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Blogs Que la fuerza te acompañe por Alfonso M. Arce

¿Te falta tiempo para hacer ejercicio? Esto te interesa

Tres sencillos trucos para optimizar el tiempo que inviertes entrenando

¿Te falta tiempo para hacer ejercicio? Esto te interesa
Alfonso M. Arce el

Aunque sientas que tu caso es especial y que eres la persona más ocupada del mundo, todo el mundo tiene unas circunstancias individuales en las que encajar un rato de ejercicio diario se hace complicado. Todos tenemos problemas inesperados, familia, amigos, compromisos sociales, sueño, hambre, sensación de cansancio, o incluso todo a la vez. Hay quien encuentra en su agenda la excusa perfecta para posponer el ejercicio físico para algún día futuro, cuando se tenga más tiempo. En general ese día no va a llegar nunca o lo hará demasiado tarde, los inconvenientes cambian de forma, pero siguen existiendo siempre. Por este motivo, en lugar de esperar a que se produzca el milagro de tener en una jornada normal ocho horas para tu uso y disfrute personal sin ninguna interferencia, lo que deberías hacer es empezar a pensar de qué manera puedes invertir el mínimo tiempo en hacer ejercicio consiguiendo que sea lo más eficaz posible.

Tal y como ocurre en otras áreas, para ser más efectivo en lo que haces debes eliminar las tareas innecesarias para maximizar el tiempo y la atención que puedes dedicar a aquello que realmente tiene resultados. Para empezar esto significa concentrarte en tus objetivos, tener un plan para lograrlos y ceñirte a ese plan para hacer más de lo que funciona y menos de lo que no. Así que primer punto: no se trata de ‘aparecer’ por la puerta del gimnasio y ponerte a pensar qué haces. Normalmente eso te hará perder un buen rato o incluso la sesión completa de entrenamiento y, recuerda, eres una persona con muy poco tiempo. No te lo puedes permitir. Te propongo que tengas en cuenta estos tres puntos:

Empieza con un calentamiento como es debido

Todo el mundo sabe lo importante que es el calentamiento. Otro tema es que muchas personas creen que agitar los brazos y hacer un ‘meneito’ con las caderas es calentar. Tu cuerpo no puede afrontar un entrenamiento intenso sin un calentamiento previo, uno que ponga en marcha todos tus sistemas de energía, que prepare tus fibras y te haga romper a sudar. ‘Es que yo no sudo nunca’… pues aprieta un poco más y verás qué ocurre. Un buen calentamiento además de evitar lesiones es un buen momento para minimizar las distracciones e ir poco a poco entrando en el modo anímico que te permitirá darlo todo después.

Haz del cronómetro tu amigo fiel

No me refiero a que estés intentando batir récords de velocidad. Quiero decir que debes llevar un control para saber si estás cumpliendo con los tiempos que has estipulado. Establece una duración concreta para tu calentamiento y no te salgas de ella, ni más, ni menos. Si tienes cuarenta minutos y tu calentamiento ha sido de quince, las cuentas salen claras, te quedan veinticinco minutos para entrenar y estirar un poco al final. En estas circunstancias los entrenamientos por intervalos son una maravilla ya que eliminan cualquier distracción. Ten un reloj o un cronómetro a mano para controlar cuánto descansas y cíñete al plan. Mejor si es una aplicación y no el reloj de tu móvil sin más ya que es muy fácil que entre algún irresistible mensaje o correo electrónico que rompa tu ritmo. El tiempo corre mucho más rápido si charlas con alguien que si estás haciendo sentadillas. Recuerda, tu vida es muy ajetreada, concéntrate.

Aprende a medir tus fuerzas

La sensación de tener muy poco tiempo nos puede llevar fácilmente a un estado de ansiedad en el que desde el minuto uno queremos activar nuestra personal ‘furia deportiva’ para que nos cunda mucho el ejercicio que hacemos. Normalmente esto va a ocasionar que a los cinco minutos tu cuerpo esté frito y sientas que te va a dar un ataque. Si tienes treinta minutos ¿qué sentido tiene que tires veinte porque te has pasado con la intensidad de los diez primeros? Puede que la culpa sea del orgullo o por una cuestión de no tener claros nuestros límites, igual tienes que recapacitar y ajustar el volumen o la intensidad de lo que has previsto hacer. Si te has planteado un entrenamiento por intervalos, recuerda que solo son efectivos si se completan con el nivel de esfuerzo adecuado y durante la cantidad de tiempo planificada. Ningún ejercicio vale para nada, son las intensidades adecuadas las que te harán lograr tus objetivos. Solo si tienes un plan sabrás medir cómo vas de fuerzas y si hay una gran discrepancia entre tu esfuerzo percibido y la exigencia del esfuerzo que te has exigido.

Cuando se consiguen dominar estos tres puntos se produce algo aparentemente mágico pero que no lo es en absoluto: verás cómo es posible hacer un entrenamiento salvaje en unos pocos minutos. Saber extraer semejante rendimiento requiere atención y constancia, pero es algo que merece la pena, así que ponte a ello y que la fuerza te acompañe.

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