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¿Estamos perdiendo el juicio con el entrenamiento funcional?

Por qué la obsesión por entrenar de manera funcional puede llevarnos a una espiral sin sentido alguno

¿Estamos perdiendo el juicio con el entrenamiento funcional?
Alfonso M. Arce el

Hace unos cuantos  años, no sabría identificar el momento exacto, tanto la industria como los entusiastas del fitness enloquecieron con el concepto del entrenamiento funcional. Hoy en día forma parte de la jerga diaria de cualquier entrenador y de prácticamente todos los gimnasios del mundo. Hay incluso charlas de expertos discutiendo qué puede considerarse funcional, porque al fin y al cabo ¿qué significa que algo es funcional y cuándo deja de serlo?

Algo funcional en el sentido físico más estricto significa que se puede mover. Si alguien tiene una parálisis de cintura para abajo, la parte inferior de su cuerpo no es funcional. Siguiendo este ejemplo, si esta persona recuperara la capacidad de extender las piernas habría obtenido una mejora funcional. Sin embargo, si preguntas a los más puristas si una extensión de cuádriceps en máquina es un ejercicio funcional, la respuesta será que no, porque pivota sobre una única articulación, no involucra el core, a duras penas replica ningún patrón motriz normal en la vida de una persona, o de una práctica deportiva concreta etc. Es un ejemplo un poco retorcido, pero que podría ser perfectamente real.

Soy una persona enganchada por completo al CrossFit, un sistema que se autodefine como ‘movimientos funcionales constantemente variados realizados a alta intensidad’, así que soy un firme defensor del valor que tiene esta manera de entender el entrenamiento. De ahí a que se asocie funcional con cualquier movimiento ejecutado en equilibrio, o que necesite incorporar un montón de cacharrería cara, es algo bien distinto ¿Es más funcional una sentadilla si la hacemos sosteniendo un vaso de agua sobre nuestras cabezas subidos a un bosu? Teniendo en cuenta que una gran parte de la población tiene serios problemas para hacer correctamente una simple sentadilla solo con su propio peso corporal, creo que no conviene poner el foco en algunas chorradas que se pueden ver en redes sociales. Es mucho más efectivo y prudente alcanzar la maestría en los ejercicios básicos antes que imitar lo complejo y sofisticado pensando que es mejor solo por ese motivo.

Si algún fanático del entrenamiento funcional se está arrancando la piel a tiras leyendo estas líneas, voy a darle una vuelta de rosca más al asunto. Todos los días me cepillo los dientes, para ello muevo mi antebrazo hacia adelante y hacia atrás en el plano sagital a un ritmo bastante rápido y constante. Dado que el entrenamiento funcional es un ejercicio que imita o tiene transferencia a las actividades de nuestra vida diaria. Entonces, ¿cojo una mancuerna ligera y la muevo rápidamente hacia atrás y hacia adelante cerca de mi boca? ¿Os imagináis a la gente haciendo esto en la zona de peso libre del gimnasio?

Vale, es un ejemplo bizarro y rebuscado, pero todos estamos de acuerdo en que un ejercicio indiscutiblemente funcional sería una sentadilla. No paramos de sentarnos y levantarnos a lo largo del día por lo que es un ejercicio con una transferencia directa a nuestras vidas. Si un problema de rodilla me impide hacer una sentadilla y recurro a una extensión en máquina para fortalecer mis cuádriceps ¿no estoy haciendo algo funcional? Un curl de bíceps puede ser funcional, pero si lo haces con el único objetivo de obtener cuanta más masa muscular mejor y acabas con tal volumen que ni puedes flexionar correctamente tu brazo, acabas de convertir el ejercicio en algo bastante poco funcional, aunque nadie te lo dirá por miedo a que le sueltes una leche.

La sentadilla. Un ejercicio indiscutiblemente funcional.

Sería más adecuado hablar de entrenamiento óptimo, un término amplísimo que podríamos simplificar como aquellos ejercicios que acaban siendo mejores que otros porque necesitan trabajar múltiples articulaciones y músculos en diferentes planos de movimiento. Bajo este prisma, la fuerza óptima no es exclusivamente tu fuerza bruta o absoluta, sino la capacidad de aplicar dicha fuerza en tareas que requieran coordinación, flexibilidad, movilidad y equilibrio en los tres planos de movimiento (sagital, frontal y transversal).

Volviendo al ejemplo de la extensión de piernas. Este es un movimiento de una sola articulación con el propósito de fortalecer los cuádriceps. Si eres capaz de mover una barbaridad de peso conseguirás unos cuádriceps fuertes, pero solo en un rango de movimiento por lo que sí podríamos decir que no es un ejercicio óptimo, porque lo más probable es que no puedas ver una gran transferencia en las áreas antes mencionadas de coordinación, flexibilidad, movilidad y equilibrio

Pasemos a ver qué ocurre con una sentadilla. Involucra múltiples articulaciones y músculos, es exigente para nuestra faja abdominal debido a la estabilidad necesaria para soportar el peso y no volcarnos hacia adelante en el descenso o el ascenso. Además, una sentadilla correctamente realizada requiere coordinación, flexibilidad y movilidad. Entonces convendríamos que es un ejercicio mejor que la extensión de piernas para alguien sin ningún tipo de problema que le impida hacer una sentadilla, pero es un movimiento de cadena cinética cerrada (los pies están plantados en el suelo).

Hay personas que pueden hacer sentadillas con mucho peso pero tienen problemas con las zancadas frontales y pasan por un calvario si se les pide hacer una zancada lateral. Una zancada lateral no tendrá jamás el potencial de una sentadilla en cuanto a desarrollo muscular y de fuerza máxima, pero requiere múltiples músculos, coordinación, flexibilidad, movilidad y equilibrio, en gran medida debido a su naturaleza de cadena cinética abierta.

Zancada lateral

Si realmente quieres saber si estás haciendo un entrenamiento funcional, revisa tu planificación semanal e intenta entender cuántos de los ejercicios que has hecho se ajustan a esta descripción de ‘óptimo’. Supongo que lo habrás deducido ya, pero que solo hagas ejercicios funcionales no garantiza que te conviertas en un superhéroe Marvel. No conviene despreciar ninguna actividad física, solo hay que saber sus virtudes, sus defectos y sus límites. Ponte en manos de profesionales que te ayuden a elegir bien los ejercicios, y que la fuerza te acompañe.

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