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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Cruyff y el independentismo

Salvador Sostres el

Ni como jugador, ni como entrenador, ni como leyenda viviente del fútbol, Cruyff fue nunca nacionalista, ni mostró la menor adhesión a esta causa. Como jugador, entendió la relevancia que el Barcelona tenía como catalizador del sentimiento antifranquista, y en cierto modo participó de aquella épica llamando a su hijo Jordi. Como entrenador -y los años que siguieron- tuvo una muy especial relación con Barcelona, y con Cataluña entendida como el back garden de su capital -le encantaba jugar a golf y comer en El Muntanyà-, pero nunca compartió las posiciones del independentismo, que le parecían reduccionistas. Muy en los últimos años, y tras la mucha insistencia de una parte de sus amigos para que lanzara en este sentido algún mensaje positivo, manifestó que los catalanes tendrían que poder decidir su futuro: como el seleccionador Vicente del Bosque, que también lo dijo.

Cruyff no fue nunca catalanista, ni nacionalista, ni independentista pero tuvo más agallas que muchos de ellos, que hacen la parodia del soldado rondando por folklóricas manifestaciones y luego no están a la altura del conflicto.

Él tuvo la valentía de romper relaciones con La Vanguardia y con el Mundo Deportivo, cuando consideró que el Grupo Godó le trataba injustamente; a diferencia de tantos independentistas que tanto patriotismo exigen a los demás y luego corren a comprar La Vanguardia, aceptando sin rechistar los límites mentales de la prensa lacaya.

Igualmente, Johan nunca disimuló su apoyo a Jan Laporta, el presidente más independentista que ha tenido el Barcelona, y también el más universal y universalista; mientras que muchos supuestos nacionalistas e independentistas le abandonaron cuando tuvo problemas, en nombre de esa corrección política que todo lo tiñe de mediocridad y que es el mayor atentado de nuestra era contra el talento y contra la inteligencia. Que hasta la fecha Sandro Rosell haya sido el presidente más votado de la historia del Barça, lo dice todo de su afición, revela que el catalanismo todavía está en su fase anal, y explica todas sus derrotas.

Pero dejando a un lado estas circunstancias, y por mucho que el nacionalismo sublimara el 0 a 5 en el Bernabéu, y las Ligas de Tenerife, como batallas ganadas de su desarmada guerra contra España, cuando Cruyff fue nombrado seleccionador de Cataluña, ante las presiones para que hablara catalán, respondió: “¿Por qué reducirlo sólo al catalán? Vamos a hacerlo en inglés algún día, a ver si mejoramos la calidad de nuestros oyentes. […] Hoy día, todo el mundo viaja y cuando vas mañana a Inglaterra, no puedes hablar catalán, hay que hablar inglés”.

Sobre los incidentes de la final de la Copa del Rey de la temporada pasada, en que el entonces presidente Mas sonrió mientras el himno español era silbado, Cruyff sentenció: “Pitar el himno lo veo una desgracia total y una falta de respeto. A uno que pita el himno le falta un tornillo”.

Que Cruyff hiciera sentir bien a tantos y tantos independentistas no significa ni mucho menos que él lo fuera.

Por lo tanto, la utilización que se está haciendo de su memoria para involucrarla concretamente al presente “proceso” independentista es una burda manipulación de la realidad. Que principalmente la haya perpetrado Convergència, a través del expresidente Mas y del actual presidente Puigdemont, es especialmente grotesco.

Convergència siempre le hizo la guerra sucia a Laporta, y en consecuencia a Cruyff, y apoyó a Sandro Rosell, tanto en la moción de censura que sin dar la cara le organizó en 2008 a través de aquel absurdo Oriol Giralt, como en las elecciones que le llevarían a la presidencia en 2010.

Para mi estupefacción, Mas me dejó clara, con la siguiente frase, su postura y la de su partido sobre este asunto: “Salvador, no te equivoques. Laporta es uno que piensa como nosotros, pero Sandro es uno de los nuestros”.

El odio que Rosell y sus directivos sentían hacia Cruyff, y que Convergència patrocinó, era por todos conocido y lo resumió en 2008 el actual presidente Bartomeu, animando a votar en favor de la moción de censura contra Laporta con el argumento de que “votar a favor de la moción de censura es acabar con el cruyfismo”.

Que Mas pretenda ahora aprovecharse del legado de Cruyff después de haberle perjudicado durante buena parte de su vida, es tan cínico como que acuse a España de baja calidad democrática por no saltarse la Ley para celebrar un referendo secesionista, cuando la verdad, y la democracia, es que los partidos independentistas no han conseguido el 50% de los votos ni en una sola de las elecciones a las que se han presentado.

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