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¡A 1 euro!

¡A 1 euro!
Marisa Gallero el

 

En cualquier mercadillo callejero puedes comprar un lote de bragas a 1 euro. Grandes con la cinta elástica suelta o tangas de encaje de colores imposibles. El vendedor suele gritar: «¡Niña! ¡A 1 euro! ¡Qué me las quitan!». Más allá de lo anecdótico, el euro es lo de menos en la venta del Banco Popular al Santander de Ana Patricia Botín. Es de nuevo la historia de una crisis anunciada antes de la debacle.

Cuando Emilio Saracho tuvo que llamar a Luis de Guindos para anunciar que el banco estaba sin liquidez, obligó a afrontar con urgencia un problema que se barruntaba desde hacía tiempo. Ese es el análisis de Aristóbulo de Juan, uno de los directores insignias del Popular hasta 1978, en el inicio de su época gloriosa con Luis Valls.

Después se especializaría en agujeros negros. Rumasa, Banca Catalana y hasta sumar más de 50 entidades. Solucionaba problemas, provocando la dimisión automática del consejo de administración. Identificaba la situación patrimonial, saneaba financieramente cada banco enfermo y los vendía en concurso a bancos más fuertes para cambiar así a los propietarios y a los gestores. Como buen cirujano de bancos, operaba a corazón abierto sin anestesia.

Con la información que le proporciona el mercado, interpretada con su experiencia de décadas, Aristóbulo de Juan afirma que «la insolvencia del Banco Popular viene de atrás. Las cifras de pérdidas tan voluminosas que ahora se anuncian no han podido provocarse de repente. En todos los casos se producen gradualmente a lo largo del tiempo, pero nadie había abordado el problema hasta los últimos meses».

La sensación que se tiene es que se ha ocultado la realidad. «Cuando maquillas las cuentas, no afloras las pérdidas y no las cubres con beneficios retenidos, como debes». ¿Quizá si se hubiera diagnosticado a tiempo no hubiera terminado engullido por el Santander? «Los temas hay que abordarlos cuando puedes resolverlo con tus propios beneficios. La provisión es el enemigo del dividendo. Si pagas menos dividendos, puedes cubrir los activos tóxicos con tus beneficios y si cambias a tiempo a los malos gestores, sales adelante por tus propios medios».

No hay que olvidar que hace apenas cuatro meses, el Popular desembolsaba 74 millones de euros para relevar su cúpula y pagar el coste de las pensiones del consejo de administración, con Ángel Ron a la cabeza, cuando había perdido el año anterior más de 3.400 millones de euros.

Aristóbulo se atreve no sólo a no mirar el dedo, sino señalar la luna. «No entiendo –por decirlo suavemente- como han actuado  los gestores, los supervisores y los auditores». Le preguntó si está apuntando al Banco de España. «Son tus palabras. En mi concepción, el término englobaría a Frankfurt, a la Autoridad Bancaria Europea y, por supuesto, a las autoridades locales. ¿De qué han servido los modelos, las pruebas de estrés a la banca y la revisión de la calidad de los activos efectuada por la E.B.A.?».

En mi ignorancia, me atrevo a sugerir si fue un error del Popular absorber Citibank. Da la casualidad que tenía cuenta en ambas entidades, y todavía sufro las consecuencias de la integración, cuando el Santander se ha comido al que era el sexto banco de España.

«Ese era un tema menor, comparado con el grave error cometido por el Popular cuando absorbió el Pastor en plena crisis. Probablemente estaba mucho peor que el Popular. Pero la perdición del Banco fueron los préstamos masivos al sector inmobiliario con precios ya disparados, en proporción superior al resto de la Banca y con calidad inferior a buena parte de ésta. Naturalmente al ejecutar los créditos impagados, los bienes adjudicados tienen difícil salida. Pasas a tener activos improductivos que no producen ingresos. Pero los pasivos que los soportan sí que producen gastos y salida de liquidez. Mientras tanto vas cubriendo las pérdidas con la abundante liquidez del mercado».

Hasta que un día se vislumbra el escenario, la confianza falla y comienza la salida de depósitos. No se puede estar todos los días en los medios y que cada semana varíen las cifras que se publican. Afirmar que tienes que retasar 40.000 activos no es un acierto, porque  hace pensar que no conoces todavía la realidad patrimonial del banco, después de tanto tiempo. Eso es muy fuerte para el mercado. Cuando el inversor huele la falta de transparencia y la salida de liquidez, echa a correr».

De Juan acaba de publicar su nuevo libro, «De buenos a malos banqueros» (Marcial Pons), una visión crítica y ortodoxa para conocer las entrañas del sistema bancario. «A Saracho le dieron una criatura moribunda. No creo que él sea el culpable. Le pusieron al frente de una misión imposible, sin conocer los datos reales del Banco Popular».

Ya en una entrevista en ABC daba la clave al responder si el sistema estaba saneado después del rescate bancario. «De capital regulatorio podemos estar bien, al menos eso dicen los tests de estrés, pero los resultados de la banca son bajos y contienen elementos no recurrentes. Queda camino por recorrer: ajustes por hacer en gastos, activos por vender, equilibrios de balances por conseguir…». Opinando que, además, «la actual inundación de liquidez en los mercados, puede incluso favorecer la borrachera y hacer bajar la guardia al gestor, al supervisor y al auditor».

Si mi banco vale 1 euro, acumula 37.000 millones en activos tóxicos y 300.000 accionistas habían perdido sus inversiones cuando Saracho levantó el teléfono a las tres de la tarde para confesar al ministro de Economía que se había quedado sin liquidez, mi cuenta con su maldita clausula suelo probablemente les importa nada.

Quizá sea un buen momento para irse al Rastro y reírse por no llorar cada vez que griten: «¡A 1 euro!».

 

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