Salvador Sostres el 05 abr, 2017 Estimar Sant Antoni dels Sombrerers, 3 932 689 197 Cocina: 9,5 Sala: 7 Servicio: 7 Rafa Zafra es uno de los tipos más inusuales que jamás he conocido. Mitad andaluz, mitad ampurdanés, bonita mezcla que da esta tierra. Tiene el alma de abismos y los pies en el suelo, el instinto de la calidad y los reflejos del genio. Estimar está detrás de Santa Maria del Mar, en un pequeño local propiedad de su suegro. Rafa era el jefe de la partida de pescados en El Bulli, y con su gracia entre mística y procaz se llevó a la hija del proveedor del pescado por delante. Luego llegó el amor y ahora comparten felizmente la vida y este restaurante en el que la Anna pone el pescado y Rafa el talento. Anna la hospitalidad, la dirección de la sala y la paciencia con clientes como yo; y Rafa su acento de luz con que eleva cada producto muy por encima de lo que Dios puso en él cuando lo creó. Los chicos de El Bulli son el epílogo de la Creación y en Estimar se constata lo insospechadamente lejos que puede llegar una pescadería. Lejos, muy lejos de casa, aunque siempre sabemos volver. Comer en Estimar es fácil. Hay que pedirlo todo y para terminar un tartar de carne; porque aunque la casa presuma y con razón de sus pescados, un tartar de carne como el de Rafa no te lo vas a comer en ninguna otra parte. A cucharada limpia: acompañar con pan es de cobardes. Si se opta por el pescado, es fundamental pedirlo sin el atraso soez del ajo. El ajo es un enmascarador vulgar y ofensivo que solía usarse para disimular la peste del pescado podrido. Decir que te gusta el ajo es como decir que te gusta fumar, que no es un placer sino el más quinqui de los vicios; tal como el ajo no es un gusto, sino un tercermundismo y una ignorancia. También es imperativo el carpaccio de wagyu con caviar, un guiño que nos inventamos a medias el chef y yo para estilizar la tantas veces grosera realización del ya de por sí dudoso concepto del “mar y montaña”. Estimar es un restaurante pequeño, encantador, que enseguida te hace flotar en la euforia. Todo es tan bueno y tan inteligente y tan favorable a los intereses de la Humanidad que más que almorzar o cenar parece que estés ganando la final de la Champions. Es mítico acudir 4 o 6 amigos y entregarse a la fiesta como si no hubiera mañana, entre otras cosas porque es posible que no lo haya. La mejor mesa es la que está más cerca de la cocina y se puede reservar expresamente si no estoy yo. En los meses del calor, la refrigeración es escasa y esto no sólo podría ser corregido sino tendría que serlo. El servicio es cariñoso. Hay unos bombones helados de postre que son un diez. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 05 abr, 2017