Salvador Sostres el 10 jul, 2022 El Padre Carlos me escribe que en mi artículo de hoy, “Elixir”, exalto demasiado “el fuego de artificio y dejas para la última frase la verdad”. Es cierto. Escribí este artículo al revés, hace algunos años. Y lo titulé “Enamorarse no es serio”, una frase que vuelvo a escribir al final del artículo de hoy para de alguna manera vincularlos. “Enamorarse no es serio” era una regañina a un amigo que estaba a punto de cometer un error y afortunadamente no lo cometió. Se enamoró de manera tal que estaba dispuesto a dejarlo todo por irse con la chica que había conocido. Le vi acorralado, abrumado, colapsado por la pulsión. Le vi con fiebre, desarmado. Y le escribí desde la dureza, desde el amor, desde el amigo incómodo pero leal que te dice lo que hay y no es para juzgarte sino para que recapacites, para que confíes en él más que en ti mismo porque por lo menos eres capaz de entender que tu inteligencia está nublada y hay otros que te quieren y piensan mejor por ti. Escribo sobre la vida. Sobre lo que ocurre, y normalmente sobre lo que me ocurre. Es una forma de explicarme pero sobre todo de hacernos compañía. Escribir es hacer compañía y dar esperanza. Escribo cada día, a veces más de un artículo, porque hago compañía a mis lectores, que saben que siempre van a tenerme como el sol que sale o las gasolineras o las sirenas de las ambulancias en la noche. Parece una ocupación modesta, y tal vez lo sea, pero es la que más y mejor me define. Hay gente que no entiende que en un periódico se escriba sobre asuntos relacionados con la vida tan íntima. Yo pienso que un periódico es el acta notarial del día anterior y que tiene que contar la vida, y que estos asuntos son mucho más importantes que la política. Y por supuesto existía mi amigo que estaba a punto de dejar a su familia; y tantos hombres como él y tal vez alguno más leyó el artículo. A otros les pasó por la cabeza hace mucho tiempo, y lo hicieron o no, otros más jóvenes aún no han conocido el sentimiento. Aquel artículo hizo compañía a algunos hombres y mujeres de una manera muy concreta, y circuló en determinados ambientes de Madrid y Barcelona, que se sintieron especialmente comprendidos y reivindicados. Hace poco he tenido la ocasión de escuchar la historia de dos amigos que tomaron la decisión antes de contármela, y mi visión continúa siendo la misma pero me parece que sus sentimientos y sus pulsiones forman también parte de la vida, y de un modo muy intenso, y muy predominante, y quise explicarlo bien en un artículo. Si en “Enamorarse no es serio” tenía que defender la trinchera, el punto de partida de “Elixir” es que la trinchera ya ha sido superada y quería remontar con ellos el río. No como redención -yo escribo, no salvo- sino para contarlo. No sería un buen escritor ni podría hacerte compañía si no pudiera contarte, también con delicadeza, y con amor, lo que hiere y destruye. Un hombre no puede dar por contada la vida, ni pretender que otros hombres y otras mujeres confíen en él, si no es capaz de explicar muy minuciosamente el vértigo por cómo se inclina un cuerpo joven hacia ti. Y cómo, por mucho que tengamos clara la misión y el propósito, esta pulsión forma parte de nuestra naturaleza y nos compone y nos afecta, y de vez en cuando necesitamos liberarla de alguna manera que sólo cabe esperar que no acabe siendo demasiado exagerada. A esta exageración, y a la necesidad de repararla, es precisamente a lo que hace referencia el final del artículo, pero de un modo cariñoso porque aquí la rotura se ha consumado, ya no tiene sentido la regañina, y yo he venido al mundo a explicar la vida, a dar esperanza y a hacer compañía. Cada artículo empieza donde empieza la vida que lo ha inspirado, y por supuesto es mi decisión hacia dónde decido llevarlo. La verdad no se vende a peso, y a veces una palabra resuena más que una página, y necesitas la página para que nadie se sienta extraño ni expulsado cuando llegue a la revelación final, y le pueda servir de algo. Luego hay días que tenemos que ir a la guerra, y por supuesto vamos aunque estemos seguros de que será para perderla. Pero los artículos que no comprenden la vida, que no la asumen, y que no se ensucian con ella, están huecos por dentro y sólo pueden hacer compañía a un fantasma. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 10 jul, 2022