma noche electoral que él revalidaría su candidatura al frente de la organización.
Su ausencia de autocrítica, su autocomplacencia al considerarse más que el jefe de la oposición, el próximo presidente del Gobierno, olvidándose de la aritmética, y que necesita pactar una coalición de tantos partidos que lo suyo sería una auténtica sopa de letras. Como bien ha resumido Albert Rivera: «Que se aclare, si quiere formar Gobierno con once partidos. Estamos condicionados todos por el PSOE». Mientras marca en rojo las líneas imaginarias de un incierto acuerdo con Podemos, lanza una advertencia a sus barones y a Susana Díaz recordándoles que ellos gobiernan en sus comunidades gracias al partido morado o naranja, «por la derecha y por la izquierda».
Esa actitud no ha pasado desapercibida ni para Pablo Iglesias ni Albert Rivera tras sus respectivas reuniones con Mariano Rajoy. En concreto, la rueda de prensa de Iglesias parecía que era tras el Comité socialista en lugar de en La Moncloa, al enviarle más de un dardo al secretario general: «La unidad de España se defiende entendiendo la plurinacionalidad. No veo al PSOE con la altura histórica necesaria para afrontar el momento que estamos viviendo. Parece que los que toman las decisiones son los barones». Cuando no existe ni comunicación interna, Sánchez anuncia que «somos el partido más capacitado para el diálogo. Y nos vamos a dejar la piel en ese empeño… Aquí no sobra nadie».
El PSOE del cambiante Pdro Snchz sufre de aluminosis, una de las principales enfermedades estructurales que afectan al cemento, provocando fisuras y riesgo de derrumbe y que un partido con 135 años de historia se resquebraje. Los cimientos de Ferraz no poseen ninguna profundidad.
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