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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Escribir cada día

Salvador Sostres el

Me suelen faltar páginas para escribir todos los artículos que querría. Hay días que he llegado a publicar hasta cuatro. Son días fantásticos, los temas están o se me ocurren, y la mezcla de eficacia y de orgullo me hace andar como si no tocara el suelo. Hay días, pocos pero también los tengo, en que estoy cansado, o desanimado, sin ánimo de escribir nada. Y estos días los aborrezco, los veo delante y me dan otra mezcla, de asco y miedo, y pienso sin llegaré a una edad en que siempre será de esta manera frustrante y seca. Sin embargo son mis días más importantes, porque siempre les venzo, siempre me impongo, y continúo siendo uno que escribe cada día. Mejor o peor, normalmente mejor, porque de la impotencia y de la rabia que genera, salen textos punzantes, emergentes. La escritura te presta la ayuda que le pides.

Escribir cada día. Cumplir con el propósito. Esto es lo que somos. Con buenas o penosas ideas, con líneas más logradas o infumables, cometiendo errores y aciertos tan deslumbrantes que también parece que te equivocaste, y de nada sirve que te esfuerces en explicar lo que todo el mundo va a entender, pero dentro de dos años. Sea como sea, escribir cada día, no rendirse nunca. Dejar en cada palabra el gesto a veces heroico de haberla escrito, aunque al día siguiente te des cuenta del poco valor que en realidad tenía.

He visto a gente que paulatinamente se desenganchaba de la vida. No por sólo un día, pero sí por la suma de muchos días que al principio parecían “sólo un día”. No nos sobra la templanza. No es fácil mantener el equilibrio. El reverso de la gloria no es tenue y el silencio gana cada centímetro que le cedes: el silencio, la apatía, el dejarse caer hasta el fondo que nunca llega y siempre caes. Duda todo lo que quieras, llora todo lo que necesites. Siéntete el hombre más torpe del mundo. Pero pase lo que pase, escribe cada día. Siéntate, cálmate, y escribe. No dejes de hacerlo nunca. Los días más bajos son el trampolín de los más brillantes. El mayor desánimo es el preludio de la esperanza. Sal a buscar lo que no te está siendo concedido y no regreses sin haberlo conseguido. Pelea todo, pierde todo, haz enfadar a todo el mundo con tu pésimo carácter cuando estás alicaído, angustiado o triste. Pero escribe. No dejes que lo oscuro avance y recuerda siempre que avanza muy deprisa.

Escribir cada día. Ser uno que escribe cada día. Poder dejar como legado que escribiste cada día. Decirle esto a tu hija y que no te haga falta decirle nada más. Forzar todas tus costuras para poder explicarte sobre todo a ti mismo, cuando caes y te hundes, quién eres tú.

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