ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Que la fuerza te acompañe por Alfonso M. Arce

Todo sobre la rabdomiólisis, el riesgo oculto para quienes no miden la intensidad del ejercicio

Coloquialmente conocida como rabdo, es un riesgo real tanto para atletas de alto nivel como para noveles que empiezan a entrenar sin control alguno. Te contamos por qué se produce, quién puede sufrirla y cuánto debe preocuparte

Todo sobre la rabdomiólisis, el riesgo oculto para quienes no miden la intensidad del ejercicio
Alfonso M. Arce el

Aunque no sea algo relacionado exclusivamente con el deporte, la rabdomiólisis es un daño asociado a tendencias o protocolos de acondicionamiento físico que hoy en día cuentan con muchísimos seguidores. La rabdomiólisis se produce cuando ocasionamos un daño celular en nuestra musculatura de tal importancia que acaba en un trasvase del mismo a nuestro torrente sanguíneo. Es una explicación muy simplona pero que se entiende. Si alguien piensa que esto son cosas de la vida moderna y de flipados de las pesas, hay que decir que ya hay algunos casos documentados después del terremoto de Sicilia de 1908 y en informes militares alemanes de la Primera Guerra Mundial. En ambos ejemplos es fácil entender que nadie estaba haciendo pesas frente a un espejo con la ‘despechá’ de Rosalía de fondo taladrando su cerebro sin compasión. Si estas dos referencias históricas te despistan, vamos a conocer un poco más de la rabdomiólisis, qué es, qué la provoca, quién puede sufrirla, gravedad de la misma y tratamiento.

¿Qué es y cómo se desencadena?

El primer punto a destacar es que conviene diferenciar entre la rabdomiólisis y la rabdomiólisis inducida por el ejercicio. Si bien el impacto fisiológico de lo que sucede en los músculos es casi idéntico, las causas iniciales son diferentes. La rabdomiólisis puede aparecer derivada de lesiones por aplastamiento, quemaduras, infecciones, medicamentos y/o drogas. Si no se diagnostica correctamente o no se trata, puede provocar complicaciones graves, como insuficiencia renal aguda (IRA), hipocalcemia, hiperpotasemia, hipervolemia, necrosis muscular (muerte), anomalías cardíacas y síndrome compartimental.

Una caricatura de la rabdomiólisis conocida por muchas personas por su difusión en Internet

Por otro lado,  la rabdomiólisis inducida por el ejercicio ocurre en respuesta a un estímulo (ejercicio) excesivamente repetitivo, prolongado en el tiempo o que conlleve un esfuerzo extremo. Esto quiere decir que podrías llegar a padecerla tanto por participar en una prueba deportiva de muy larga duración, como por esfuerzos máximos o en los que se produzca una tensión en el tejido muscular muy alta, como por ejemplo ocurre cuando se focaliza el trabajo en las fases excéntricas de un movimiento. No obstante hay que dejar claro para despistados y despistadas que sufrir una rabdomiólisis no es algo que ocurra por ir al gimnasio y esforzarse un poco más de lo que tenías pensado, si así fuera los hospitales tendrían plantas enteras destinadas a estos pacientes y sin embargo son casos aislados, no raros, pero aislados.

Veamos qué ocurre en el organismo. Disculpas previas por lo farragoso del tema. Todo comienza en el sarcolema, una fina membrana que envuelve a la fibra musculoesquelética, que desencadena un aumento del calcio intracelular provocado directamente por una lesión muscular o una alteración del gasto energético. El exceso de concentración de calcio da como resultado una interacción destructiva entre las proteínas contráctiles, la actina y la miosina, lo que lleva a la necrosis de la fibra (muerte de la fibra; sí) y la muerte celular. Las proteínas musculares, incluidas la creatina quinasa (CK) y la mioglobina (MB), se liberan en la circulación sanguínea. El aumento de los niveles de mioglobina en sangre se vierte en la orina. Para que entendamos esto hay que saber que la mioglobina es la proteína que se une al oxígeno en el músculo y aumenta cuando lo dañamos (que es siempre que realicemos ejercicio, da igual la intensidad) y se excreta a través de los riñones con total naturalidad si sus niveles son los normales, pero si son demasiado altos una de las consecuencias más habituales es la de oscurecer la orina hasta llegar incluso a tener un color marrón rojizo (algo así como Coca Cola). La mioglobina liberada por el tejido dañado puede en los casos más graves provocar insuficiencia renal. Además, con el aumento del trabajo y el agotamiento muscular, aumenta a su vez la afluencia sarcoplásmica de sodio, cloruro y agua. También se produce una liberación de radicales libres que favorecen la oxidación celular. Tal cascada de sucesos conduce a una inflamación severa, dolor e hinchazón.

La rabdomiólisis puede ser mortal debido no solo a la insuficiencia renal, sino también a la hiperpotasemia (elevación masiva de potasio) y la coagulación intravascular diseminada (muchos coágulos pequeños de sangre).

¿Quién la puede sufrir?

Puede que lo primero que haya venido a tu mente sea la típica persona obsesionada con el ejercicio y que si no va al gimnasio o sale a correr como una cabra montesa, no se siente bien. La realidad es que suele haber dos perfiles casi antagónicos que son los más expuestos a una rabdomiólidis: uno es el de las personas con muy buena condición física que han tenido un parón importante por una lesión o cualquier otra circunstancia, y al volver a entrenar lo hacen (o intentan) con la misma exigencia o referencias de esfuerzo que tenían antes de dicho parón. En las antípodas estaría el caso de las personas con niveles muy bajos de condición física que se lanzan de manera muy prematura a realizar ejercicios como las sentadillas, o los fondos, con un número de repeticiones demasiado alto para su estado de forma. Hace unos años fue muy sonado el caso de dos adolescentes que acabaron ingresadas porque se lanzaron a un reto viral retransmitido en directo que consistía en hacer mil sentadillas. Aunque este es un claro ejemplo en el que el problema no fueron las sentadillas, sino la escasez neuronal previa de las protagonistas, valga como muestra para toda persona que decida que el primer día de gimnasio va a ganar el tiempo perdido en sus últimos cinco años de vida sedentaria.

Otro contexto en el que es frecuente la rabdomiólisis es el del personal militar, pero esto es lógico en tanto en cuanto el esfuerzo se lleva más allá del punto de fatiga máximo y no hay opción de decir ‘mi capitán, lo dejo que estoy cansado y necesito una ducha’.

Si eres una de esas personas que rápidamente se alarma, es importante distinguir entre el dolor muscular de aparición tardía y la rabdomilisis por esfuerzo. Después de una sesión de entrenamiento más o menos intensa es normal que aparezca el primero, el dolor muscular de aparición tardía (DOMS, por sus siglas en inglés). La intensidad de DOMS aumenta dentro de las primeras 24 horas posteriores al ejercicio, alcanza su punto máximo entre las 24 y las 72 horas para desaparecer entre dos y cuatro días después. Una de las características del DOMS y un marcador indirecto de daño muscular es el aumento de los niveles de creatina quinasa (CK) en suero. Si te haces una analítica después de entrenar, este valor estará alterado.  Los niveles normales de CK suelen ser de 20 a 200 U/L (unidades por litro); 5000 U/L es indicativo de una alteración grave en el músculo y más de 10 000 U/L es indicativo razonable de rabdomiólisis. Pero solo porque tus niveles de creatina quinasa estén elevados no significa automáticamente que me sufras una rabdo. Hay más señales y/o síntomas.

Señales y síntomas

Los síntomas clásicos son la orina de color marrón rojizo, dolor muscular y debilidad. La orina oscura, sin embargo, está presente en solo aproximadamente la mitad de los casos y además su ausencia no debe descartar que padezcamos una rabdomiólisis. Desafortunadamente, el dolor y la debilidad muscular son inespecíficos, subjetivos, y son sensaciones normales después de un ejercicio intenso y/o al que no se está acostumbrado sin que por ello nos ocurra nada malo. Otros síntomas incluyen rigidez muscular e hinchazón.

¿Hay ejercicios o entrenamientos más susceptibles de provocar rabdomiólisis?

Es muy posible que hayas visto asociada la rabdo a la práctica del CrossFit por su fama de entrenamiento de alta intensidad y alguna que otra fantasmada poco documentada. Por supuesto que hay casos entre practicantes de CrossFit pero NO es una enfermedad exclusiva de este deporte por lo que no hay que tenerle miedo. Pongamos un ejemplo en el que el deporte nada tiene que ver con las pesas y el protagonista tenga una condición física a prueba de bombas: supongamos que nuestro querido Rafa Nadal está disputando una final de Wimbledon, como aquel legendario partido contra Federer en el 2008. Cuatro horas cuarenta y ocho minutos de duración. La innegable preparación física de estos tenistas tampoco está prevista para seguir sacando a doscientos por hora (movimiento de máximo esfuerzo y repetido una y otra vez) durante casi cinco horas. Aunque no fue el caso, o al menos no lo sabemos, estas situaciones pueden derivar en una rabdomiólisis.

No tengas miedo a ningún ejercicio ni disciplina. Ten mucho respeto a lanzarte a retos y esfuerzos muy alejados de tus posibilidades actuales

Uno de los problemas de esta enfermedad es que los investigadores científicos no pueden realizar ensayos experimentales que reproduzcan las condiciones necesarias para desencadenarla. Por este motivo la única manera de conocerla más a fondo se basa en el estudio de la información relativa a los casos notificados. Dentro de los ejemplos más sorprendentes es el de un niño de 12 años al que su profesor de educación física le pidió que realizara 250 sentadillas con salto como castigo por hablar en clase . A los dos días el niño se quejó de un dolor muscular intenso en los muslos además de orinar con color oscuro, sus padres lo llevaron a urgencias y fue hospitalizado con unos niveles de creatina quinasa en suero de 244,006 UI/L cuatro días después del ejercicio. El diagnóstico fue claro: rabdomiólisis.

¿Cómo se trata?

En la mayoría de los casos el tratamiento consiste en pasar unas horas con hidratación mediante líquidos intravenosos para prevenir cualquier lesión renal aguda, complicación que puede necesitar de hemodiálisis, pero no se trata de meter miedo al personal que ya sabemos que una parte de la población busca cualquier excusa para decidir que el ejercicio físico es algo terrorífico que hay que evitar.

Lo que debe quedar claro es que cualquier entrenador o profesor de educación física debe estar atento e informar a sus alumnos de los síntomas a los que tienen que prestar atención si han detectado que el entrenamiento ha sido especialmente exigente. Tengamos en cuenta que unas condiciones medioambientales extremas que nos lleven a una deshidratación fuera de lo común, pueden contribuir significativamente a la aparición de una rabdomiólisis. Dolores o debilidad muscular exagerada y orina de color oscuro en las 12 – 36 horas posteriores al ejercicio es más que suficiente para acudir a urgencias y poner remedio rápido para que todo quede ahí. Para concluir recuerda que no hablamos de un mal exclusivo de las pesas o de los atletas de élite, ojo con los retos y con las prisas por llegar a una fecha habiendo perdido esos kilos que sobran. Sí, podrías llegar a provocar una rabdomiólisis haciendo mil abdominales pensando que tu tableta aparecerá en dos días, algo que no es cierto y encima estarás perdiendo el tiempo. Ante todo pon medida a lo que haces, consulta a un profesional y que la fuerza te acompañe.

También puede interesarte

EntrenamientoSalud

Tags

Alfonso M. Arce el

Entradas más recientes