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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Los dos cojines de Benedicto

Salvador Sostres el

El papa Francisco le ha puesto dos cojines a Benedicto en su exposición al público tras su muerte. Benedicto fue mucho más generoso con Juan Pablo II y le preparó el funeral más bonito de todos los tiempos. Fue el funeral de una era. Mucho más importante que el de Isabel II a pesar de su aparatosidad y de los viajes que el féretro hizo a lo largo del Reino Unido.
Francisco le ha procurado a Benedicto un funeral humillante. Un funeral argentino. Barato, agónico, de tanda de penaltis. Dos cojines. ¿Para qué? El árbol de Navidad del fondo parecía el de mi portería.

No es lo que Benedicto merecía pero es lo que se ha encontrado por renunciar y dejarnos a un montonero en herencia. He procurado durante todo este tiempo ser prudente en mis manifestaciones. He procurado ser generoso, caritativo, comprensivo con la obra del Espíritu Santo y su capacidad operativa en la Tierra. Pero es hora de decir basta. Es hora de decir que hasta aquí hemos llegado y que esto es intolerable.
La renuncia de Benedicto fue una derrota de la Humanidad y hoy solo se habla de que Francisco puede renunciar el año que viene.

Adoro a Benedicto y los menores como yo nunca podremos comprender el verdadero alcance de su altísima potencia intelectual, pero fue un cáncer para la Iglesia y para los hombres que un Papa tomara medida humana y se creyera en capacidad de abandonarnos. Fue un drama que un Santo Padre creyera que tenía derecho a actuar como un hombre y no como el elegido de Dios para gobernarnos.

Yo soy un hombre, pero soy también el padre de Maria. Y hay cosas que me puedo permitir como Salvador, pero no como padre de Maria, y en caso de duda tengo que estar a la altura de mi reto y de mi responsabilidad. Del profundo orgullo de ser su padre. Somos padres. Las personas que merecemos la pena somos padres. El deber de ser padre. Ser sólo hijo es un victimismo. Se puede ser hijo durante un tiempo pero no para siempre podemos ser hijos, no para siempre podemos ser víctimas y tenemos que tomar la riendas de nuestro destino como padres, como Papas, como maestros, como periodistas, como abogados, como empresarios tenemos que ser padres responsables de nuestro destino y del de la gente que depende de de nuestra lucidez y nuestro ímpetu.

Renunciar es pecado. No se puede perdonar ni siquiera en una persona tan delicadamente intelectual, tan espiritualmente fina y tensada como el Papa Ratzinger. Porque luego siempre viene un Francisco. Y Dios sonríe, claro que sonríe. Pero no porque le guste, sino porque sabe que somos idiotas y tiene todo el tiempo del mundo.

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