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Blogs French 75 por Salvador Sostres

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Salvador Sostres el

Hoy le he dicho a un chico muy joven (22) que se pusiera a escribir inmediatamente y que lo hiciera primero sobre sus amigos y del club al que van y el restaurante donde cada día almuerzan. Es un chico aparentemente frágil pero yo sé que lleva una brutalitad encerrada y que cuando dimita de su absurda fantasía de que puede complacer a su familia y a su novia y a sí mismo todo a un mismo tiempo, le leeremos historias poderosas, sangrientas, hermosas, vivos retratos del dolor y de lo que es sentirse incómodo en un mundo en que todo está hecho para que ocupes un lugar que tú además crees perfectamente razonable pero sabes que no es el tuyo y que vas a ocupar justo el contrario. Has de escribir porque éste es tu destino, porque lo demás se te da francamente peor, y porque tienes tantos líos y tantos nudos que escribir no va a ser sólo lo que escribas sino tu modo de observarte, de conocerte y de medirte y por supuesto tu manera de relacionarte con el mundo.

Hay algo cierto y es que yo no conozco de hace mucho tiempo a este niño. Pero me pagan bastante dinero porque veo las cosas antes que los demás, sobre todo por dónde se rompen las personas y por dónde resisten. Yo creo que te conozco bien, aunque sean sólo unas horas, y sé que va a costar un poco y que lo primero que escribas tendrá poco interés, porque tu forma de escribir intentará ser sobre todo una forma de no escribirlo. Tendrás miedo: no de tus padres, ni de tus amigos, sino de quedarte solo y de que el sistema de lo que hasta ahora ha sido tu mundo se te desmorone. Igualmente te acabarás quedando solo, esto tienes que saberlo, pero por lo menos habrás escrito algo de lo que sentirte orgulloso. Y por supuesto que tendrás amigos, y sobre todo mujeres, que se acercan galopando donde intuyen que hay talento, supongo que para intentar saber lo que se siente. Es normal que tengas miedo pero si haces lo que tienes que hacer, lo que yo sé que no podrás escaparte de hacer, el miedo irá poco a poco desapareciendo e irás notando el poder. Un gran poder. El poder que escribir da sobre tu autoestima, sobre los demás y sobre la vida.

Si no escribes no serás nadie: y lo peor, no serás nada. Serás el niño que después de la clase de gimnasia se ducha en calzoncillos para que no veamos que la tiene diminuta. El problema son los calzoncillos, siempre son los calzoncillos. A nadie le importa que la tengas pequeña hasta que te importa a ti y entonces te dejas los calzoncillos puestos. No nos reímos de tu pene, que ni lo habíamos visto, sino de tu miedo, de tu vergüenza, de la debilidad que has dejado al descubierto. Y entonces, justo entonces, te das cuenta de que no tienes nada con que defenderte porque no escribes, porque no escribir es dejarse los calzoncillos puestos en la ducha y tenerles que dar la razón a los que te insultan; y a ti te sobra clase e inteligencia para acabar noqueado de un modo tan estúpido.

Deja de inventarte excusas, deja de languidecer, deja de utilizar a tu familia de escudo humano y de plantear escenarios surrealistas que no van a producirse, y si se producen serán uno por uno, y uno por uno les daremos despacho sin perder los nervios y confiando en lo único que en este mundo puedes confiar si eres una persona medianamente seria: que es la literatura, la literatura concretada en tu artículo de cada día, en tu pedazo de mundo mejorado o destruido con que hoy miles de lectores van a sentirse acompañados, probablemente molestados, pero sabiendo siempre algo más, ni que sólo sea el lugar donde decidiste poner esta coma cuando parece que tendría ir en otra parte.

Hoy empezará a escribir un chico que cree que tiene que salvar a su familia y amigos y que está a punto de entender que no podrá hacerlo si antes no os destruye, si no os borra hasta el nombre, para poder nombraros luego de un modo más exacto, más ajustado a cómo quiere que estéis en su vida, y a qué distancia, y sólo así podrá quereros de verdad, daros una amor que sea valioso y sincero y que realmente caliente. Hoy empezará a escribir un chico y si no empieza, continuará vagabundeando con sus amigos holgazanes, dejará de ser gracioso, se le apagará la luz porque la gastará en chistes malos, en simulacros, y no se habrá esforzado en darle forma, y cualquier día empezará en una oficina que no le importará nada, y esta decepción se te mete dentro hasta que mata todo lo bonito que hay en ti, lo que te hacía encantador, lo que me llevó a decirte que escribieras, y cuando lo hayas perdido no podrás encontrarlo de nuevo, porque la dejadez te habrá deformado y serás una triste parodia del chico que hoy no puede dormir pensando en cuál va a ser su primer artículo.

No me gustaría andar un día con mi hija por la calle y tenerle que decir: “¿Ves, Maria? Yo alguna vez creí que aquel sabría andar por el alambre”. Y que cuando me pregunte: “¿cuál?” no tenga más remedio que contestarle: “es igual, ya no importa nada”.

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